Itinerantes. Revista de Historia y Religión 19 (jul-dic 2023) 103-121

On line ISSN 2525-2178





La “Nueva Iglesia rionegrina” de Hesayne. Etapa de preparación y organización del Sínodo Pastoral Diocesano de Río Negro (1980-1983)



Hesayne´s “New Río Negro Church”. Stage of preparation and organization of the Diocesan Pastoral Synod of Río Negro (1980-1983)



Ana Inés Barelli

Universidad Nacional de Río Negro

CONICET

https://orcid.org/0009-0009-6266-0366

inesbarelli@hotmail.com



Resumen


La llegada de Miguel Hesayne a la diócesis de Viedma en 1975 estuvo marcada por los aires de renovación eclesial postconciliar que comenzaron a evidenciarse con los pontificados de Juan XXIII (1958 - 1963) y Pablo VI (1963 - 1978). Su proyecto pastoral (1975-1993), transitó por diferentes etapas, una de ellas signada por el Sínodo Pastoral Diocesano (1980-1985), momento considerado “bisagra” para la diócesis, debido a que sienta las bases de la “Nueva Iglesia rionegrina”.

En el presente artículo analizaremos la etapa pre-sinodal (1980-1983) con el objetivo de rastrear e identificar, desde los inicios del obispado, los lineamientos centrales que marcaron el camino al Sínodo Pastoral Diocesano, y se transformaron en los pilares fundamentales del proyecto de la “Nueva Iglesia rionegrina”. En función de ello, se realizará un abordaje cualitativo de fuentes documentales relevadas del archivo del obispado de Viedma (informes de asambleas Vicariales, comisiones diocesanas, homilías, boletín diocesano) y del archivo personal del sacerdote Juan Ángel Dieuzeide.


Palabras clave: Pre-sínodo, Rio Negro, Hesayne


Abstract


The arrival of Miguel Hesayne to the diocese of Viedma in 1975 was marked by the air of post-conciliar ecclesial renewal that began to be evident with the pontificates of John XXIII (1958 - 1963) and Paul VI (1963 - 1978). His pastoral project (1975-1993) went through different stages, one of them marked by the Diocesan Pastoral Synod (1980-1985), a moment considered “hinge” for the diocese, because it laid the foundations of the “New Rio Negro Church”.

In this article we will analyze the pre-synodal stage (1980-1983) with the objective of tracing and identifying, from the beginning of the bishopric, the central guidelines that marked the path to the Diocesan Pastoral Synod and became the fundamental pillars of the project. of the “New Rio Negro Church”. Based on this, a qualitative approach will be carried out on documentary sources gathered from the archive of the bishopric of Viedma (reports from Vicarial assemblies, diocesan commissions, homilies, diocesan bulletin) and from the personal archive of the priest Juan Ángel Dieuzeide.


Keywords: Pre-synod, Rio Negro, Hesayne



Fecha de envío: 2 de octubre de 2023

Fecha de aceptación: 20 de noviembre de 2023




Introducción


El nombramiento1 de Miguel Hesayne2 como obispo de la diócesis de Viedma en 1975 se produjo en el contexto de renovación eclesial postconciliar que comenzó a evidenciarse con los pontificados de Juan XXIII (1958 - 1963) y Pablo VI (1963 - 1978). El Concilio Vaticano II (1962 - 1965),3 la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín4 (1968) y la II Asamblea Extraordinaria del Episcopado Argentino en San Miguel5 (1969) generaron las bases de dicha renovación que se plasmó tanto en una atención preferencial a los pobres, como “en un espíritu más horizontal y participativo que remitían al compromiso histórico por la “liberación nacional y social” (Dominella, 2012: 1). En la Iglesia católica argentina, estos aires de renovación conciliar, reeditaron disputas no resueltas entre distintas líneas internas, tanto ideológicas y políticas, como del campo pastoral y litúrgico (Touris, 2021), consolidando divisiones “entre los sectores renovadores, partidarios de reformas conciliares y los sectores tradicionalistas, anclados todavía en un horizonte tomista que concebía a la Iglesia como una “sociedad perfecta” que no debía contaminarse con los males del mundo moderno” (Obregón, 2007: 5). En otras palabras, siguiendo a Touris, la “crisis posconciliar terminaría de romper esta unidad de un “nosotros” católico” donde la polarización entre integristas6 y tercermundistas7 puso las filiaciones políticas por sobre las religiosas, pudiendo entonces concebirse al “otro” como un enemigo acérrimo pese a su adscripción católica” (2002:93). Sin embargo, como también señala la autora, dicha polarización no estaba exenta de matices y diferencias hacia adentro de ambos sectores.

En este contexto el proyecto pastoral de Hesayne como obispo de Viedma, transitó por tres etapas significativas: La primera (1975-1979) caracterizada por los primeros lineamientos pastorales de la “Nueva Iglesia rionegrina” que se evidenciaron en diversas acciones territoriales, devocionales, y posicionamientos teológicos y políticos, en el contexto del terrorismo de Estado. La segunda (1980-1984) vinculada al proyecto del Sínodo Pastoral Diocesano (1983-1984), anunciado en 1980, desarrollado entre 1983-1984 y publicadas sus conclusiones en 1985. El sínodo constituyó una propuesta que expresó “los criterios pastorales fundamentales e insustituibles”8 para la actividad pastoral de la diócesis, donde las parroquias, el laicado y las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) constituyeron el eje de ese nuevo proyecto de Iglesia. Y, finalmente, la tercera (1984-1993) caracterizada como la “puesta en marcha” de ese nuevo proyecto de Iglesia postsinodal desde la que se articularon una variedad de acciones colectivas que buscaban consolidar dichos objetivos. (Barelli, 2019)

En el presente artículo nos proponemos analizar la etapa pre-sinodal (1980-1983) con el objetivo de rastrear e identificar, desde los inicios del obispado, los lineamientos centrales que marcaron el camino al Sínodo Pastoral Diocesano, y se transformaron en los pilares fundamentales del proyecto de la “Nueva Iglesia rionegrina”. En función de este objetivo estructuraremos el artículo en tres apartados. El primero, dedicado a recuperar, en los primeros años del obispado de Hesayne (1975-1978), la “génesis” del Sínodo, a partir de distintas nociones de Iglesia; el segundo, dedicado a las primeras menciones y anuncio del Sínodo (1978-1980); y finalmente el tercero, centrado en la preparación del sínodo (1980-1983), buscaremos identificar los postulados finales que guiaron el debate de las sesiones sinodales.

Para ello, realizaremos un abordaje cualitativo de fuentes documentales relevadas del Archivo del obispado de Viedma,9 de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) de la sección de Diócesis Argentinas (1975-1982); el archivo personal del sacerdote Juan Ángel Dieuzeide;10 entrevistas orales realizadas a este último y el libro Diálogos en Azul que constituye una transcripción de varias conversaciones entre Miguel Hesayne, Juan Ángel Dieuzeide y Carlos Moia


1. La génesis del Sínodo en los primeros años del obispado de Hesayne (1975-1980)


La palabra Sínodo es de origen griego y proviene del verbo “sinodar” que significa “acompañar a otros en el camino”, “caminar conjuntamente”. Los sínodos diocesanos constituyen la “expresión de la acción pastoral de todos los miembros del pueblo de Dios en una diócesis, bajo la dirección del propio obispo” (Esquerda Bifet, 1998: 701). En el marco del Concilio Vaticano II se publicó, a pedido de Pablo VI, un documento de la Sagrada Congregación para los Obispos, Ecclesia Imago, que ofreció una nueva definición de los Sínodos Diocesanos, donde se destacan elementos claves que provienen de la perspectiva y dimensión pastoral de la eclesiología conciliar (Ripaldi, 2018). Desde esa concepción, el teólogo argentino Lucio Gera,11 plantea que la realización de sínodos locales o sínodos dentro de diócesis, implican una “renovación -en pequeño- de Pentecostés”,12 enfatizando que no es un acontecimiento que se realiza en un momento determinado, sino que una vez que sucede sigue aconteciendo, sigue en camino, en un proceso de constante reconstrucción y compromiso colectivo. Estas definiciones de Gera aludían a los proyectos sinodales de la diócesis de Quilmes, durante el obispado de Jorge Novak (1981-1983) y de Viedma, a cargo del obispo Miguel Hesayne (1983-1985). Resulta significativo mencionar que ambas diócesis, en sus etapas de preparación sinodal, trabajaron en constante comunicación y acompañamiento mutuo.

En el caso del Sínodo de Viedma, si bien surge como proyecto en 1978 y se anuncia en la semana santa de 1980, tiene su génesis en los primeros años del obispado. En función de ello, identificamos tres definiciones de Iglesia que acabaron constituyéndose en ideas rectoras del proyecto pastoral y que, podríamos decir, marcaron el camino hacia el Sínodo. La Iglesia: en diálogo; comprometida con la historia y la realidad de su pueblo y, viva y en comunidad. Es pertinente aclarar que, si bien cada una de ellas incluyen temáticas que constituyen aristas sumamente relevantes en el proyecto pastoral de Hesayne, profundizar en su análisis excede los objetivos de este artículo.

La primera definición clave la encontramos en su 1° Carta Pastoral de asunción en julio de 1975. En ella, observamos que, a lo largo de la misma, aparece destacado el término “diálogo” entendido, por un lado, como acercamiento, horizontalidad y capacidad reflexiva; y, por el otro, como intercambio, comunicación y acuerdo desde diferentes niveles. En relación a esa primera acepción del término, Hesayne la emplea para definir su rol como obispo, hacia adentro de la diócesis; y su posicionamiento teológico para su acción pastoral, hacia afuera. Es decir, anuncia que viene dispuesto a “ser uno más entre ustedes”, se ofrece a “Servir y dar la vida”, frase que sintetiza, según sus palabras, “mi voluntad de colaborar y dialogar con ustedes”, buscando generar acercamiento, escucha y horizontalidad. Luego de su definición como obispo hacia dentro de la diócesis, explicita su posicionamiento teológico señalando cuáles serían aquellos “faros” que lo convocan a reflexionar y a pensar el nuevo proyecto de Iglesia. En ese listado recupera al Concilio Vaticano II (1962), desde la mirada reflexiva donde se interpela a la Iglesia con las preguntas “de dónde viene y quién es y para qué existe”;13 a la II Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín (1968), como iluminadora para la acción pastoral del continente y, sobre todo, recupera las declaraciones del Episcopado argentino en San Miguel (1969), como orientación clave para pensar en el proyecto de Iglesia local. Resulta significativo mencionar que este reconocimiento en 1975 posicionaba a Hesayne teológica y políticamente en oposición a la jerarquía eclesial argentina que, desde 1970, con la asunción de Monseñor Tortolo, de inclinación integrista, como presidente de la CEA, había sepultado el documento de San Miguel expresando un brusco freno a esas declaraciones (Fabris, 2011; Touris, 2021).

A esta primera acepción del término “diálogo” se incorpora una segunda, que indaga sobre una dimensión interpersonal, donde el intercambio, la participación, la comunicación y la búsqueda de consenso se transforman en un pilar fundamental en la acción pastoral. En función de ello, señala que el método para alcanzar dicho “diálogo” es a través de la “pedagogía de la salvación”,14 poniendo énfasis en la comunicación pastoral y, principalmente, en la participación laica como medio fundamental para alcanzar la unidad del pueblo rionegrino. En esa clave, el obispo remarca que, en la diócesis, debe generarse un diálogo sostenido y horizontal entre sacerdotes, religiosos y laicos, para así lograr “el bien integral de la comunidad”,15 señalando, de alguna manera, la prioridad de estar vinculados y en sintonía con las necesidades del pueblo rionegrino. En línea con esta iniciativa, a fines de diciembre de 1975 a través del decreto 09/75, Hesayne designa el Equipo diocesano16 para organizar el secretariado de comunicación, debido a que consideraba relevante la “presencia de la Iglesia” en todo el territorio, enfatizando la importancia de los Medios de Comunicación Social en tanto forma de superar las distancias que presenta la provincia y de lograr un mayor acceso a los hogares en todos los niveles. Finalmente, este objetivo se concretará en 1984, con un proyecto comunicacional liderado por Néstor Busso,17 que tendrá como eje la publicación de la revista De Pie (Barelli y Azcoitia, 2022).

La segunda definición clave que identificamos está vinculada con esa mirada puesta en una “Iglesia comprometida” con la historia y la realidad de su pueblo. Esta idea la rastreamos desde sus primeros recorridos por la diócesis, y más concretamente, en las diferentes intervenciones del obispo en el marco de conflictos obreros y denuncias públicas del terrorismo de Estado. En este sentido podemos mencionar la intervención de Hesayne, a pocos meses de su asunción, en el conflicto de los mineros de Hipasam18 de Sierra Grande,19 la cual, de alguna manera, nos permite ir vislumbrando su posicionamiento político y social en los años venideros. Este conflicto se inició con la huelga de los mineros, el 8 de octubre de 1975, exigiendo mejores condiciones laborales y aumentos salariales, y tuvo, a nivel regional, un gran respaldo social y político que permitió a los huelguistas sostener la medida durante cuarenta días, después de la violenta represión desatada a mediados de noviembre (Pérez Álvarez y Narváez, 2022). Durante este conflicto, los jesuitas que se encontraban en Sierra de Grande y el obispo Hesayne se acercaron a los obreros y reclamaron por el sufrimiento de sus familias. Luego de la represión y en respuesta al apoyo brindado por el obispado, los jesuitas sufrieron un atentado en la parroquia20 de Sierra Grande. En dicho contexto, el obispo Hesayne no sólo acompañó a los mineros y a los sacerdotes, sino que también decidió realizar una misa pública en la entrada a la mina, denunciando los atentados y repudiando el uso de la violencia. En la homilía resaltó que “el hombre, por ser hijo de Dios, tiene derechos, tiene derecho a ser respetado, tiene derecho a nacer, a comer, a participar, crear, creer, esperar, amar. Y mientras no se reconozcan esos derechos, no habrá paz”,21 señalando que la paz no consiste en “quedarse callado y no hacer nada, no consiste en la fuerza o en el miedo, o en el equilibrio de las fuerzas y de los miedos, consiste en un esfuerzo permanente, no sólo para desarmar la violencia y el odio, sino para construir la justicia con amor”.22 Esta intervención y modalidad del obispo Hesayne, se profundizará en los años siguientes con denuncias de violaciones a los derechos humanos, las torturas23 y las desapariciones,24 no sólo a través de homilías25 sino también de cartas públicas y privadas a miembros de la diócesis y obispos amigos,26 de notas periodísticas y visitas al Papa.27 En esta misma definición de Iglesia comprometida con la historia y la realidad de su pueblo, podemos mencionar también, una carta de agosto de 1976 que le escribe al presidente del I Congreso Mundial de Carnes convocándolo a reflexionar sobre el “hambre” en el país, el cual define como “Problema humano, agudo, que no se soluciona suprimiendo comensales o por vía de “ayudas” así fueran cuantiosas”;28 dejando claro que no se trataba de “caridad” circunstancial sino de entender la importancia de un “acceso real” de la población a necesidad básica como el alimento. En esta misma línea, en 1977 el obispo dirige una carta a la población rionegrina donde reafirma la necesidad de fortalecer su compromiso social pero también de su compromiso político, enfatizando que “las “espiritualidades” de Jesús son más una cuestión de práctica y acciones concretas que de meras afirmaciones de creencias.29

Finalmente, la tercera definición que nos guía al Sínodo es la de “una Iglesia viva y en comunidad” en el que la vida parroquial, desde un sentido de “unidad”, va a ocupar un lugar esencial en la pedagogía eclesial del obispo. En función de ello, en un documento de reflexión de 1975, Hesayne señala que para lograr esa unidad “se necesitará un cambio fundamental de mentalidad y una cabal comprensión del sentido de la comunidad (…) una mentalidad auténtica, íntegra y teológicamente conciliar (…) Una ascesis apasionada por la renovación, pero serena en paciencia”.30 Para llevar a cabo ese cambio de mentalidad, el obispo rionegrino habla de la necesidad de una “Pastoral de Conjunto”, donde el sujeto sea un pueblo y no un sector.31 Es decir, la acción pastoral de una comunidad eclesial madura, que oficie como comunidad comprometida con “el cambio ineludible del mundo de hoy y enfrente la incertidumbre y el azar que él lleva consigo”.32 En esta definición, como también lo pudimos observar en las anteriores, las mismas se van a ir manifestando en diferentes acciones pastorales vinculadas con la unidad territorial y el “encadenado eclesial”. Una de las primeras, mencionada en su carta de 1975, fue la de recorrer el territorio rionegrino y llegar a cada una de las parroquias buscando que las mismas ocupen un “lugar privilegiado”33 en ese proyecto pastoral. Es decir, durante los primeros años, su objetivo estuvo centrado en recorrer y conocer la provincia, construyendo símbolos, generando acciones que contribuyan a crear ese sentido de “unidad”, identificado como “un encadenado, que uniera efectivamente a los feligreses de cada parroquia entre sí y con las demás de la diócesis de Viedma”;34 y, principalmente, construir una Iglesia que “se transforme más y más en una comunidad participativa; una Iglesia rionegrina, lugar de comunión fraterna y servicial”.35 En 1978, en línea con esa idea, encontramos la primera mención sobre la “necesidad de que surjan comunidades eclesiales de base”, la cual constituye una propuesta estructural del Sínodo diocesano de 1983. Esta mención la identificamos en una carta del obispo a la Iglesia rionegrina en el marco de la cuaresma de 1978. Allí el obispo se pregunta “¿no será ésta la tarea que debemos encomendar a los cristianos comprometidos de nuestras comunidades? podría ser un hermoso trabajo de cuaresma formar comunidades de base en nuestras parroquias, así sería una cuaresma vivida en serio”36. Luego de esta interpelación a acercarse a las parroquias y generar comunidades surge la idea de la “Semana Santa Misionera itinerante”, recorrido misional que lleva a cabo el obispo acompañado del seminarista Enrique Lafforgue. Durante ese viaje, y por sugerencia de Lafforgue, Hesayne decide crear un símbolo devocionario que estuviera identificado con la región y que uniera a todos los fieles de las diversas parroquias rionegrinas (Barelli, 2019). Luego de una consulta con el presbiterio, se decide por el nombre de Virgen Misionera de Río Negro,37 y confecciona la imagen de una mujer mapuche y pobre para representar al pueblo rionegrino, nombrándola patrona provincial, vinculada al paisano de la línea sur38 y al migrante chileno (Nicoletti y Barelli, 2019). La imagen, antes de entronizarse en 1979, es llevada en 1978 por el obispo a recorrer la provincia, “es ella la que va al encuentro de su pueblo”39 (Barelli, 2019).

El rastreo de estas tres definiciones claves, durante los primeros años del obispado de Hesayne, nos permite identificar las primeras ideas rectoras que irán delineando la pedagogía eclesial del obispo y enlazar esas acciones pastorales que oficiarán de plataforma para el Sínodo.


2. Anuncio del Sínodo (1978-1980)


La propuesta de realizar un sínodo en la diócesis de Viedma, como ya hemos mencionado, surge de una instancia consultiva al presbiterio rionegrino en 1978. En ese mismo año es aprobado por el Papa Pablo VI40 en una visita de Hesayne y desde allí, se inicia una etapa de reflexión que se extiende hasta 1980. Resulta pertinente mencionar que durante este periodo de consulta y reflexión se producen dos acontecimientos que, de alguna manera, van a influir en ciertos lineamientos del proyecto sinodal. El primero, corresponde al impacto en la región del conflicto generado por la delimitación del canal Beagle que abre una etapa de tensión en las relaciones entre Argentina y Chile. En este marco, Hesayne asumió un gran protagonismo, tanto a nivel regional,41 respaldando al migrante chileno; como a nivel nacional, solicitando en varias oportunidades que la Iglesia42 Argentina se pronunciara por la pacificación de los pueblos (Azcoitia y Barelli, 2018). Para Hesayne el migrante chileno, desde los inicios de su obispado, constituyó, de la misma manera que la población indígena,43 un sujeto sumamente relevante de su acción pastoral. Prueba de ello fue la creación en 1976 de la Pastoral de migraciones;44 el impulso de los encuentros binacionales de obispos (1976-1979)45 realizados a ambos lados de la cordillera (Nicoletti, 2018); y sus diferentes intervenciones públicas en defensa de los derechos de los migrantes. El segundo acontecimiento relevante y que influirá en la pedagogía eclesial de Hesayne, con algunos replanteos y contradicciones, es la III Conferencia Episcopal Latinoamérica, celebrada en 1979 en la ciudad de Puebla, México. Esta última, a diez años de Medellín, generó reposicionamientos teológicos e ideológicos en las que prevalecieron en la organización de la conferencia las corrientes más moderadas y reformistas de la Iglesia Católica. Es decir, a nivel eclesial en Puebla asomaban las posiciones que buscaban una continuidad con la línea de Medellín, por un lado, y aquellas que impulsaban una mirada más conservadora sobre la misión e identidad de la Iglesia. Juan Pablo II, en su discurso inaugural del 28 de enero de 1979, lo señalaba diciendo que se debía tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín “con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones a veces hechas que exigen sereno discernimiento, oportuna crítica y claras tomas de posición”,46 marcando, de alguna manera, un cambio de dirección. En síntesis, en Puebla los obispos anunciaban la evangelización de la cultura y la acción pastoral en consonancia con el documento de Evangelii nuntiandi (1974) resaltando la época de crisis y el momento de profunda transformación social, llamando a la Iglesia a ocupar un lugar central (Fabris, 2011). En el documento, si bien se pueden observaron algunas continuidades con Medellín como la “opción preferencial a los pobres” y la aprobación de las CEBs, y nuevas líneas como la denuncia a la violación de los derechos humanos; la depuración de la idea de liberación y la definición de pueblo47 fueron los puntos de más tensión en las relecturas previas al documento final. Estos puntos de continuidad entre Medellín y Puebla y la lucha por los derechos humanos serán los señalados por Hesayne en sus diferentes alocuciones y lineamientos pastorales.

Finalmente, en la semana santa de 1980, Hesayne anuncia el Sínodo Pastoral Diocesano. En ese mensaje habla de la motivación de la convocatoria vinculada a la necesidad de evangelizar y de profundizar la renovación de la Iglesia rionegrina, incorporando “en estado de asamblea” a la provincia. Es decir, en palabras del obispo, “no solamente escuchar a los presbíteros, a los religiosos y religiosas, sino a todo el pueblo de Dios, a los laicos, a todo, inclusive escuchar a los no creyentes si fuera posible”.48 Siguiendo ese objetivo aclara que dicha experiencia evangelizadora49 rionegrina debe ser “con un marco referencial al Concilio Vaticano II y a Puebla en especial” 50 y que de ninguna manera podía reducirse a un mero conocimiento doctrinal. En esa misma línea retoma la idea del “diálogo”, mencionada en el primer apartado, para pensar la estructura y organización de la Iglesia rionegrina. Recupera la importancia del conocimiento del territorio poniendo en valor la conciencia histórica y su población. Sobre esto último, y buscando interpelar al espacio provincial, se pregunta si la Iglesia rionegrina responde a la realidad y a las urgencias del territorio, señalando, en este punto, a los “hermanos” chilenos y la “problemática de la migración”. Habla entonces de “examen interior” y de la necesidad de tomar como referencia a Puebla y preguntarse si se vive en el evangelio y cómo se está anunciando, reproduciendo fragmentos del documento de la conferencia episcopal.51 En este punto, se menciona también como objetivo del Sínodo la necesidad de renovar las estructuras pastorales buscando modalidades que respondan de forma más clara y concreta a las necesidades del pueblo rionegrino.52


3. Etapa pre-sinodal de preparación y organización (1981-1983)


A dos años de Puebla, el contexto nacional en 1981 presenta un clima de tenue apertura política, momento en el cual los obispos expresaron su aval a la reinstitucionalización democrática a través del documento Iglesia y Comunidad Nacional (Fabris, 2011). Los partidos políticos se hicieron eco de esa posición y encontraron allí un recurso para dar legitimidad a sus reclamos. Sobre el documento Fabris afirma qué, si bien permitió a los obispos lograr una mayor autonomía respecto a la dictadura, presentándose como “fuente de inspiración de la reconciliación del país y la reconstrucción democrática”, pocos se identificaron verdaderamente con la causa democrática (2011:71). Entre estos últimos se encontraban los obispos patagónicos. En reconocimiento a este compromiso con la defensa de los derechos humanos y con la democracia, el obispo Jaime De Nevares será convocado para integrar la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP)53 (Nicoletti 2012, Navarro Nicoletti y Nicoletti 2021), mientras que Miguel Hesayne, además de variadas intervenciones públicas sobre su posición al termino reconciliación desvinculado del arrepentimiento y la justicia, será invitado a participar en la Comisión de Derechos Humanos de la Provincia de Río Negro, creada al año siguiente54 (Mereb, 2017). Iglesia y Comunidad Nacional marcó una distancia significativa con la ya mencionada Declaración de San Miguel (1969), desapareciendo completamente las referencias a la liberación y la competencia particular de la Iglesia con los pobres. En síntesis, en el nuevo contexto eclesial y nacional, el proyecto de la Iglesia católica no estuvo dirigido a los sectores populares, sino que buscó interpelar al conjunto social en particular a los sectores dominantes en función de la consolidación de la presencia en la sociedad y su crecimiento institucional (Fabris, 2011).

En este marco de reposicionamientos y tensiones, la diócesis de Viedma inicia el camino de preparación y organización del Sínodo, denominado por Hesayne como “el momento fuerte”,55 el cual duró dos años y medio. Dicha etapa se inauguró con la conformación de una secretaria general del Sínodo a cargo del Pbro Juan Bengochea y Enrique Barbudo como secretario adjunto. Según los documentos, ellos tenían la potestad de elegir a los demás miembros de la secretaria y de articular con toda la diócesis la etapa de preparación. Esta etapa se estructuró y se llevó a cabo en dos direcciones. Una emitida desde el obispado al territorio, a partir de “gestos simbólicos”, que buscaban el acercamiento a la realidad de la población y de una comunicación directa, a partir de la publicación mensual de la Carta del Obispo;56 y, otra desarrollada desde el territorio hacia el obispado, a partir de talleres y asambleas parroquiales vicariales que buscaban tener un diagnóstico previo a las sesiones sinodales.


a) Desde el Obispado al territorio


Las distancias y la dificultad de poder llegar a todos los fieles de la diócesis fue una de las preocupaciones más relevantes y constantemente mencionadas por el obispo en cada una de sus alocuciones o mensajes pastorales. En función de ello, una de las primeras acciones, como ya hemos mencionado, fue la creación de la Virgen Misionera en el marco de un recorrido mariano por el territorio. Esta preocupación por vincular el espacio provincial o, como mencionamos en el primer apartado, lograr ese “encadenado eclesial”, también lo llevó a planificar, en el contexto del anuncio del Sínodo, los festejos religiosos de semana santa y navidad de forma itinerante, recorriendo y celebrando en diversas parroquias rionegrinas. Para Hesayne se trataba de un "gesto simbólico" que lo acercaba a la realidad del pueblo rionegrino y especialmente a la realidad de los más pobres y necesitados.57 En ese mismo mensaje y siguiendo ese objetivo de llegar a toda la población rionegrina, Hesayne hacía el anuncio de una publicación mensual titulada Carta del Obispo, en la que se retoma esa idea de “dialogo”, mencionada en el primer apartado, como intercambio y acercamiento al pueblo rionegrino. Ese intercambio lo propone desde un acercamiento personal y apelando a la afectividad “como a un “padre” a un “hermano” o un “amigo”;58 y desde un espacio pedagógico de “orientación y exhortación pastoral”.59 Sobre esto último, en cada uno de los números, se puede rastrear la dirección que debía tener la preparación “pre-sinodal” y cuáles serían los temas fundamentales que se debatirían en las sesiones sinodales. En línea con esto último, durante esta etapa se llevaron a cabo varias instancias de preparación. La primera, fueron los grupos de reflexión sinodal por Vicarias60 que se reunieron entre agosto y noviembre de 1981, y luego, se organizó un plenario de la diócesis en el que se elaboró un procedimiento para llevar a cabo las consultas parroquiales.

Durante esos años de reflexión y debate, el obispo fue marcando la agenda a trabajar. La primera definición, que se transformó en una especie de lema vinculado al proceso sinodal, fue la frase “De los pobres a todos”, la cual condensó, según Hesayne, el espíritu que guio el proceso del Sínodo en todas sus etapas. Esta frase si bien se encuentra en estrecha vinculación con la “opción preferencial a los pobres” de Puebla, también le imprime otro sentido al sujeto “pobre”. Es decir, no se lo piensa de forma pasivo y en calidad de receptor, sino como sujeto activo y con agencia. Así, por ejemplo, manifestaba en unas de las Cartas del Obispo de 1982: “A Jesús del Evangelio y de la historia real lo encontramos en medio de los pobres y llevando una vida real de pobreza. Jesús fue pobre y vivió, preferentemente, entre los pobres a los que les anunció, en forma privilegiada, la esperanza de una liberación integral”.61

Otro punto relevante que Hesayne empieza a deslizar en cada una de sus intervenciones, y que se encuentra íntimamente vinculado a la definición de la “Iglesia viva y en comunidad”, es la necesidad de interpelar el poder de la Iglesia y más particularmente las funciones del clero. En sus cartas enfatizaba la relevancia de lograr “una iglesia desprovista de poder”, abierta y “dispuesta a participar” en donde el laicado sea el protagonista y no el clero. Este proyecto para Hesayne implicaba una desclericalización y, lo que él llamaba, una parroquialización de la Iglesia,62 en donde la conformación de CEBs constituía la clave necesaria para llevarlo a cabo. Las CEBs las entendía como un espacio fundamental para la participación y formación del laicado que iba a permitir una variada “distribución de los diversos servicios y de los ministerios eclesiales”,63 haciendo énfasis en los espacios de formación para laicos.


b) Desde el territorio al obispado


Luego de dos años de constantes mensajes y lecturas de reflexión guiadas por el obispo se da paso a los talleres y asambleas parroquiales y vicariales. En relación a la instancia parroquial, los objetivos estaban dirigidos a la participación activa de los laicos y principalmente a transmitir el mensaje de transformación y construcción.64 Este último, vinculado con la necesidad de una Iglesia presente, atenta con su pueblo, “viva y comprometida”, otra de las ideas rectoras señaladas en el primer apartado. En esa clave, en los talleres y asambleas se observa la necesidad de buscar y señalar “los problemas concretos”, de pensar las posibles soluciones, de “proponer caminos prácticos de acción, para ser transmitidos a la Asamblea Vicarial Preparatorio y a la Asamblea Sinodal”.65 Es decir, la asamblea de cada parroquia, durante varios encuentros, debía responder en grupos unas de guías de reflexión66 y elegir representantes67 para luego participar de la Asamblea Vicarial (Atlántica, Valle y Andina). Esta última confeccionó un informe que luego fue elevado a la secretaria general del Sínodo. También, durante esa etapa de preparación, fueron solicitados informes a las distintas Comisiones diocesanas, asociaciones y movimientos apostólicos que elevaron sus respectivas colaboraciones a la secretaria general.

Los informes confeccionados por cada una de las vicarias en asamblea constituyeron extensos diagnósticos territoriales con datos históricos, poblacionales, institucionales, sociales y de la vida religiosa. En las tres vicarías se reflexionó sobre “la parroquia - la diócesis - sus fieles” desde los siguientes ejes: puntos de dolor, puntos de salud, y necesidades sentidas. De esos diagnósticos podemos señalar algunas características relevantes de cada una de las regiones. De la Atlántica se manifiesta falta de integración entre el centro y los barrios periféricos; estructura parroquial muy centrada en el párroco imposibilitando el crecimiento de la comunidad; ausencia de agentes pastorales con una mirada positiva y entusiasta por la renovación conciliar. Por su parte, la del Valle, resaltan la falta de integración y comunicación, enfatizando la ausencia de la Iglesia en los barrios más pobres; excesiva verticalidad en algunas parroquias, “Iglesia cerrada al mundo”; y, en relación a los puntos de salud, señalan la motivación de organizar asambleas y talleres parroquiales de participación. Finalmente, en la Andina, además de la falta de integración, señalan que la “Iglesia se olvida de la opción preferencial a los pobres y está al servicio de la clase media y alta”68, mencionan que es clasista, que los colegios no se vinculan con las parroquias; identifican falta en la organización pastoral y un importante aislamiento que lleva a que los más pobres se conviertan a otras religiones, faltan capillas en los barrios pobres; hacen hincapié en la falta de evangelización y contención al pobre, al indígena, al paisano y al migrante; y en relación a los puntos de salud, señalan el entusiasmo y las expectativas que genera el sínodo. Según Dieuzeide, en esas conclusiones se pudieron ver significativas coincidencias “sobre todo en la dimensión comunitaria de la Iglesia y en la necesidad de descentralizar las parroquias en comunidades a medida humana”.69

Estas conclusiones vicariales representan, de alguna manera, la primera fotografía del Sínodo Pastoral Diocesano. En esa imagen “la opción preferencial por los pobres”, desde acciones pastorales concretas en el territorio; la desclericalización de la Iglesia, a partir del fortalecimiento del laicado; la parroquialización de la diócesis, a través de la conformación de las CEBs aparecen como los postulados más relevantes a debatir en las sesiones sinodales para lograr proyectar esa “Nueva Iglesia rionegrina”. Sobre esto último, es importante mencionar que, durante la etapa postsinodal, estos postulados que, a simple vista, parecían consensuados, van a ser resistidos por diferentes sectores y especialmente por el presbiterio con pertenencia mayoritariamente salesiana, generando importantes tensiones con el obispado.


Reflexiones finales


El obispado de Miguel Hesayne en la diócesis de Viedma (1975-1993) desarrolló un proyecto pastoral basado en la construcción de una “Nueva Iglesia rionegrina” cuyas bases comenzaron a cimentarse a través del Sínodo Diocesano de Rio Negro (1980-1985). El Sínodo se presentó como proyecto en 1978, se anunció en la semana santa de 1980 y se realizó en dos sesiones sinodales en 1983 y 1984 respectivamente. En el presente articulo analizamos la etapa preparatoria del Sínodo (1980-1983) y rastreamos, desde los inicios del obispado, los lineamientos centrales que marcaron el camino a las sesiones sinodales, y se transformaron en los pilares fundamentales del proyecto de la “Nueva Iglesia rionegrina”.

Durante los primeros años del obispado (1975-1978) identificamos la génesis del Sínodo a partir de tres definiciones de Iglesia que oficiaron de pilares estructurales tanto en las acciones pastorales como en los posicionamientos políticos y teológicos: “la Iglesia en diálogo”, entendida tanto como acercamiento y capacidad reflexiva, así también como intercambio, participación y comunicación; “la Iglesia comprometida” con la historia y la realidad de su pueblo, implementada especialmente para la acción pastoral; y, finalmente “la Iglesia viva y en comunidad”, incorporada para la vida parroquial.

El rastreo de estas definiciones nos permitió identificar esas primeras ideas rectoras que oficiaron de plataforma para el proyecto del Sínodo de 1978 y el anuncio de 1980. En esa clave, abordamos cómo las mismas, atravesadas por el Conflicto del Beagle y la III Conferencia Episcopal (Puebla), fueron retomadas y redefinidas. De esta manera, el Sínodo se anunció con un objetivo claro de evangelización y búsqueda profunda de transformación y renovación, apelando a la conciencia histórica de su población y al “examen interior” de la Iglesia rionegrina en relación al compromiso con su pueblo.

La etapa de preparación y organización del sínodo (1980-1983) sistematizó los temas centrales del debate sinodal. Esta sistematización se logró desde dos direcciones. Una emitida desde el obispado al territorio, a partir de “gestos simbólicos”, que buscaban el acercamiento a la realidad de su pueblo y de la publicación mensual de la Carta del Obispo; y, desde el territorio hacia el obispado, a partir de los talleres y asambleas parroquiales y vicariales. “De los pobres a todos” se constituyó en el lema y el símbolo del Sínodo, la desclericalización de la Iglesia junto con el fortalecimiento del laicado, la parroquialización y la conformación de las CEBs se definieron no sólo, como los postulados para ser discutidos en las sesiones sinodales, sino también, como los pilares fundamentales para la construcción de la nueva iglesia.

Finalmente, estos postulados de transformación acompañados por la nueva devoción mariana con rostro mapuche, pueden visualizarse también, como un intento por parte del obispo de “desalesianizar” la provincia. Es decir, siguiendo algunas declaraciones de Hesayne70 y teniendo en cuenta su no pertenencia salesiana, el proyecto de renovación puede entenderse como una disputa del espacio histórico salesiano en la evangelización del territorio patagónico, a través de sus colegios y la Auxiliadora de Don Bosco. Es por ello, que podemos aventurar que la búsqueda de una nueva identidad para la diócesis, despojada de la presencia salesiana, es lo que, de alguna manera, irá desgastando, tensionando y finalmente truncando el nuevo proyecto de Iglesia.




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1 Miguel Hesayne fue designado como obispo de Viedma el 3 de junio de 1975, el 6 del mismo mes, lo reconoce la Dirección Nacional de Culto y el 8 de julio, es ordenado en la Catedral de Nuestra Señora de la Merced, en Viedma, en presencia de Mons. Miguel Ángel Alemán, el Intendente Municipal de Viedma Ángel Arias y el Gobernador de la provincia de Río Negro, Mario Franco. Decreto 1567. MP.114. ACEA. Diócesis Argentinas. Obispado de Viedma (1974-1980). “Mon. Hesayne: Telegrama de felicitación”. 6 de junio de 1975.

2 Nació en Azul, Provincia de Buenos Aires el 26 de diciembre de 1922 estudió en el Seminario de La Pata, ordenándose sacerdote para su diócesis de Azul el 12 de diciembre de 1948. Realizo estudios de pastoral rural en el Instituto Pastoral de Lisle de Francia. Desde 1966 fue Director del Instituto Cristífero Argentino y desde el 25 de junio de 1973 Vicario Episcopal de la Diócesis de Azul. Ver en: ACEA. Diócesis Argentinas. Obispado de Viedma (1974-1980). CV de Mons. Miguel Hesayne.

3 El Concilio Vaticano II se llevó a cabo desde 1962 a 1965. Constituyó un hito transcendental en la historia de la Iglesia Católica contemporánea, así como también su recepción en el ámbito latinoamericano. Propició una teología más propensa a aceptar las consecuencias de la secularización e introdujo cambios significativos en la forma de concebir la sociedad, el hombre, la Iglesia y sobre todo la relación de estos con Dios. Producto de dichos encuentros se redactaron una serie de documentos fundamentales entre las que se destaca la promulgación de la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium y la constitución pastoral sore la Iglesia y el mundo moderno Gaudium et spes. Las encíclicas Mater est magistra (1961), Pacem in Terris (1963 y la Popularum proessio (1967) completaron la tarea transformadora impulsada por Juan XXIII y Pablo VI (Touris, 2021).

4 La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968), durante el pontificado de Pablo VI, profundiza las propuestas conciliares donde se visualiza el desplazamiento hacia la idea de “liberación” por vía teológica, se apunta a una acción pastoral desde la concientización de los sectores populares denunciando la injusticia y la opresión, estimulando la formación de comunidades eclesiales de base (CEBs) y fomentando un compromiso desde la “opción por los pobres”.

5 En 1969 en San Miguel se elabora un documento del Episcopado Argentino sobre la implementación de las conclusiones de Medellín a la situación del país de ese momento. Si bien, dicho documento fue abrazado por el clero renovador y tercermundista, su eco fue efímero debido a que esta orientación no era representativa de la mayoría de la jerarquía eclesiástica que no acompañaba estos postulados (Touris, 2021: 113).

6 Preocupado exclusivamente por lo dogmático. Conformaron grupos de personas o movimientos que se definían como católicos y privilegiaban elementos de orden, autoridad y mesianismo (Mallimaci, 2016).

7 Término que refiere al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM), un colectivo de sacerdotes argentinos que realizan el Mensaje de dieciocho obispos para el Tercer Mundo aparecido en agosto de 1967 críticos con el sistema capitalista y con los colectivismos totalitarios, se pronunciaban por un socialismo de tinte cristiano (Touris, 2021:113).

8 Exhortación Pastoral Postsinodal de la diócesis de Viedma (Río Negro). Para anunciar a Jesucristo. Viedma 1985. p.3.

9 Cajas N°4 1975-1982 y N°5 1983- 1988 tituladas Hesayne, mensajes y homilías/ Boletines eclesiales. Caja Virgen Misionera. Caja del Sínodo (1980-1985).

10 Entre los otros jóvenes con militancia social que arribaron por esos años a la Diócesis de Viedma, se destaca el sacerdote Dieuzeide. Miembro del MSTM, fue detenido el 24 de marzo de 1976 y tras cuatro meses en prisión ingresó a la vida monástica hasta su llegada al obispado en 1982, donde tempranamente desempeñó un rol muy importante en el esquema comunicacional de la Diócesis y generó un vínculo muy estrecho con el obispo Hesayne.

11 Presbítero de la Arquidiócesis de Buenos Aires y profesor emérito de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Colaboró con la redacción de varios documentos del Episcopado Argentino, sobre todo, La Declaración de San Miguel (1969), Iglesia y Comunidad Nacional (1981) y Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización (1990).

12 El Sínodo Diocesano. Quilmes y Viedma. Buenos Aires. Latinoamérica Libros srl. Julio de 1982. Pp. 65 y 66.

13 Boletín eclesiástico, Sección oficial del obispado, Primera Carta Pastoral del Obispo Hesayne, 8 de julio de 1975. pp.19

14 Boletín eclesiástico, Sección oficial del obispado, Primera Carta Pastoral del Obispo Hesayne, 8 de julio de 1975. pp.23

15 Boletín eclesiástico, Sección oficial del obispado, Primera Carta Pastoral del Obispo Hesayne, 8 de julio de 1975. pp.21

16 Decreto 09/75. Se informa la constitución del equipo del secretariado para los medios de comunicación. 25-12-1975. Pp.1.

17 Su relación con Hesayne inició a fines de los años sesenta en el marco de su militancia en la Juventud de Estudiantes Católicos y la Juventud de Universitarios Católicos y su participación en el Consejo Nacional Pastoral, siendo Hesayne delegado regional de Azul. Este vínculo se mantuvo durante los años en que Busso trabajó en la revista Servicio de Documentación de Información Popular Latinoamericana, la cual se publicó en la ciudad de La Plata entre 1973 y 1976. Tras el golpe de Estado de 1976, Néstor Busso fue secuestrado y luego de su liberación se exilió en Brasil junto a su familia. Desde allí mantuvo una permanente correspondencia con Hesayne, quien le ofreció trabajar en la comunicación del Obispado una vez que retornó al país a principios de 1983 (Barelli y Azcoitia, 2022:151)

18 La Mina de hierro de Hipasam se encuentra ubicada en la localidad de Sierra Grande de la provincia de Río Negro. Constituyó uno de los proyectos productivos instalados en la Patagonia a fines de la década de 1960. Perteneció en un 80% a la Dirección General de Fabricaciones Militares y fue considerado estratégica en la región para el desarrollo industrial (Pérez Álvarez y Narváez, 2022).

19 Ciudad ubicada al sudeste de la provincia de Río Negro.

20 Aldo Scotto y Oscar Calvo llegaron a Sierra Grande en abril y mayo de 1975. “Fueron los que pidieron que el ingeniero Jorge Bande no sea encarcelado, y son los que reintegraron a la empresa el teodolito, dispositivo para medir los niveles del terreno, que usaba mi padre para diagramar la inclinación del camino interior de la mina como jefe de agrimensura, y que habíamos escondido en el altillo de nuestra casa para que los miliares no lo rompan y después acusen a los mineros. Así fueron atacados con una bomba el día que el Centro Clandestino de las Gamelas se cerraba en su función de “cárcel de la dictadura que vendrá”” (Bertolesi, 2023: 226).

21 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Homilía del Señor Obispo Diocesano de Río Negro. Monseñor Miguel Hesayne, en la misa de desagravio, concelebrada en la Iglesia de Sierra Grande. 7 de diciembre de 1975. 20hs. Pp.3

22 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Homilía del Señor Obispo Diocesano de Río Negro. Monseñor Miguel Esteban Hesayne, en la misa de desagravio, concelebrada en la Iglesia de Sierra Grande. 7 de diciembre de 1975. 20hs. Pp.3 y4.

23 “El fin no justifica los medios. Una fuerza que usara la tortura moral o física con la pretendida noble intención de informaciones de bien común, se convierte, ipso facto, en la más vil de las violencias”. Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. homilía del Señor Obispo Diocesano de Río Negro. 9 de julio de 1976. Pp.3.

24 Carta dirigida por familiares de desaparecidos firmada por Hesayne dirigida a la Junta Militar del gobierno de las Fuerzas Armadas. Diciembre de 1977. Archivo del obispado.

25 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Homilia del obispo de Rio Negro en Navidad de 1978. Pp.5

26 Intercambios de cartas entre Hesayne y De Nevares de diciembre de 1976 y febrero de 1977 mencionando la tortura y la preocupación sobre el silencio de la CEA. En Archivo del Obispado de Neuquén. Obispos Argentinos. Cartas de Hesayne. (29/11/1976; 25/1/1977; 6/9/1977; 8/9/1977).

27 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta del Obispo de Viedma-Rio Negro al regresar de su viaje a Roma a los sacerdotes, religiosas(os) y laicos (04/05/1978)

28 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta dirigida al Presidente del I Congreso Mundial de Carnes.

29 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta del Obispo Hesayne a la Iglesia rionegrina 1977. P.1.

30 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Reflexión acerca de la sustentación de la Iglesia, de sus ministros y de sus agentes pastorales. 1975, pp.5

31 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Reflexión acerca de la sustentación de la Iglesia, de sus ministros y de sus agentes pastorales. 1975, pp.3

32 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Reflexión acerca de la sustentación de la Iglesia, de sus ministros y de sus agentes pastorales. 1975, pp.3

33 Boletín Eclesiástico, Sección oficial del obispado, Primera Carta Pastoral del Obispo Hesayne, 8 de julio de 1975 .pp.22

34 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

35“Mensaje Pascual de 1978”, Boletín Eclesial, abril- diciembre de 1978, p. 18, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

36 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta Pastoral del obispo en la cuaresma de 1978. Pp.2.

37 Para iniciar la devoción, se organizó una primera peregrinación por toda la provincia en donde la imagen recorrió unos 5.500 kilómetros sobre el auto del obispo junto con los párrocos de las distintas ciudades rionegrinas y fieles de cada lugar. Un año después, el 12 de octubre de 1979, la Virgen fue entronizada en la capilla de la Colonia de San Juan de General Conesa (Barelli, 2019).

38 Zona rural y pobre ubicada al sur de la provincia de Río Negro.

39 “Mensaje Pascual de 1978”, Boletín Eclesial, abril- diciembre de 1978, p. 18, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

40 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta del Obispo de Viedma de Rio Negro a sacerdotes y religiosas y laicos. Abril del 78 pp. 1

41 “La realidad que golpea nuestra conciencia cristiana es esta: miles de emigrantes chilenos en nuestra Diócesis, se encuentran hoy en una tremenda situación de angustia y desesperación (…)”. En: Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta Pastoral del Obispo de Rio Negro a la Iglesia Rionegrina y a hombres y mujeres de buena voluntad. 12 de septiembre de 1978.

42 Archivo del Obispado de Viedma. Caja 4 (1975-1982) Hesayne, mensajes y homilías. Carta de junio de 1978 dirigida al Nuncio Apostólico por la pacificación de los pueblos chilenos y argentino. Junio de 1978.

43 Ver Barelli y Azcoitia (2021). “De los pobres a todos”. El proyecto pastoral de Hesayne en la Línea Sur, durante la primavera democrática (1984-1985). Revista Pilquen. Viedma: Universidad Nacional del Comahue. Vol.24. Pp. 46-63.

44 En 1976 se reúne CO-PA-MI: Comisión de Pastoral de Migraciones, la cual va a articular las diferentes pastorales de migraciones de la diócesis. Archivo Histórico de las Misiones Salesianas de Patagonia, Crónicas de la Parroquia Inmaculada de Bariloche folio 91, 23/12/1976).

45 En los tres encuentros se analizaron diferentes documentos: “Instrucción sobre la asistencia Pastoral de /los Migrantes”, “Evangelii nuntiandi”, “Iglesia y movilidad humana”, Conferencia de Puebla, Discurso de Pablo VI 17/10/1973, Recomendaciones del encuentro “Pastoral de Migraciones” de CELAM, Quito 9/10/75 (I Encuentro argentino-chileno de Obispos de la Región sur, San Carlos de Bariloche, 9-10 de marzo de 1976) (Nicoletti, 2018:6).

46 Juan Pablo II. Discurso inaugural pronunciado en el Seminario Palofoxiano de Puebla de los Ángeles, Mexico.28 de enero de 1979. En III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Documento Puebla. Buenos Aires. 1979. Pp.10.

47 Sobre la dicotomía pueblo/elite, presente en Medellín, en Puebla “decantó en su costado más tradicional, recuperando la idea de nación afirmada sobre valores religiosos aportados por el cristianismo, tan importante para el nacionalismo católico” (Fabris, 2011:56).

48 Reportaje revista Humor en mayo de 1983. pp. 88.

49 Boletín eclesiástico, marzo a septiembre de 1980. Sección oficial del Obispado. pp34.

50 Boletín eclesiástico, marzo a septiembre de 1980. Sección oficial del Obispado. pp34 y 35.

51 Boletín Eclesíastico, marzo a septiembre de 1980. Sección oficial del obispado. Pp.35.

52 Boletín Eclesíastico, marzo a septiembre de 1980. Sección oficial del obispado. Pp.35.

53 La CONADEP fue creada en 1983, a través de un decreto del presidente Raúl Alfonsín, con el objetivo de investigar el destino de las víctimas del terrorismo de Estado. Los testimonios y documentos recabados durante los nueves meses en que funcionó dieron lugar a un informe que se publicó bajo el título Nunca Más (Crenzel, 2013)

54 El 5 de marzo de 1984, el gobernador Álvarez Guerrero decretó la creación de la Comisión de Derechos Humanos de la Provincia de Río Negro. (Decreto N°375. Poder Ejecutivo. Viedma, 5 de marzo 1984. Boletín Oficial.) El mismo establecía que debía estar integrada por “aquellas personas que más se han destacado en nuestro territorio demostrando su inclaudicable valentía y voluntad por defender el estado de derecho y la vida de los ciudadanos, repudiando la violencia y asumiendo una conducta activa frente a las graves violaciones legales de la represión ideológica e indiscriminada” (Mereb, 2017).

55 Boletín eclesiástico, marzo a septiembre de 1980. Sección oficial del Obispado. pp34.

56 Publicación mensual realizada y editada por el obispado que estuvo en circulación desde 1981 hasta 1985.

57 Hesayne, Carta del Obispo, Año 1, N°1, 1981.

58 Hesayne, Carta del Obispo, Año 1, N°1, 1981.

59 Hesayne, Carta del Obispo, Año 1, N°1, 1981.

60 Carta del Obispo, Año 1, N1, 1981.

61 Carta del Obispo, Año 1, N6, 1982.

62 Entrevista a Dieuzeide, octubre de 2022.

63 Carta del Obispo, Año 1, N6, 1982. Pp.2.

64 Documento sobre la naturaleza y objetivo de la Asamblea Parroquial s/f. Archivo del Obispado de Viedma.

65 Documento sobre la naturaleza y objetivo de la Asamblea Parroquial s/f. Archivo del Obispado de Viedma.

66 Para las Asambleas parroquiales se armó un temario particular titulado: “Parroquia: Familia de Dios – Fraternidad Misionera – Taller de Civilización del amor”. Dicha guía también estaba organizada en tres dimensiones: a) Comunión eclesial, b) misión evangelizadora c) la consagración del mundo. Estas dimensiones se abordaron en tres encuentros con guías confeccionadas de preguntas para la coordinación de los trabajos en grupo. Las propuestas de cada uno de los encuentros fueron: 1) Mirar la realidad exterior e interior de nuestra Comunidad; 2) Analizar la realidad y juzgarla; y 3) Consensuar criterios y caminos acción pastoral.

67 Se designaban 15 representantes de cada vicaría para la Asamblea Vicarial.

68 Asamblea Vicarial Preparatorio. Vicaria Andina. Bariloche, 17-18 de septiembre de 1983. P. 7.

69 Entrevista a Dieuzeide, realizada por Barelli en mayo 2022.

70 Hesayne, Dieuzeide, Moia (2016). Diálogos en Azul. Tres peregrinos, un camino y el Concilia Vaticano II. PPC. Cono Sur. Buenos Aires. Pp. 41