Itinerantes. Revista de Historia y Religión 17 (jul-dic 2022) 1-7
On line ISSN 2525-2178
https://doi.org/10.53439/revitin.2022.2.01
Dossier: Evangelización, negociación y secularización en misiones y doctrinas de la América Colonial. Siglos XVI al XIX.
Evangelization, negotiation and secularization in missions and doctrines of Colonial America. 16th to 19th centuries.
José Manuel A. Chávez Gómez
Dirección de Estudios Históricos
Instituto Nacional de Antropología e Historia (México)
Presentación
La intención de este Dossier es exponer cómo la evangelización, a nivel americano, tuvo aspectos poco conocidos que fueron delimitados por su regionalismo y las necesidades imperantes en cada momento histórico. Por ello, se integran textos con una historia regional y continental de las órdenes mendicantes desde el virreinato de la Nueva España hasta los virreinatos del Perú y del Río de la Plata con perspectivas diferentes y propuestas novedosas en disciplinas como historia del arte, historia y etnohistoria.
Se realiza un análisis puntual y pormenorizado de algunos aspectos de la labor misionera en el Altiplano de México, en la Península de Yucatán, en las Provincias de Chiapa, de Pilcomayo y en la de Corrientes desde el siglo XVI hasta el XIX.
Se muestra como los franciscanos, dominicos y otras ordenes misioneras desde un inicio recopilaron información de los sujetos de evangelización para cristianizarlos y avasallarlos bajo el rey español. Fueron diversas acciones y condiciones organizativas que practicaron las órdenes para predicar, además de los retos impuestos por el contexto cultural de los indígenas americanos tan contrastante al igual que su distribución en un extendido territorio (Gómez, 1977: 148, 170 209).
El análisis propuesto por Robert Ricard (1997) se mantiene vigente en muchos aspectos, pero se ha enriquecido por distintos estudios que han surgido sobre el tema de la evangelización. Este autor nos describió las estructuras políticas, estratégicas y sistemáticas que examinaron los misioneros para atemperar las condiciones sociales y espirituales que sustentaban desde tiempos pretéritos los indios. Por tal motivo, los frailes planificaron sobre la marcha distintas maniobras que ensayaron, desecharon o mantuvieron por su efectividad para instaurar un inédito sistema político, social y religioso administrado por ellos, lo que fue determinante para el desarrollo ulterior de las poblaciones autóctonas. Con esto, Ricard (1997: 141, 182) mostró como la conquista militar fue el primer episodio que después continuó la conquista "espiritual".
Asimismo, los evangelizadores tenían orígenes distintos y formaciones universitarias diferentes, que influyeron en la forma de convertir a los naturales. Algunos consideraban demoler los antiguos templos, proscribir los rituales tradicionales y escarmentar a los que reincidieran. Otros estimaron conveniente convencer amorosamente a los indios a través de la doctrina y el modelo evangélico; para alcanzar sus metas debían aprehender el idioma, las costumbres y proceder piadosamente en cada poblado. Varios frailes obtuvieron la confianza de los naturales al mostrarse austeros sin pretensiones al convivir de manera cercana con ellos (Borges, 1992a).
Mucha información que se tiene de las culturas precolombinas al momento del contacto con los españoles se debe al registro escrito que realizaron los evangelizadores (Ricard, 1997: 236, 267). También produjeron diccionarios, gramáticas y recopilaron importantes testimonios sobre la organización y vida de los indios después de la conquista. (Ricard, 1997: 119).
Las diferentes posturas de los religiosos suscitaron algunas desavenencias entre las órdenes pero sobre todo con la jerarquía eclesiástica sobre el proceder de los frailes en la evangelización. También tuvieron frecuentes desaguisados con los funcionarios civiles y colonos españoles por defender a los indios de los constantes abusos que les hacían. Asimismo, la secularización de sus doctrinas fue otro desencuentro con los obispos porque muchas órdenes mendicantes se negaron a entregar sus iglesias y conventos al clero secular, pese a que se había estipulado en el Concilio de Trento, por esa razón muchos templos pasaron a ser parroquias. Esta desavenencia permaneció hasta principios del siglo XIX.
Conforme avanzó la cristianización de las nuevas tierras el cristianismo fue aceptado paulatinamente por las poblaciones. Sin embargo, varios naturales continuaron celebrando sus deidades antiguas. Igualmente había más indígenas que debían evangelizarse, pero estaban en lugares alejados y de difícil acceso. Los indios convertidos incorporaron a la liturgia cristiana elementos pertenecientes a sus antiguas costumbres transformando su religiosidad popular en una hagiografía muy particular reflejándose en la arquitectura y manifestaciones plásticas de los pueblos (Ricard, 1997: 399-402).
Las órdenes religiosas llegaron a América para catequizar, pacificar, y predicar la religión católica e incorporar a los nuevos cristianos bajo la Corona española. La cual como patrona de la iglesia financió las misiones para que los misioneros evangelizaran los territorios antes sometidos por las armas. Empero en una extensión territorial tan extensa y con el desarrollo de las doctrinas en un tiempo delimitado hubo dos tipos de misiones, de acuerdo con la propuesta de Pedro Borges (1992b: 431-435):
A) Misiones nucleares (1493-1573). Comprendieron el área donde se asentaron los señoríos precolombinos y que en un primer momento no fueron denominadas misiones, significación que apareció después. En estos años no se conocía bien las nuevas tierras por ende los primeros conjuntos conventuales se fundaron en las otrora capitales precortesianas como centros de difusión del cristianismo para avanzar sobre territorios infieles circunvecinos.
B) Misiones periféricas (1573-1824). Segunda etapa de evangelización que tendría varias subdivisiones regionales a nivel continental. Las diferentes órdenes en este periodo delimitaron más sus territorios de interacción para evangelizarlos casi únicamente por cada una de ellas. Se asignó la denominación de misiones a las regiones geográficas que iniciaban su conversión o aquellas que restaban evangelizarse.
Con ello vino una jerarquía de los asentamientos misionales utilizados para asignarle la categoría en la que se encontrara en el avance evangelizador. En las dos fases aparecen unidades mínimas denominadas doctrinas, asentadas en un poblado principal también llamado cabecera de doctrina. Desde esta localidad los frailes residentes administraban las poblaciones circundantes denominadas pueblo aledaño, anejo, o comúnmente visita, en algunos casos estancias o misión; sin embargo al consolidarse en la evangelización se les designaría doctrina, y cuando se secularizaba para el clero diocesano adquiría la categoría de parroquia bajo la jurisdicción del obispo más próximo.
El término de misiones fue aplicado a inicios del siglo XVII para nombrar un área en desarrollo evangelizador, misma connotación tuvo la palabra conversiones referente a un grupo de poblados o misiones locales que estaban cristianizándose.
Recapitulando, las primeras fundaciones fueron grandes núcleos urbanos, correspondientes a capitales de los señoríos prehispánicos, resultando la etapa nuclear descrita por Borges (1992a: 482). Después el auge misionero se formalizará en la fase periférica desde el siglo XVII con un primer florecimiento con un segundo crecimiento en el siglo XVIII, llegando algunas misiones a la independencia y periodo post independentista de las tierras americanas. En estas centurias los religiosos establecieron asentamientos misionales donde las comunidades indígenas fueron congregadas bajo su rigurosa administración, que los instruía en la fe procurando que su conversión fuese próspera (Borges, 1992b).
En un conteo global sobre el área evangelizada en tres siglos de dominio español en América se cristianizaron alrededor de 14.500.000 km2, formando una distribución poblacional bien apuntalada por regiones. La preponderancia mendicante en este anchuroso territorio dispuso de organismos particulares a través de los frailes para administrar mejor a los indígenas. Con el paso del tiempo la misión solitaria de los frailes cambió por un ordenamiento institucional y “profesional” de los evangelizadores al instituirse los colegios misioneros que funcionaron principalmente para los franciscanos y jesuitas (Borges, 1992a).
Afortunadamente en las últimas dos décadas del siglo XXI el conocimiento y análisis sobre la evangelización y aportaciones de las órdenes religiosas en diferentes áreas americanas se ha enriquecido, pero falta profundizar en estudios comparativos e intra regionales. Asimismo han progresado los estudios de arquitectura y su relación con el paisaje, análisis estilísticos y urbanísticos de los conjuntos conventuales, y el patrón de asentamiento de las misiones que dejó marcas en varias ciudades americanas evidenciadas en su patrimonio histórico y cultural.
Para la distribución espacial y la planificación del asentamiento las órdenes siguieron modelos conocidos previamente en Extremadura y Andalucía, España. De estos lugares eran originarios o profesaban en sus conventos la mayoría de los religiosos que llegaron a América (Borges 1992b). También debieron de adaptar la construcción de los conjuntos conventuales a las diferentes regiones y climas. Por ello, el convento y la iglesia debían asentarse en un lugar centrado dónde pudiera observarse la geografía circundante. Asimismo mantener una armonía con el paisaje e integrarse al medio para que no fuera discordante con su entorno. Por eso los grandes atrios, plazas y capillas abiertas techadas con ramadas fueron una solución utilizada para integrar a los nuevos fieles. Los frailes e indios participaron en la construcción de los nuevos conventos usando materia prima y material constructivo disponible en el lugar. Ello permitió el surgimiento de estilos regionales mezclados con elementos españoles, que fueron copiados en las doctrinas circunvecinas (Kubler, 2012: 156, 162, 188, 190- 192; Artigas, 1989: 9, 14) Hubo programas evangelizadores que incluyeron un trabajo visual para implementar la enseñanza del cristianismo; la pintura mural y los retablos fueron ejemplos didácticos del pensamiento misionero.
Con el paso del tiempo la Iglesia como institución fue fundamental en el desarrollo de la vida durante la época Colonial. Desde la educación hasta la salud de los fieles fueron observadas por los religiosos al tener colegios, seminarios, hospitales y hospicios (Ricard, 1997: 256, 333). Los conjuntos conventuales construidos en el siglo XVI y XVII son testimonio del influjo y propagación obtenidos por la religiosidad popular de los indios y mestizos fuera por adopción pacífica o violenta.
Por eso en este dossier buscamos dar un panorama cronológico y regional, también observar y analizar las semejanzas o diferencias espaciales y temporales sobre el trabajo evangelizador. Todo nos da una idea de la experimentación, desarrollo, consolidación y declive de las misiones y doctrinas en la América Colonial.
No se trata de concluir sobre los aspectos generales de la evangelización en las Audiencias Americanas en los tres siglos de dominación española sino proponer ideas, análisis y contrastar los procesos históricos aquí presentados para que los lectores contrapongan sus puntos de vista o corroboren lo vertido en los distintos artículos.
El dossier se integra por cuatro artículos cuyos autores han participado en el Seminario Las órdenes religiosas en las Audiencias Americanas adscrito a la Dirección de Estudios Históricos de Instituto Nacional de Antropología e Historia (México). Sus trabajos son producto de novedosas investigaciones apoyados en fuentes primarias, crónicas y trabajo de campo. El texto que abre el dossier titulado El desarrollo de la pintura mural conventual de la Orden de San Francisco en el Altiplano central de México (siglo XVI) de Abán Flores Morán. El autor demuestra como la pintura mural conventual es una fuente primordial para entender las transformaciones sociales del siglo XVI. El trabajo destaca como los franciscanos desenvolvieron tres estilos: a) una pintura en grisalla; b) una pintura con tonalidades rojizas; y c) una pintura policroma, que tuvo una amplia circulación. Y añade que los estilos expresan una posición específica de la orden: 1.- la imagen en grisalla se relaciona con los preceptos de observancia de los frailes precursores y la inclinación por incluir elementos indígenas para facilitar la asimilación del cristianismo. 2.- la pintura en tonalidades rojizas corresponde con un conjunto de frailes desilusionados de la evangelización; ellos crearon un programa más ornamental, sin elementos autóctonos. 3.- la pintura policroma recuperó varios elementos de la primera etapa, pero con mayúsculo esplendor. Abán Flores destaca que en este programa iconográfico la colaboración indígena es palpable y mezcla figuras locales con tópicos cristianos creando imágenes excepcionales. El texto que sigue es de José Manuel A. Chávez Gómez denominado El paisaje sagrado de Chiapa de los Indios visto por los chiapanecas y dominicos en el Siglo XVI en el que plantea como los dominicos adoptaron como fundamentos de la evangelización de Napiniaca, las montañas, árboles, manantiales, y ríos. Se menciona que cuando los chiapanecas se sometieron a los frailes Predicadores, examinaron la forma de salvaguardar su visión del mundo. El autor indica que las ceibas, los cerros y los elementos acuáticos chiapanecas se adaptaron a la conquista espiritual forjando una nueva hagiografía religiosa en el pueblo de Chiapa de los Indios. Por eso el artículo analiza a través de varias categorías, como el vocablo chiapaneca nambuí o santo junto con las concepciones de cosmovisión y paisaje sagrado, la forma en que los chiapanecas constituyeron un paralelismo cultico vistiendo su dioses de santos, y articulando su territorio a las significaciones teológicas de los dominicos. El tercer trabajo llamado Ornamentar para evangelizar. El análisis de cinco retablos franciscanos elaborados en el Yucatán colonial de Bertha Pascacio Guillén nos narra como en casi tres centurias, la orden franciscana conservó la facultad única para evangelizar la península de Yucatán, reflejándose en una arquitectura y arte sacro cuyos rasgos particulares perduraron hasta el siglo XVIII. La autora menciona que, el arte estuvo restringido por los pocos recursos económicos y materia prima con que disponía la región, además estuvo ligado al avance misionero, a la secularización de doctrinas, las plagas, epidemias, hambrunas y la huida de los mayas a la selva. El artículo proporciona un primer análisis de cinco retablos auspiciados por los evangelizadores durante la Colonia; esto es, con la finalidad de percibir qué soluciones se utilizaron en su elaboración, el discurso establecido, los modelos predilectos y su evolución estilística. Por ello, el texto de Bertha Pascacio sobresale ante la falta de investigaciones sobre el tipo de piezas que existían en las iglesias franciscanas y su contexto histórico. Después se presenta el artículo Agencias eclesiásticas múltiples en Corrientes. Río de la Plata. Iglesias, parroquias y oratorios en manos de seculares y regulares (1588-1810). Un análisis espacial de la estructuración eclesiástica escrito en coautoría de María Laura Salinas y Fátima Valenzuela cuyo objetivo primordial es el de examinar la actividad social en la región eclesiástica conformada en el territorio de Corrientes, asentamiento de la gobernación de Buenos Aires, desde su fundación hasta 1810. El estudio de ambas autoras expone la red de parroquias, oratorios e iglesias establecidas después de las visitas pastorales realizadas por su obispo o sus emisarios, y vislumbra cómo respondieron a los exigencias de sus pobladores. Ambas investigadoras buscan ir más allá de un examen institucional al representar geográficamente cómo coexistieron las agencias eclesiásticas múltiples y, demostrar lo cambiante y difuso de las diferentes jurisdicciones. Por ello, Salinas y Valenzuela indagan la manera en que las capillas u oratorios atendían a sus feligreses, que expresamente no configuraban una parroquia, contexto en el que los franciscanos, mercedarios, jesuitas y dominicos cooperaban entre ellos para solventar los servicios religiosos de las localidades. Resulta interesante como las autoras verifican la información histórica que proporciona un “conocimiento cartografiado” de la distribución eclesiástica correntina contenida en documentos coloniales.
Con estos trabajos tenemos un panorama general sobre las misiones y doctrinas desde el siglo XVI mostrándonos una realidad histórica que va más allá de la idealización de los religiosos e indígenas en la época Colonial. Nos muestran las estrategias, ensayos, errores y aciertos de las órdenes mendicantes para evangelizar diferentes tipos de población autóctona desde sociedades estratificadas y sedentarias hasta grupos cazadores recolectores. Resulta interesante resaltar que cada misión llevaba una planificación establecida adecuada al ecosistema en el que se establecía. Por ello vale hacer comparaciones entre los diferentes procesos de evangelización en América para comprender las especificidades de cada región y sus semejanzas con otras localidades; lo que nos aporta una perspectiva general de las políticas de pacificación y conversión instituidas por la Corona española y las diferentes órdenes religiosas en los dominios de Ultramar.
Bibliografía
Artigas, Juan Benito (1989). “Iglesias a cielo abierto, capillas con atrio y cuatro capillas posas”. Cuaderno de Arquitectura Virreinal 6: 8-14
Borges Morán, Pedro (1992a). Historia de la iglesia en Hispanoamérica y Filipinas. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos. Estudio Teológico de San Ildefonso de Toledo. Quinto Centenario (España), 2 vols.
Borges Morán Pedro (1992b). Religiosos en Hispanoamérica. Fundación Mapfre.
Gómez Canedo, Lino (1977). Evangelización y Conquista. Experiencia franciscana en Hispanoamérica. México, Editorial Porrúa.
Kubler, George. prólogo de Carlos Flores Marini; trad. de Roberto de la Torre, Graciela de Garay y Miguel Ángel de Quevedo (2012). Arquitectura mexicana del siglo XVI 2ª ed. México, Fondo de Cultura Económica.
Ricard, Robert (1997). La conquista espiritual de México: ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572. México, Fondo de Cultura Económica.