Reseña de Gómez Martos, Francisco (2018). La creación de una historia nacional. Juan de Mariana y el papel de la Antigüedad en la Edad Moderna, Madrid, Dykinson, 270 pp., ISBN 978-84-9148-547-6
Francisco Gómez Martos busca hacer un aporte a los estudios sobre la historiografía española moderna. Se inscribe en el cruce entre la historiografía, la historia política y la historia religiosa. Estas tres líneas principales cruzan su objeto de estudio: el jesuita Juan de Mariana. Producto de su tesis doctoral, la investigación se sustenta en una base documental muy nutrida.
El autor, actualmente, trabaja el mundo del mecenazgo literario y la representación teatral del poder en la Europa moderna y es miembro del Instituto de Historiografía “Julio Caro Baroja”, de la Universidad Carlos III de Madrid. Esta pertenencia institucional se condice con sus principales líneas de investigación, reflejadas en el libro aquí reseñado: Historiografía antigua, historiografía moderna española, teoría e historia de la historiografía. Esta edición forma parte de los Anejos de la Revista de Historiografía, colección en la cual ya había publicado.
El libro consta de dos partes precedidas por un prólogo a cargo de Jaime Alvar, director de esta tesis y del Instituto de Historiografía “Julio Caro Baroja”. Su tarea es hacer una presentación de esta investigación, de su autor y de su objeto de estudio. Señala el lugar de Mariana en la historiografía española, indicando que su obra fue la más leída hasta el siglo XIX. Realiza también una contextualización breve de este personaje, como miembro de la Compañía de Jesús y dentro de la corriente del Humanismo. En cuanto a Gómez Martos, indica su formación: en territorio español en las universidades de Málaga y Carlos III de Madrid; luego bajo la guía de Richard Kagan en Estados Unidos; y un breve paso por la Universidad de Potsdam. Finalmente, resalta que este trabajo es financiado por una beca del Ministerio de Ciencia e Innovación de España.
Luego, en una brevísima introducción, Gómez Martos realiza un estado de la cuestión de igual calibre, mostrando además los repositorios documentales de los que se sirvió. Por otro lado, define un objetivo -este es, evaluar el lugar de la Antigüedad en la historia de España- y aventura su hipótesis principal: la Historia General de España es la primera gran historia nacional española, y una contribución a la creación de una identidad nacional histórica, en el contexto en que la formación de los Estados modernos supuso su correlativa invención de historias y conciencias nacionales.
La primera parte cumple la función de proveer el marco para el análisis de la obra en sí, y está dividida en tres capítulos. El primero, “Historiografía e Historia antigua en España durante el siglo XVI”, se propone situar la Historia… en un contexto histórico e historiográfico: hace un repaso por los diferentes cronistas reales de Carlos V y Felipe II, así como por los distintos intentos de escritura de historias generales de España que hubieren contemplado la Antigüedad. Estos, según el autor, son las piezas de la política de la historia de la Monarquía hispánica: una “historia oficial” del Estado moderno. Sin embargo, en ningún momento presenta a partir de qué presupuestos teóricos hace estas afirmaciones, lo cual es una debilidad significativa, siendo los debates acerca de la existencia de un Estado nacional en la Modernidad por demás importantes.
El segundo capítulo, “Vida y obra de Juan de Mariana (1536-1624)”, es una biografía. Allí muestra el medio en que nació y se formó el jesuita, repasando sus diferentes viajes por Italia. Clave es su tarea como censor de la Inquisición, lo cual le permitió el acceso a distintas fuentes. La vida de Mariana permite entrever las vicisitudes detrás de la escritura de sus obras, de las cuales también se observa la diferencia de estilos. Este último aspecto, es uno de los registros analíticos que Gómez Martos desarrolla de manera acabada, relatando su acceso a la corte de Felipe II primero, a la de Felipe III después y, por último, a la de Felipe IV. Las tramas de poder y las relaciones del jesuita en cada reinado proveen un marco de entendimiento de sus textos. Además, historiza la producción historiográfica de la época, señalando el mecenazgo y los patrocinadores como condiciones sine qua non para publicar y tener éxito.
El capítulo “La Historia”, cierra este juego de escalas propuesto por el historiador en su piso más pequeño. Esto es, analiza algunas cuestiones de la obra en sí, escrita y publicada primero en latín en 1592, y traducida al castellano por el mismo Mariana en 1601. También señala las modificaciones, y sus razones, en dicha traducción y en sucesivas ediciones, realizadas con el jesuita aún en vida. Por último, el autor aclara se centrará en el período de la Antigüedad, lo que implica adentrarse en los primeros cuatro libros de la Historia…., como hará en la segunda parte.
En ésta entonces, dedica un capítulo a cada uno de los períodos en que Mariana divide la parte antigua de su Historia…. Comienza así con “Tiempos primitivos”, dividido en dos partes: una referente al poblamiento de España y sus primeros reyes, entre los cuales destaca el mítico Túbal como héroe fundador; otra dedicada a la llegada de distintas oleadas de celtas, griegos, fenicios y cartagineses a la Península Ibérica. En cada uno de estos temas, Gómez Martos exhibe las fuentes utilizadas por Mariana, entre las cuales destacan la Biblia y autores de la Antigüedad y del Medioevo. Esto le sirve al autor para ir marcando las diferencias entre el jesuita y aquéllos en relación al tratamiento de la Antigüedad. Además, propone una clave de lectura de la obra: esta debe analizarse prestando atención a cómo el padre jesuita intenta plantear una libertad primigenia de los españoles continuamente amenazada. De esta forma, la llegada de pueblos extranjeros es definida como invasiones.
Así, el capítulo dos, “Dominio cartaginés”, abarca desde su establecimiento hasta las invasiones romanas. En cuanto a las fuentes, el autor destaca la mayor fiabilidad de las disponibles para este período. Otra vez, muestra las referencias selectivas que hace Mariana de quienes se nutre, como Florián de Ocampo, Ambrosio de Morales y Tito Livio, desplazándose de uno a otro según fuera oportuno. Destaca un problema constante en la obra del jesuita: la mezcla de cronologías. Utiliza tres tipos de conteos de los años: romano, helenístico y cristiano. Para facilitar la comprensión, el autor elabora una serie de cuadros cronológicos comparativos.
El capítulo tres, “La conquista romana”, analiza también las fuentes que utiliza Mariana para relatar este período, siendo Morales su principal guía. Indica entonces, cuánto se distancia o no de este. A su vez, entronca la vida del propio jesuita con su facilidad al acceso de textos gracias a su labor como copista y censor. Prestando atención a cada una de las ediciones de la Historia…, así como a otros escritos de Mariana, Gómez Martos muestra cómo vierte su pensamiento político en sus producciones.
El último capítulo, “Hispania”, trata dos temas principales: las historias personales de emperadores romanos y la evolución del cristianismo. Aquí Mariana contó con un mayor corpus literario, aunque siguió basándose en Morales. El jesuita evalúa y clasifica los distintos tipos de tiranos a lo largo de la historia romana. Y, en relación a esto, el comportamiento que mantuvieron los distintos emperadores frente al cristianismo. Así, la obra pasa a ser una de las tantas historias sagradas que se venían produciendo desde el siglo XV, y cualquier hecho pasa a ser juzgado por su relación con el desarrollo del cristianismo. De esta manera, la influencia de Dios en los asuntos terrenales se va haciendo cada vez más patente y su función de amparo del Imperio es fundamental, lo que le permite a Mariana poner en espejo el Imperio romano con el Imperio español de su propia época, ambos guiados por la voluntad divina.
Finalmente, en “Mariana, historiador de la Antigüedad”, Gómez Martos expone las conclusiones. Primero, la principal contribución de Mariana es crear una historia nacional, en parte para rivalizar con otras potencias europeas. Segundo, no obstante su carácter compilatorio, la Historia… contiene una particular elaboración de ideas. Tercero, el estilo de Mariana es deudor de historiadores romanos, por ejemplo, incluyendo discursos dentro del texto, muchas veces inventados. Cuarto, la relación pasado-presente muestra una preocupación por la sostenibilidad del imperio español, de allí que Roma funcione como espejo, y advierta sobre el contacto con lo extranjero, como un factor de socavamiento de las costumbres españolas.
En suma, el libro aquí reseñado es un importante aporte a la historiografía española moderna. Novedoso por su objeto, su relevancia consiste en explorar una faceta aún no transitada de Mariana, muchas veces trabajado en otros aspectos. Con un exhaustivo abordaje de fuentes y una mirada atenta al detalle, el texto puede resultar de interés y utilidad a quienes se hallen inmersos en las formas de contar el pasado en la Modernidad temprana. Su metodología y estrategia narrativa son dignas de imitación.
Tomás Pisano
Universidad Nacional de Rosario