Filópolis en Cristo N° 5 (2025) 235-240
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Recensión
San Juan Pablo II, Teología del Cuerpo. Tomo I: La Redención del
Cuerpo (Catequesis de 1979 a 1982), Ediciones Ágape, 2018, 428 pp.,
Tercera Edición, ISBN: 978-987-640-337-5.
Es bien conocido que el Papa Pío XI inauguró durante su ponticado la
costumbre de dirigirse a los peregrinos a través de la “audiencia general”.
Estas audiencias no fueron pensadas como lugar de reexión teológica,
sino más bien se limitaban a ser reexiones sobre temas familiares.
San Juan Pablo II tenía una concepción distinta de estas audiencias:
como lugar de desarrollo de algún tema teológico. Las mismas se convir-
tieron en una serie de “audiencias temáticas”, innovación impensada por
la curia romana. Esto adquiere mayor trascendencia cuando a partir del
5 septiembre de 1979, San Juan Pablo II desarrolló durante cuatro años
de audiencias generales un conjunto de catequesis que él denominó “el
amor en el plan divino” o con mayor precisión “La redención del cuerpo
y la sacramentalidad del matrimonio” (cf. Catequesis, n. 129).
Estas reexiones se remontan a sus varios años de trabajo en
la Universidad Católica de Lublin y que fueron luego expuestas en
su libro Amor y responsabilidad, y después en el estudio Persona
y acción, así como, en una etapa posterior, en las catequesis de los
miércoles, publicadas con el título Varón y mujer, según lo expresa
el mismo San Juan Pablo II en su último libro Memoria e identidad.
En su biografía sobre San Juan Pablo II, George Weigel arma que:
“El Cardenal Wojtyla había ideado en Cracovia el proyecto que acaba-
ría convertido en la primera parte de la Teología del Cuerpo” (1999,
p. 456). Este material, que fue esbozado mientras se desarrollaba el
Cónclave I de 1978 que culminaría con la elección de Juan Pablo I, se
convirtió en el material para sus audiencias generales como Papa.
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En su catequesis n. 129, con la que concluye los más de cuatro años
de desarrollo del amor humano en el plan Divino, el pontíce realiza
una presentación sistemática de las mismas armando que las cate-
quesis de la primera y de la segunda parte se sirven repetidamente del
término “teología del cuerpo”. Éste, en cierto sentido, es un término
“de trabajo”. La introducción del término y del concepto de “teolo-
gía del cuerpo” era necesaria para fundamentar sobre una base más
amplia el tema: “La redención del cuerpo y la sacramentalidad del
matrimonio” (San Juan Pablo II, 2016, pp. 211-212).
En la mencionada catequesis el Papa sintetiza sus enseñanzas so-
bre la teología del cuerpo, armando que se dividen en dos partes:
1) La primera parte está dedicada a las palabras de Cristo en la que
se reere “al principio” en su conversación con los fariseos sobre la
unidad e indisolubilidad del matrimonio (Mt 19:8 y Mc 10:6-9), para
continuar con las enseñanzas de Cristo en el Sermón de la Montaña
sobre la concupiscencia en cuanto a adulterio cometido en el corazón
(Mt 5:28). Concluye esta primera parte con las palabras transmiti-
das por los sinópticos donde Cristo hace referencia a la resurrección
de los cuerpos (Mt 22:30; Mc 12:25; Lc 20:35). 2) La segunda parte
de estas catequesis analizan el sacramento del matrimonio, según la
Carta a los Efesios (Ef 5:22-33), enseñanzas que nos remiten al voca-
blo “al principio” del matrimonio contenido en las palabras del libro
del Génesis: “...dejará el hombre a su padre y a su madre, y se adheri-
rá a su mujer y vendrán a ser los dos una sola carne” (Gn 2:24).
La editorial Ágape publicó estas catequesis respetando la división
mencionada por el Papa en dos tomos: el tomo I contiene la primera
parte, es decir, las catequesis desarrolladas durante el año 1979 al año
1982 (catequesis n. 1 al n. 86), y el tomo II, desarrolladas durante el
año 1982 hasta el año 1984 (catequesis n. 87 al n. 129).
En esta oportunidad realizaremos una recensión del primer tomo,
para que en un número posterior de Filópolis en Cristo, concluyamos el
comentario de esta obra con la recensión bibliográca del segundo tomo.
El primer tomo contiene un total de 86 catequesis desarrolla-
das desde 1979 hasta 1982 las que se encuentran divididas en tres
Ciclos. Al comenzar a desarrollar las catequesis del tercer Ciclo, se
detiene a considerar a los mismos denominándolos como un tríp-
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tico de la teología del cuerpo: El primer Ciclo: es aquel en el que
Cristo hace referencia al “principio” en su diálogo con los fariseos
sobre la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mt 19:3-9; Mc 10:2-
12). El segundo Ciclo: en donde Cristo se reere a la intimidad del
hombre en el sermón de la Montaña, cuando señala el deseo y la
concupiscencia de la carne como fuente del pecado de adulterio en
el corazón (cf. Mt 5:27-32). Y, por último, el tercer ciclo: en donde
Jesús alude a la resurrección en su coloquio con los saduceos que
negaban la misma (Mt 22:23).
El primer Ciclo: AL PRINCIPIO, contiene 23 catequesis que ini-
cian con el diálogo de Cristo con los fariseos, quienes lo interrogaban
sobre la indisolubilidad del matrimonio. El Papa se detiene a reexio-
nar sobre el fundamento bíblico de la respuesta de Cristo a los mis-
mos, cuando se reere dos veces “al principio”. La noción de principio
signica aquello que enseña el libro del Génesis (Gn 1:27 y 2:24).
En la respuesta de Cristo a los fariseos no sólo dejó en claro la indi-
solubilidad del matrimonio, sino que a los largo de este ciclo hizo re-
ferencia a una visión integral del hombre que el Papa denomina como
“antropología adecuada”. Este concepto se reere a una “comprensión
e interpretación del hombre en lo que es esencialmente humano” (cate-
quesis n. 13, p. 83). Por eso el Papa desarrolla en las sucesivas cateque-
sis de este ciclo las ideas claves de esta antropología fundamentando
las mismas en la losofía de Aristóteles y Santo Tomás, sin dejar de
enriquecer dichas nociones con el aporte de la fenomenología que es
a su vez fundamento de la metafísica, como lo explica en la catequesis
n. 4. Dentro de las ideas fundamentales de la visión integral del hom-
bre, desarrolla los elementos que constituyen una visión originaria de
él: 1) El signicado de la soledad originaria del hombre (varón y mu-
jer) (catequesis n. 5 al n. 7); 2) El desarrollo de la unidad originaria
del hombre, que incluye el signicado de la comunión interpersonal
entre el varón y la mujer (catequesis n. 9 al n. 11); 3) El signicado de
la desnudez originaria que comporta una mirada limpia y pura de la
otra persona que es reconocida como “don”(catequesis n. 12 al n. 15);
4) Las relaciones entre la inocencia originaria y la felicidad del hombre,
considerando el signicado esponsalicio del cuerpo denominado como
esta de la humanidad (catequesis n. 16 al n. 22).
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Concluye el Papa este ciclo, armando que “los que buscan la reali-
zación de la propia vocación humana y cristiana en el matrimonio, ante
todo están llamados a hacer de esta teología del cuerpo […] el conteni-
do de su vida y de su comportamiento” (catequesis n. 23, p. 133).
El segundo Ciclo: LA PURIFICACIÓN DEL CORAZÓN, contiene
40 catequesis, que se fundamentan en la siguiente armación de Cris-
to que integra parte del Sermón de la Montaña: “Habéis oído que fue
dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que miro a una
mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt 5:27-28).
El Papa precisa que Jesucristo realiza una “revisión fundamental del
modo de comprender y cumplir la ley moral de la Antigua Alianza”
(catequesis n. 24, p. 137). Se trata de poner de relieve la dimensión de
la acción interior, a las que se reeren las palabras “no adulterarás”.
El Papa se detiene a meditar en estas catequesis (n. 25 al n. 49) el pe-
cado de adulterio que es producto del deseo que nace inmediatamente
del corazón humano. Arma el Pontíce que las palabras de Cristo en
el Sermón de la Montaña expresa la doctrina bíblica de la triple concu-
piscencia según la primera Carta de San Juan 2:16-17: “Todo lo que hay
en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos u
orgullo de la vida, no vienen del Padre, sino que procede del mundo”.
Pero el Papa no se detiene solo al considerar los males que afectan a
los cónyuges por el pecado de adulterio, sino que con el mandamiento
“no adulterarás” Cristo señala que las relaciones recíprocas entre el hom-
bre y la mujer en el matrimonio y fuera del matrimonio están marcadas
por la virtud de la pureza (catequesis n. 50). La exigencia de la pureza
está comprendida en el Sermón de la Montaña cuando enuncia: “Bien-
aventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8).
No podemos dejar de reparar la exégesis que realiza el Papa de la
pureza del corazón según lo armado por San Pablo en la Carta a los
Tesalonicenses: “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santicación;
que os abstengáis de la fornicación; que cada uno sepa mantener su
propio cuerpo en santidad y respeto, no con afecto libidinoso, como
los gentiles que no conocen a Dios” (1 Tes 4:3-5); y continúa: “Que
no os llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. Por lo tanto, quien
estos preceptos desprecia, no desprecia al hombre, sino a Dios, que
os dio el Espíritu Santo” (1 Tes 4:7-8). Sostiene el Papa que en la ex-
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presión de San Pablo, la virtud de la pureza consiste también en el
dominio y en la superación de las “pasiones libidinosas” a través de la
virtud de la templanza (catequesis n. 54 al n. 57).
Concluye este segundo ciclo realizando una valoración de las en-
señanzas de Cristo mencionadas, resaltando que se tratan de verda-
deros enunciados pedagógicos, es decir, contienen una pedagogía
del cuerpo referidas al dominio de la concupiscencia. Dominio que
se puede lograr, dice el Papa, cuando se crea un clima favorable para
la educación de la castidad, del que habla San Pablo VI en su Encícli-
ca Humanae vitae (catequesis n. 59 al n. 60). Este clima favorable a
la educación de la castidad contiene dos componentes: la ética de la
imagen que debe armar la dignidad del cuerpo humano en su mas-
culinidad y feminidad, sumado a la ética de la visión: contemplar la
imagen con una pureza de intención (catequesis n. 63).
El tercer Ciclo contiene 23 catequesis. Estas se dividen en dos par-
tes: la primera sobre la resurrección de la carne y la segunda sobre la
virginidad cristiana.
La primera parte, LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE, inicia con
la reexión por parte del pontíce sobre el diálogo sostenido entre
Nuestro Señor Jesucristo con los saduceos sobre la resurrección fu-
tura, teniendo en cuenta que estos últimos negaban la resurrección.
Este diálogo es relatado por los evangelios sinópticos (cf Mt 22:24-
30; Mc 12:18-17; Lc 20:27-40). El Papa desarrolla los elementos esen-
ciales que se encuentran presentes en los relatos mencionados: 1) La
enunciación sobre la resurrección futura de los cuerpos; 2) La enun-
ciación sobre el estado de los cuerpos de los hombres resucitados.
La enunciación sobre la resurrección futura se desarrolla en las
catequesis n. 65 a la n. 66, en donde Cristo refuta a los saduceos di-
ciéndoles que se encuentran en un gran error al negar la resurrección,
fruto de su desconocimiento de las escrituras y del poder de Dios.
Respecto a cómo será el estado de los cuerpos de los hombres resuci-
tados, Cristo fundamenta su respuesta diciendo que en la resurrección los
hombres no se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como
ángeles en el cielo (Mt 22:30; Mc 12:25 y Lc 20:36). De estas enseñanzas el
Papa desarrolla la espiritualización del hombre en la vida eterna diferente
de la vida terrena. Esta espiritualización del hombre en la vida eterna es-
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tará cimentada en la comunión escatológica del hombre con Dios, estará
alimentada por la contemplación de esa comunión que es la comunión
Trinitaria de las Personas Divinas (cf. catequesis n. 67 al n. 69).
Las catequesis siguientes, desde el n. 70 al n. 72, el Papa considera
la antropología paulina concerniente a la resurrección realizando una
exégesis sobre el extenso capítulo 15 de la primera carta a los Corintios.
Segunda parte: LA VIRGINIDAD CRISTIANA. San Juan Pablo II
inicia sus reexiones sobre la virginidad o celibato por el reino de los
cielos. El fundamento bíblico se encuentra cuando Cristo habla de los
que “a sí mismos se han hecho tales [eunucos] por amor al reino de
los cielos (Mt 19:12). Señala el Papa la elección voluntaria: “se han
hecho a sí mismos” y sobrenatural: “por el reino de los cielos” (Esta
temática se encuentra desarrolla en la catequesis n. 75 al n. 81).
Concluye esta segunda parte considerando la interpretación de
San Pablo sobre el matrimonio y la virginidad en el capítulo 7 de la
primera carta a los Corintios. En ella Pablo quiere convencer a sus
destinatarios que quien elige la vida matrimonial hace bien, y el que
elige la virginidad, por el reino de los cielos, hace mejor (1 Cor 7:32)
y prosigue San Pablo armando que “el célibe se cuida […] de cómo
agradar a Dios” ( 1 Cor 7:32) (catequesis n. 82 al n. 86).
Queremos concluir esta recensión bibliográca, resaltando la im-
portancia del estudio de estas catequesis del Papa San Juan Pablo II,
en atención a lo expresado sobre las mismas por el rector de la Ponti-
cia Universidad Lateranense de Roma, Angelo Scola: “si los teólogos
explorasen a fondo el fértil personalismo implícito en la Teología del
cuerpo de Juan Pablo II, prácticamente todas las tesis de la teología
(Dios, Cristo, la Trinidad, la gracia, la Iglesia, los sacramentos) po-
drían verse bajo una nueva luz” (Weigel, 1999, p. 465).
Carlos Alberto Prado
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
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