Filópolis en Cristo N° 5 (2025) 195-198
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Enrique Shaw,
un apóstol para nuestro tiempo
En ocasión de la 31º Conferencia Industrial de Argentina, cele-
brada en Buenos Aires el 13 de noviembre de 2025, el Papa León
XIV remitió a los participantes, empresarios, profesionales, público
en general, un Mensaje en el que, recordando la Doctrina Social de
la Iglesia, lo llevó a detenerse en la personalidad de Enrique Shaw al
que se reere en un tono laudatorio. Lo llama por su nombre propio
“Enrique”, y lo dene como un “ejemplo luminoso” y “un modelo ac-
tual para todos los que conforman el mundo laboral. Su vida mues-
tra que se puede ser empresario y santo, que la ecacia económica
y la delidad al Evangelio no se excluyen, y que la caridad puede
penetrar incluso en las estructuras industriales y nancieras”. Pala-
bras que auguran su pronta beaticación. Compartimos el Mensaje
completo, extraído de la página web del Vaticano.
MENSAJE A LA 31ª CONFERENCIA
INDUSTRIAL DE ARGENTINA
LEÓN XIV
Saludo cordialmente a los participantes de la 31ª Conferencia
Industrial de Argentina, que se celebra en Buenos Aires el 13 de no-
viembre de 2025. Agradezco a los organizadores de este encuen-
tro la amable invitación a dirigirme a todos ustedes. Este espacio
nos ofrece, en el marco del Jubileo de la Esperanza, una entrañable
ocasión para reconocer que la economía y la empresa, cuando se
orientan al bien común, pueden y deben ser motores de futuro, de
inclusión y de justicia.
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En continuidad con otras intervenciones del Magisterio, en 1891,
la Rerum Novarum constituyó el acto fundacional de la Doctrina So-
cial de la Iglesia en su forma actual. Allí se denunciaban las condicio-
nes injustas de muchos trabajadores y se armaba con fuerza «que ni
la justicia ni la humanidad toleran la exigencia de un rendimiento tal,
que el espíritu se embote por el exceso de trabajo y al mismo tiempo el
cuerpo se rinda a la fatiga» (n. 31). De igual modo, se subrayaba el de-
recho a un salario justo, a formar asociaciones y a vivir con dignidad.
Estas enseñanzas, nacidas en un tiempo de profundas transformacio-
nes industriales, siguen teniendo una sorprendente actualidad en el
mundo globalizado que habitamos, donde la dignidad del trabajador
muchas veces continúa siendo vulnerada.
La Iglesia recuerda que la economía no es un n en sí misma, sino
un aspecto esencial pero parcial del tejido social, en el que se desa-
rrolla el proyecto de amor que Dios tiene para cada ser humano. El
bien común exige que la producción y el benecio no se persigan de
manera aislada, sino que se orienten a la promoción integral de cada
hombre y de cada mujer. Por eso, mi predecesor León XIII recorda-
ba que, si los trabajadores reciben un salario justo, ello les permite
no sólo sostener a sus familias, sino también aspirar a una pequeña
propiedad y amar más la tierra trabajada por sus propias manos, de
la que esperan sustento y dignidad, y así, abrirse a más altas aspira-
ciones para su vida y la de los suyos (cf. n. 33).
En la misma línea, advertía también que quienes gozan de abun-
dancia material deben evitar cuidadosamente perjudicar en lo más
mínimo el sustento de los menos favorecidos, el cual —aunque mo-
desto— se debe considerar sagrado, precisamente porque constitu-
ye el sostén indispensable de su existencia (cf. n. 15). Estas palabras
resuenan como un desafío constante, porque nos invitan a no medir
el éxito de la empresa únicamente en términos económicos, sino tam-
bién en su capacidad de generar desarrollo humano, cohesión social
y cuidado de la creación.
En Argentina, esta visión encuentra un ejemplo luminoso y cer-
cano en el venerable siervo de Dios Enrique Shaw, empresario que
entendió que la industria no era sólo un engranaje productivo ni un
medio de acumulación de capital, sino una verdadera comunidad de
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Enrique Shaw, un apóstol para nuestro tiempo
personas llamadas a crecer juntas. Su liderazgo se distinguió por la
transparencia, por la capacidad de escucha y por el empeño para que
cada trabajador pudiera sentirse parte de un proyecto compartido.
En él, la fe y la gestión empresarial se unieron de manera armónica,
demostrando que la Doctrina Social no es una teoría abstracta ni una
utopía irrealizable, sino un camino posible que transforma la vida de
las personas y de las instituciones al poner a Cristo como centro de
toda actividad humana.
Enrique promovió salarios justos, impulsó programas de forma-
ción, se preocupó por la salud de los obreros y acompañó a sus fami-
lias en sus necesidades más concretas. No concebía la rentabilidad
como un absoluto, sino como un aspecto importante para sostener
una empresa humana, justa y solidaria. En sus escritos y decisiones
se percibe claramente la inspiración de Rerum Novarum, que pedía a
los empresarios «no considerar a los obreros como esclavos; respetar
en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoble-
cida por lo que se llama el carácter cristiano» (n. 15).
Pero la coherencia del Siervo de Dios no se limitó al ejercicio de su
profesión. También conoció la incomprensión y la persecución pro-
fetizadas por Cristo para los que trabajan por la justicia (cf. Mt 5,10).
Fue encarcelado en tiempos de tensiones políticas y aceptó esa expe-
riencia con paz y serenidad. Más tarde afrontó la enfermedad, pero
nunca dejó de trabajar ni de alentar a los suyos. Ofrecía el sufrimiento
a Dios como acto de amor y, aún en medio del dolor, se mantenía
cercano a sus obreros.
Su padecer por amor a la justicia y por delidad a los principios
de servicio, progreso y ascenso humano que propuso como deberes
del dirigente de empresa en su obra “…y dominad la tierra”, hacen
de Enrique Shaw un modelo actual para todos los que conforman
el mundo laboral. Su vida muestra que se puede ser empresario y
santo, que la ecacia económica y la delidad al Evangelio no se
excluyen, y que la caridad puede penetrar incluso en las estructuras
industriales y nancieras.
Queridos amigos: La santidad debe orecer precisamente allí don-
de se toman decisiones que afectan la vida de miles de familias. El
mundo necesita con urgencia empresarios y dirigentes que, por amor
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a Dios y al prójimo, trabajen en favor de una economía que esté al ser-
vicio del bien común. Que esta Conferencia Industrial sea un espacio
para renovar el compromiso con una industria innovadora, competi-
tiva y, sobre todo, humana, capaz de sostener el desarrollo de nues-
tros pueblos sin dejar a nadie atrás. Los encomiendo a la intercesión
de san José obrero y de corazón les imparto la implorada Bendición
Apostólica.
Vaticano, 8 de septiembre de 2025, esta de la Natividad de la
Santísima Virgen María.