Filópolis en Cristo N° 5 (2025) 163-171
ISSNL 3008-8844
La Esperanza en la vida y la enseñanza de
Francisco
Hope in life and the teachings of Francis
“Esta Esperanza que nosotros tenemos,
es como un ancla del alma, sólida y rme” (Hb 6:19)
Ricardo von Büren
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
ricardo.vonburen@unsta.edu.ar
ORCID: https://orcid.org/0009-0006-6548-997X
Resumen:
Se expone la comprensión de la virtud
de la Esperanza en la vida y la enseñanza
del Papa Francisco. Partiendo del marco
epocal dado por la celebración del Jubileo
de la Esperanza, se muestra cómo en la
mente del Santo Padre existe un vínculo
profundo entre la Misericordia y la Espe-
ranza, que se hace presente a lo largo de
toda su vida, incluso antes de acceder a la
Cátedra de Pedro. Señalando sus fuentes
inspiradoras, se analiza el modo exposi-
tivo elegido por Francisco, destacando la
impronta cristológica que reconoce a la
Esperanza. Se cierra este estudio indican-
do las proyecciones de la virtud en el ca-
mino histórico de la humanidad.
Palabras claves:
Esperanza, Francisco, Cristo, Jubileo.
Abstract:
This paper explores the understanding
of the virtue of Hope in the life and tea-
chings of Pope Francis. Taking the Ju-
bilee of Hope as its context, it demons-
trates how the Holy Father perceives a
profound connection between Mercy
and Hope connection that has been
present throughout his life, even before
his accession to the Chair of Peter. By
examining his sources of inspiration,
the paper analyzes Franis’s chosen
mode of expression, highlighting the
christological imprint he recognizes in
Hope. The study concludes by outli-
ning the implications of this virtue for
humanity’s historical journey.
Keywords:
Hope, Francis, Christ, Jubilee.
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1. El último gesto pastoral de Francisco: su “canto del cisne”
“Tú, Señor, eres mi esperanza” (Salmo 71:5)
En el que, tal vez, sea uno de sus últimos y más relevantes gestos
pastorales, el Papa Francisco convocó a la Iglesia a celebrar en 2025 un
Jubileo bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”. Lo hizo mediante la
bula Spes non confundit, cuyo comienzo con un pasaje de la Carta a los
Romanos (5:5), da nombre al documento: “La Esperanza no defrauda”.
Puestas en perspectiva las diversas iniciativas emprendidas en su ser-
vicio en la Cátedra de Pedro, la propuesta apostólica que Francisco ofrece
al Pueblo de Dios al nal de su ponticado, es como su “canto del cisne”1.
Porque el llamado a celebrar el Jubileo, recoge, sintetiza y consuma to-
dos sus esfuerzos evangelizadores previos, que convergen en la Esperan-
za como culminación de un itinerario sostenido y orientado hacia Cristo,
puesto que “Él es, en efecto, la meta de nuestra peregrinación, y Él mismo
es el camino, la senda a seguir” (Catequesis del 18 de diciembre de 2024).
2. Un tema “existencial”: el pensamiento pre-pontical de Jor-
ge Bergoglio y su proyección sobre el magisterio de Francisco
“Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado” (Flp 1:20)
La Esperanza es una realidad que podríamos llamar “existencial” para
Francisco, pues se hace presente en todas las etapas de su vida personal
al punto que su propia Autobiografía, publicada un par de meses antes
de su muerte, lleva por título, precisamente, Esperanza. Leemos allí:
Yo la conocí en el seno de mi familia, fue la compañera de mis jue-
gos infantiles. La abracé siendo un chico y me casé con ella aquella
primavera en que mi vida cambió para siempre. De adulto, en algu-
nos días oscuros, la perdí de vista, creí que se había alejado de mí
y que me había abandonado, pero era yo el que rehuía su mirada,
1
Un antiguo proverbio griego armaba que los cisnes realizan un canto particularmente her-
moso al morir, lo que dio origen a la frase “canto del cisne, que signica acto nal pleno. Al
respecto, cf. Platón, Fedón, donde el autor aplica esta expresión a Sócrates.
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entonces me prometí a mí mismo que siempre la seguiría, porque su
cielo ya está en la tierra. (Francisco, 2025, pp. 297-298)
La importancia de la virtud de la Esperanza para Francisco, se de-
vela no sólo por su presencia permanente en su magisterio ponticio,
sino, también, por la frecuencia con la que se reere a ella en sus es-
critos pre-ponticales como Superior General de la Compañía de Je-
sús en Argentina, como Rector de la Universidad del Salvador (tam-
bién vinculada a los Jesuitas), como Arzobispo de la Arquidiócesis de
Buenos Aires y como Cardenal Primado de la Argentina (entre nume-
rosas obras sobre su biografía, cf. Bergoglio-Papa Francisco, 2024;
Ivereigh, 2015; Medina Pellegrini, 2014). Predicando en la Homilía
del Te Deum del 25 de Mayo de 2002, decía el Cardenal Bergoglio:
“Hoy, más que nunca, nos convoca la esperanza. Ella nos inspira y
da fuerzas para levantarnos y dejarnos mirar por Dios, abajarnos en
la humildad del servicio, y dar dándonos a nosotros mismos” (Ber-
goglio, 2014, La Patria es un don, la Nación una tarea. Refundar
con esperanza nuestros vínculos sociales, p. 67. Cf. 2013, Ponerse la
Patria al hombro. Memoria y camino de esperanza).
En la abundante producción escrita de ese período de casi 40
(cuarenta) años, se observan con claridad dos ejes fundamentales
del pensamiento bergogliano, que luego se van a hacer presentes
también en su magisterio doctrinal como Papa: el primero, la cen-
tralidad del misterio de Cristo2. Y el segundo, la distinción de la es-
peranza meramente humana o natural, a la que llama optimismo,
y la verdadera Esperanza, la Esperanza cristiana o sobrenatural3.
Estas dos notas (su cristocentrismo y el carácter sobrenatural que
2
Dice Bergoglio: “El gozo apostólico se alimenta en la contemplación de Jesucristo: cómo andaba,
cómo predicaba, cómo curaba, cómo miraba(Mente abierta, corazón creyente, 2013, p. 13). La
centralidad de Cristo se observa en otro texto de su reexión pre-pontical, con una notable inspi-
ración en la espiritualidad ignaciana: “Nuestro Señor se convierte para nosotros en el Rey Eternal
que nos llama a una gran conquista, nos advierte de los peligros del campo enemigo y nos enseña
una estrategia y una táctica de combate espiritual” (Bergoglio, 1978, en Gallo, 2018, p. 283).
3
En sus conversaciones con Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, expresa el Cardenal Ber-
goglio: “El optimismo es una actitud psicológica frente a la vida. La esperanza va más allá. Es
el ancla que uno lanza al futuro y que le permite tirar de la soga para llegar a lo que anhela
(Rubin-Ambrogetti, 2010, p. 165).
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reconoce a la Esperanza), son los dos pilares sobre los que Francisco
va a edicar su comprensión de esta virtud teologal, que
En medio de una época en la que casi todo es líquido nos habla
de una sed de plenitud, de vida lograda, de elevar el espíritu hacia
cosas grandes como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el
amor. (Francisco, 2024, pp. 25 y 29)
3. El Jubileo de la Misericordia antecedente del Jubileo de
la Esperanza
“El amor todo lo espera” (1 Cor 13:7)
Para entender la enseñanza de Francisco, es importante destacar
la relación estrecha que existe en su magisterio, entre la Misericordia
y la Esperanza. Relación que se aprecia en el vínculo íntimo entre los
Jubileos de 2016 (cf. Bula Misericordia vultus y Carta Apostólica Mi-
sericordia et misera) y de 2025:
Tras convocar un Jubileo extraordinario en marzo de 2015 con el ob-
jeto de manifestar y encontrar el rostro de la Misericordia, anuncio
central del Evangelio para cada uno de nosotros en cualquier época,
diez años más tarde llegó el momento de celebrar un nuevo Jubileo
para ofrecer la experiencia que suscita en nuestros corazones la cer-
teza de la Esperanza de la salvación. (Francisco, 2025, p. 287)
Este vínculo estrecho entre ambos acontecimientos, estaba ya pre-
sente en la mente de Francisco cuando concluía el primero, lo que
se pone de maniesto al dedicar inmediatamente las tradicionales
Audiencias Generales de los Miércoles, desde diciembre de 2016 a
octubre de 2017, a la virtud de la Esperanza. Dice en una de esas Ca-
tequesis: “El amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperanza.
Lo repito: el amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperanza”
(Catequesis del 12 de abril de 2017). Y en otra: “¡La esperanza no de-
cepciona! No está fundada sobre eso que nosotros podemos hacer o
ser, y tampoco sobre lo que nosotros podemos creer. Su fundamento,
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es decir el fundamento de la esperanza cristiana, es de lo que más el
y seguro pueda estar, es decir el amor que Dios mismo siente por cada
uno de nosotros” (Catequesis del 15 de febrero de 2017)4.
El punto profundo de contacto entre los dos Jubileos es la Persona
de Cristo, porque “el corazón del Evangelio de Jesús es la misericordia
de Dios” (Catequesis del 16 de abril de 2025)5. Enseña el Santo Padre:
Si Misericordia es el nombre de Dios, Esperanza es el nombre que
Él nos ha dado a nosotros, el que responde a nuestra realidad más
profunda, a nuestra experiencia más verdadera. Caminamos de la
mano de una niña irreductible cuyo nombre llevamos porque Dios
ha hecho de nosotros Esperanza. (Francisco, 2025, p. 287)
4. Las fuentes inspiradoras
“Mantengámonos incesantemente adheridos
a nuestra esperanza y prenda de nuestra justicia
que es Jesucristo”
(San Policarpo, Carta a los Filipenses, VIII, 1, p. 667)
Francisco cultiva su mirada sobre la Esperanza fundado en su propia
experiencia vital, en la que va refractando diversas fuentes inspiradoras,
que le han permitido constatar que “la esperanza cristiana es la virtud
4
En la Carta que le dirige el 11 de febrero de 2022, el Santo Padre encomienda a Mons. Fisichella
(Presidente del Ponticio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización) la organi-
zación del Jubileo del Año 2025 y “poner en marcha una preparación que permita al pueblo
cristiano vivir el Año Santo en todo su signicado pastoral”. Y agrega: “En este sentido una etapa
importante ha sido el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que nos ha permitido descubrir
toda la fuerza y la ternura del amor misericordioso del Padre, para que podamos ser sus testigos.
5
Juan Carlos Scannone ofrece una síntesis de los que serían los ejes del magisterio social de
Francisco, en la que devela el núcleo central “-tan genuinamente evangélico y típicamente
bergogliano- de la misericordia. Pues desde allí parecía fácil poder recoger muchos de sus en-
foques, ideas, escritos, actitudes y gestos clave, que caracterizan su ponticado, en especial, su
pastoral y teología sociales” (2018, p. 13. Cursivas en el original). E insiste: “la ética social del
papa Francisco y sus aportaciones a la doctrina social de la Iglesia son radicalmente teológicas,
porque nacen del seno mismo de la Trinidad, están centradas en Cristo y su seguimiento, y se
van hilvanando según el ritmo teologal de la misericordia” (p. 24). Respecto del libro de Scan-
none, cf. nuestra recensión bibliográca en: von Büren, 2018, pp. 101-106.
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humilde y fuerte que nos mantiene a ote y evita que nos ahoguemos en
las muchas dicultades de la existencia” (Francisco, 2025, p. 285).
La principal fuente de su enseñanza sobre la Esperanza, se sostie-
ne en la meditación orante de las Escrituras. En especial, Francisco
se empeña en mostrar “la extraordinaria importancia que esta vir-
tud asume en el Nuevo Testamento, cuando encuentra la novedad
representada por Jesucristo y por el evento pascual” (Catequesis del
1 de febrero de 2017), porque “el Evangelio quiere entregarnos un
mensaje de esperanza” (Catequesis del 16 de abril de 2025).
Particular relevancia como fuente inspiradora, tiene la teología de San
Pablo6. Igualmente el Magisterio de la Iglesia, en especial del Concilio Vati-
cano II7, del Catecismo de la Iglesia Católica (Catequesis del 8 de mayo de
2024)8 o la encíclica Spe Salvi del Papa Benedicto XVI (Catequesis del 8 de
mayo de 2024). Pero además, Francisco asume las reexiones de diversos
autores del ámbito de la teología como John Henry Newman (Catequesis
del 8 de mayo de 2024) o Romano Guardini (Francisco, 2025, p. 193).
Fuentes características del pensamiento de Francisco en su compren-
sión de la virtud de la Esperanza, son las ligadas a un ámbito que le es
muy querido: el de la literatura. Allí está especialmente presente Dante
Alighieri, a quien el Santo Padre llama “Profeta de la Esperanza”9. Como
también otros escritores del mundo antiguo como Hesíodo10, u otros
6
De lo que da cuenta no sólo el título de la Bula de convocatoria al Jubileo que comienza con
un pasaje de la Carta a los Romanos, sino por las permanentes citas y reexiones que en torno
al pensamiento de San Pablo, Francisco desgrana a lo largo de sus diversas intervenciones
sobre la Esperanza.
7
Lo decía en su Carta a Mons. Fiscichella, ya citada: “Las cuatro Constituciones del Concilio Ecumé-
nico Vaticano II, junto con el Magisterio de estos decenios, seguirán orientando y guiando al santo
pueblo de Dios, para que progrese en la misión de llevar el gozoso anuncio del Evangelio a todos.
8
Allí, el Santo Padre cita al Catecismo de la Iglesia Católica cuando éste enseña: “La esperanza
es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad
nuestra, poniendo nuestra conanza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras
fuerza, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo” (n. 1817).
9
Cf. “Mensaje del Santo Padre Francisco al Presidente del Consejo Ponticio de la Cultura
con motivo de la solemne celebración del 750 aniversario del nacimiento del gran poeta Dante
Alighieri”. Francisco se ha referido al Dante en otras ocasiones, por ejemplo en la encíclica Lumen
Fidei, n. 4 o en la Carta Apostólica Candor Lucis Aeternae, en el VII Centenario de su muerte.
10
Dice Francisco: “En un célebre mito de la antigua Grecia, narrado por Hesíodo, que se ha
convertido en una expresión metafórica en la cultura de masas, Pandora, la primera mujer mor-
tal que aparece en la tierra, abre una caja de cuyo interior se escapan todos los males del mundo.
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más cercanos en el tiempo como William Shakespeare, Alessandro Man-
zoni y León Tolstoi11. O como Fiodor Dostoievski12 o Charles Péguy13. Y
nuestro gran poeta argentino, José Hernández14. En el mundo del arte,
es habitual también el recurso a la contemplación de obras pictóricas de
pintores de diversas épocas, como “Spes” de Pedro Brueghel “El Viejo”15
o “Esperanza I” y “Esperanza II”, de Gustav Klimt16.
Pocos, sin embargo, se acuerdan de la última parte de la historia: cuando todos los males ya
han salido de la caja, en el fondo queda un minúsculo don que al parecer puede conceder la
revancha contra el mal que se extiende: los griegos lo llaman Elpis, que signica esperanza. Ese
antiguo mito da fe de que la esperanza, lo que queda en el fondo de la caja, es de suma impor-
tancia para la humanidad” (Francisco, 2025, p. 283. Cursivas en el original). Ya se había referido
con anterioridad a Hesíodo en su Catequesis del 27 de setiembre de 2017.
11
Señala Francisco, que “el valor universal de la literatura da fe de que las expectativas, las pulsiones,
las virtudes y las miserias de los seres humanos son atemporales. Leyendo a Shakespeare, a Manzo-
ni o a los grandes escritores rusos (‘lo que leo en Tolstói es más cierto que lo que leo en los periódi-
cos, tuvo a bien escribir un estudioso de sus textos), podemos tomar acta de que en todas las épocas,
también en la nuestra, los hombres y las mujeres abordan en primer lugar su propia humanidad,
su propia libertad y su propia responsabilidad. Al mismo tiempo, estas lecturas pueden educar la
mirada a la lentitud de la comprensión, a la humildad de la no simplicación, a la mansedumbre
de no pretender controlar la realidad y la condición humana a través del juicio, e impedir que este
último se vuelva ciego o supercialmente condenatorio” (Francisco, 2025, p. 307)
12
Entre otros numerosos textos, en Esperanza. La Autobiografía, 2025, pp. 193-194, el Santo Pa-
dre cita a Dostoievski, transcribiendo un pasaje de su Carta ‘A Natalija hija Dmitrievna Fovizina
(en Lettere sulla creatividà, 2005): “Mi credo es muy simple: creer que no hay nada más hermoso,
más profundo, más simpático, más razonable, más viril y más perfecto que Cristo. Es más, no
sólo no hay nadie igual, sino que además con celoso amor, me digo que no puede haberlo.
13
Recuerda el Papa que “entre las representaciones más bellas que se han hecho de esta virtud está
la de un poeta que nos dice con belleza que Dios no se asombra tanto por la fe de los seres humanos,
ni por su caridad, sino que lo que realmente le llena de maravilla y asombro es la esperanza de la
gente” y remite a Péguy, Charles, El pórtico del misterio de la segunda virtud, Encuentro, Madrid,
1991, en La Esperanza no defrauda nunca, 2024, p. 30. Cf. Catequesis del 27 de setiembre de 2017.
14
Francisco citó la obra cumbre de José Hernández, el Martín Fierro, en su “Discurso en la Or-
ganización de las Naciones Unidas, el 25 de Septiembre de 2015, diciendo: “El gaucho Martín
Fierro, un clásico de la literatura de mi tierra natal, canta: ‘Los hermanos sean unidos porque
esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre
ellos se pelean, los devoran los de afuera.
15
Expresa Francisco: “Hace ya algunos siglos, el pintor Brueghel el Viejo nos dejó un hermoso
grabado en el que se la ve a la diosa latina Spes de pie sobre un ancla y en medio de una escena
de terrible adversidad, con personajes que luchan por escapar de las olas del mar, barcos des-
truidos, un incendio, detenciones. Pero la leyenda bajo la obra nos reconforta: ‘La persuasión
de la esperanza es muy agradable y especialmente necesaria para la vida, en medio de tantas
penalidades casi insoportables” (La Esperanza no defrauda nunca, 2024, pp. 12-13).
16
Señala Francisco: “el artista Gustav Klimt pintó a comienzos del siglo XX sus obras Espe-
ranza I (1903) y Esperanza II (1907). En ellas retrató a dos mujeres embarazadas como repre-
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Un tópico recurrente en el discurso del Santo Padre sobre la Espe-
ranza es la memoria de los mártires: “hoy más que nunca, más inclu-
so que los primeros siglos, en muchas partes del mundo los cristia-
nos sufren y viven el martirio a causa de la fe” (2025, p. 178). En ese
sentido, es dable señalar que es especialmente notable el inujo del
Testimonio del Cardenal van Thuân sobre Francisco. En efecto, como
decíamos en otro lugar, en el que evocamos la sonomía martirial del
obispo vietnamita:
Francisco ha publicado en noviembre de 2024, el libro La Esperan-
za no defrauda nunca. Peregrinos hacia un mundo mejor. Como
puede verse, la sintonía con la vida y la prédica de van Thuân, son
explícitos no sólo en su contenido sino incluso en las expresiones
utilizadas: al respecto, recordemos los libros vanthuanianos escri-
tos en cautiverio, titulados, precisamente, Peregrinos por el cami-
no de la Esperanza y La Esperanza no defrauda. Las virtudes a la
luz de la Escritura y del Concilio. (von Büren, 2024, p. 26)
5. El Anuncio de la Esperanza: su estilo catequético
“Demos razón de nuestra Esperanza” (1 Pe 3:15)
Las enseñanzas de Francisco en torno a la Esperanza no son pre-
sentadas al modo escolástico o propio de un manual o tratado de teo-
logía, que propone los temas de una manera orgánica, sistemática y
acabada, con sus deniciones, sus propiedades, sus distintas conexio-
nes internas. En realidad, Francisco ofrece su enseñanza a través de
escritos, de homilías, de entrevistas, y lo hace de manera catequética
recurriendo a un discurso en el cual su mensaje es más bien coloquial
y en el cual utiliza permanentemente recuerdos personales, anécdo-
tas, circunstancias del pasado y del presente. Sin obviar, por supues-
sentación de la virtud. En la primera, la mujer mantiene las manos juntas entre el vientre y el
pecho y mira directamente al espectador, con un semblante de paz y tranquilidad, pese a estar
rodeada de la muerte y otras guras tenebrosas. Es que el pintor, según planteó años después,
quiso transmitir que ‘sólo dentro de ella surge la belleza, la esperanza. Y lo expresa con su
mirada. Es un cuadro que tiene mucha fuerza” (La Esperanza no defrauda nunca, 2024, p. 33).
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La Esperanza en la vida y la enseñanza de Francisco
to, las fuentes reveladas, teológicas, losócas, literarias y artísticas,
a las que ya hemos aludido y que articulan su mensaje. Y a las que
ltra a través de un “estilo” propio de predicar y de vivir la Esperanza:
“La catequesis de hoy tiene como tema ‘educar en la esperanza’. Y por
eso usaré directamente el ‘tú’, imaginando que hablo como educador,
como padre a un joven, o a cualquier persona dispuesta a aprender”
(Catequesis del 20 de setiembre de 2017). Aplica ese criterio en su
primera Catequesis Jubilar, recordando que:
El apóstol Pedro exhortó a los primeros cristianos con estas pa-
labras: ‘Adoren al Señor, Cristo, en sus corazones, estando siempre
dispuestos a dar respuesta a todo el que les demande razón de la
esperanza que hay en ustedes’. Pero añadió una recomendación:
‘Sin embargo, háganlo con dulzura y respeto’ (1 Pe 3:15-16). Y esto
porque no es tanto la fuerza de los argumentos lo que convencerá
a las personas, sino el amor que sepamos poner en ellos. Esta es la
primera y más ecaz forma de evangelización. (Catequesis del 11
de diciembre de 2024)
Otra faceta de la versatilidad en la búsqueda de caminos para
transmitir su mensaje, se observa en el libro, ya citado, que Francis-
co escribiera expresamente para ayudar a la reexión en el Jubileo,
titulado La Esperanza no defrauda nunca (Cf. también, Francisco,
2022). En esa obra, el Santo Padre analiza diversas cuestiones de
nuestro tiempo, a través de una serie de miradas sobre rostros que
ofrecen luces de Esperanza: una mujer embarazada que le conduce
a abordar las cuestiones de la familia, la natalidad y la Iglesia. Los
rostros de un pobre, de un refugiado, de un civil atrapado en una zona
de guerra y los de un anciano y un joven juntos, que personican las
oportunidades y los retos compartidos que debemos afrontar.
Como conclusión de sus meditaciones, el Papa propone acciones
concretas para construir, por medio de la Esperanza, un mundo más
humano y más cristiano, al tiempo de instar a afrontar los grandes
retos del presente y del futuro, como el desarrollo de la Inteligencia
Articial (“Discurso a los participantes en la Sesión del G7 sobre Inte-
ligencia Articial” y Dicasterio para la Doctrina de la Fe y Dicasterio
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para la Cultura y la Educación, Antiqua et Nova), el compromiso por
el cuidado de la Casa Común en el contexto de una ecología integral
(Laudato si y Laudate Deum) y la necesidad de proponer modelos
nuevos de convivencia social, basados en la fraternidad y abiertos a la
trascendencia (Evangelii Gaudium y Fratelli Tutti).
Este modo que usa Francisco para hablar de la Esperanza, nos lle-
va a través de los rostros de nuestros hermanos a vislumbrar y amar
el Rostro de Jesús, porque el que dice: ‘Amo a Dios’, y no ama a su
hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no
ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Este es el mandamiento
que hemos recibido de Él: el que ama a Dios debe amar también a su
hermano (1 Jn 4:20-21). Al contemplar a Jesús en nuestros hermanos
podemos contemplar a Dios: El que me ha visto, ha visto al Padre (Jn
14:9). Como decía Benedicto XVI en la bella oración que redactó para
la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, reu-
nida en Aparecida (Brasil), en mayo de 2007: “Jesucristo, Camino,
Verdad y Vida, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre”.
Destacamos, nalmente, que en sus Catequesis Jubilares de este
año 2025, días antes de morir, Francisco usa otro recurso expositivo,
que consiste en presentar la virtud de la Esperanza en el marco de
lo que llama “Encuentros” de Jesús con distintos personajes como
Nicodemo (12 de marzo de 2025), la Samaritana (26 de marzo de
2025) o Zaqueo (2 de abril de 2025). Y también lo hace mediante la
meditación sobre Parábolas como la del “Padre misericordioso” (co-
nocida como “del hijo pródigo”, el 16 de abril de 2025). Es digno de
resaltar, como un signo explícito de continuidad doctrinal en la en-
señanza ponticia, que fallecido Francisco, su sucesor, el Papa León
XIV retoma las Catequesis de los Miércoles, y lo hace continuando la
exposición en el punto donde la había dejado Francisco, mostrándose
juntos, de esa manera, como “Apóstoles de la Esperanza”.
Así, León XIV siguió enseñando sobre la Esperanza a la luz de
otras Parábolas, como la del “Sembrador” (21 de marzo 2025), “El
Buen Samaritano” (28 de Mayo de 2025) o “Los obreros en la viña”
(4 de junio de 2025). Y luego de las Parábolas, León XIV va a tomar
como eje las “Curaciones” que practica Jesús, como las de Bartimeo
(11 de junio de 2025), del Paralítico de la Piscina de Siloé (18 de junio
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La Esperanza en la vida y la enseñanza de Francisco
de 2025), la Hemorroísa (25 de junio de 2025) y el Sordomudo (30
de Julio de 2025). A partir de aquí, el 6 de agosto de 2025, León XIV
abre la tercera parte de las Catequesis del Jubileo 2025, que dedica al
misterio de la Pascua del Señor (Pasión, Muerte y Resurrección), con
las cuales ha de cerrar el ciclo catequético jubilar sobre esta virtud.
6. La Esperanza como virtud teologal centrada en Cristo
“Ustedes han manifestado su Fe con obras,
su Amor con fatigas
y su Esperanza en nuestro Señor Jesucristo
con una rme constancia” (1 Tes 1:3)
En una primera aproximación conceptual, Francisco sitúa a la Es-
peranza dentro del dinamismo de la vida cristiana:
La esperanza es una de las tres virtudes teologales, que se deno-
minan así porque solo podemos vivirlas gracias al don de Dios.
Es la hermana pequeña de las otras dos: la fe y la caridad… la más
escondida pero es cotidiana. La esperanza es la virtud que, en un
segundo plano, nos mantiene rmes y en camino, pero nos cuesta
explicarla y entenderla. Aunque al mismo tiempo tiene un signo
concreto: es la herencia del cristiano, la que nos hace caminar ‘ha-
cia algo’, como es el encuentro con Jesús. (La Esperanza no de-
frauda nunca, pp. 14-15)
El sentido profundamente cristocéntrico de su mensaje es uno de
los rasgos más signicativos de la enseñanza de Francisco sobre la
Esperanza: “Todo esto es posible si se pone en el centro a Cristo y su
palabra, porque Él es el ‘fuerte’, Él es el que nos da la fortaleza, que
nos da la paciencia, que nos da la esperanza, que nos da la consola-
ción”. (Catequesis del 22 de marzo de 2017)
Explicando la profundidad del signo cristológico que tiene la
virtud de la Esperanza, alejada de puras abstracciones ajenas a
la realidad concreta de los hombres y de las sociedades, expresa
Francisco:
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El cristianismo no es una ideología, no es un sistema losóco,
sino que es un camino de fe que parte de un acontecimiento, testi-
moniado por los primeros discípulos de Jesús. Pablo lo resume de
esta manera: Jesús ha muerto por nuestros pecados, fue sepulta-
do, y al tercer día resucitó y se apareció a Pedro y a los Doce (cf. 1
Corintios 15, 3-5). Este es el hecho: murió, fue sepultado, resucitó
y se apareció. Es decir, ¡Jesús está vivo! Este es el núcleo del men-
saje cristiano. (Catequesis del 19 de abril de 2017)
Por ello, el San Padre insiste en el rol fundamental que Cristo asu-
me en la vida de la humanidad, transformándose en paradigma de las
conductas individuales y sociales:
Nuestra esperanza no es un concepto, no es un sentimiento, no es
un móvil, una montaña de riquezas. Nuestra esperanza es una Per-
sona, es el Señor Jesús que reconocemos vivo y presente en nosotros
y en nuestros hermanos, porque ha Cristo resucitado (...) Si Cristo
está vivo y vive en nosotros, en nuestro corazón, entonces debemos
dejar también que se haga visible, no esconderlo, y que actúe en no-
sotros. Esto signica que el Señor Jesús debe convertirse siempre
cada vez más en nuestro modelo: modelo de vida y que nosotros de-
bemos aprender a comportarnos como Él se ha comportado. Hacer
lo que hacía Jesús. (Catequesis del 5 de abril de 2017)
Hay un aspecto de la esperanza que me parece relevante para re-
exionar de cara al año jubilar. Es la importancia de que cultive-
mos la virtud frente a su opuesto, la desesperanza, un mal que nos
aqueja en medio de una globalización cada vez mayor de la indi-
ferencia y de la cultura del yo. Por eso quisiera hacer también un
llamado para que no caigamos en la tentación de considerarla so-
lamente dentro de la esfera de lo individual, sin reconocer su ethos
comunitario: (…) La Esperanza es una virtud mucho más bonita si
la vivimos de forma comunitaria. (2024, pp. 22-23 y 86)
Si la Esperanza pierde su sentido sobrenatural, su enraizamiento
en la Persona y el Mensaje de Cristo, se desnaturaliza, y no sólo se
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La Esperanza en la vida y la enseñanza de Francisco
transforma en optimismo o conanza meramente humana, sino que
se degrada convirtiéndose en una caricatura de sí misma, sea en la
vida personal o en la vida comunitaria de los hombres. En este caso,
ocupan su lugar las ideologías que suponen un sucedáneo espurio de
la virtud teologal de la Esperanza, y canalizan todos los impulsos hu-
manos hacia nes exclusivamente naturales y materiales.
En efecto, “para el cristiano desesperanzado, la vida cristiana será
una doctrina losóca, la vivirá así e incluso dirá que es fe. Pero sin
esperanza no lo es” (2024, p. 15). Es que como lo acredita la historia,
“fuera de Cristo reina la desesperación o brilla el espejismo de una
falsa expectativa colectivista” (Calderón Bouchet, 1980, p. 66)17. Así lo
entiende Enrique Shaw, alertando a los cristianos que por alejarse de
Cristo, se sienten intimidados frente a los embates de las ideologías
contemporáneas inspiradas en el espíritu del mundo:
La esperanza fundada en la fe nos coloca en la verdad… Pecan contra
la esperanza fundada en la fe los católicos que se dejan llevar por
una especie de complejo de inferioridad, de pánico –dice Pío XII–,
creyendo que nuestro cristianismo contemporáneo no está propor-
cionado al gigantismo del mundo entero, secularizado, laicizado, que
todo lo quiere resolver por la técnica y la economía” (Shaw, 2022, p.
86. Cf. Sacheri, 1975, pp. 14-17; 2016, p. 187 y 2025, pp. 44-48)18
Lo expresa Francisco, insistiendo en la centralidad del misterio
de Cristo para entender la Esperanza y para efectuar una certera
crítica a los modelos ideológicos que terminan provocando la des-
esperación:
17
Dice Calderón Bouchet: “La existencia terrena del cristiano es una marcha hacia el Reino de
Dios (...) La fe, la esperanza y la caridad incoan en el hombre itinerante la ciudadanía de ese
reino denitivo y lo sostienen contra las solicitudes carnales por la conanza puesta en Cristo y
su resurrección gloriosa (...) Si se lee bien, las palabras de Cristo son las verdades con las cuales
se construirá la morada denitiva allende la historia” (1980, pp. 184 y 55. Paréntesis nuestros).
18
Concluye Sacheri su artículo “Esperanza cristiana y mesianismos temporales, diciendo:
“Pidamos a Nuestra Señora de la Santa Esperanza la insigne gracia de nuestra mutua conver-
sión, condición indispensable de una verdadera restauración de la inteligencia cristiana y de
un sano orden social” (2025, p. 48). Para una mirada más amplia del pensamiento de Sacheri
sobre la Esperanza, cf. su libro Orden social y esperanza cristiana, 2014.
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(La esperanza) se fundamenta en el misterio pascual de Jesucristo
y en el don del Espíritu Santo, no en nuestro esfuerzo ni en nuestra
voluntad personal. Frente a las preguntas trascendentales sobre el
destino de nuestra vida y del mundo, la esperanza es la respuesta
que Cristo nos da. Con ella, podremos vivir con alegría y serenidad
nuestro presente, pues Jesús nos asegura un futuro conable y un
horizonte luminoso. Sin esperanza, en cambio, el hombre vive en
la tristeza y cae en la desesperación. (Catequesis del 8 de mayo de
2024. Cursivas nuestras)19
7. La Esperanza en nuestro camino histórico
“Alégrense en la Esperanza” (Rm 12:12)
Para ir concluyendo estas notas sobre la Esperanza en Francisco,
señalamos otra faceta de su enseñanza sobre esta virtud. Y es su di-
mensión comunitaria e histórica. Dice el Papa: “En su camino por el
mundo, el hombre nunca está solo. Sobre todo el cristiano no se sien-
te nunca abandonado, porque Jesús nos asegura que no nos espera
sólo al nal de nuestro viaje, sino que nos acompaña en cada uno de
nuestros días” (Catequesis del 26 de abril de 2017).
En ese transitar junto a Jesús por las vicisitudes de la vida diaria, Fran-
cisco nos exhorta a que “no tengamos miedo de soñar en grande, buscan-
do los ideales de justicia y de amor social que nacen de la esperanza”. En
19
En un libro que ya hemos citado, y en el que recoge varios Retiros Espirituales predicados
a religiosos y laicos antes de asumir la Sede Romana, en reexiones embebidas de la espiri-
tualidad ignaciana, que le es tan cara, Bergoglio decía: “El pecado, obra de Satanás, apunta
certeramente a lo básico de nuestra cohesión: al corazón, a la Esperanza. Lo que desintegra el
corazón del hombre es la desesperanza. Es decir, ante la Esperanza, como virtud integradora,
se nos presenta como alternativa y caricatura la desesperanza puntual, acaracolada en sí mis-
ma, repetitiva e infecunda” (2013, pp. 70-71). Y continúa explicitando lo que denomina “For-
mas de desesperanza. Ellas son: la desesperanza del Pueblo; la desesperanza que desintegra la
familia; y la desesperanza que desintegra la conanza, la fraternidad y el apostolado (cf. pp.
71-74). En realidad, “la Esperanza es cierta, nos la da el Padre de toda Verdad. Discierne entre
el bien y el mal, es combativa; y combate sin ansiedad ni obcecación, con la rmeza de quien
sabe que corre hacia una meta segura” (p. 82). Ya como Papa, en diversos lugares Francisco se
rerió a Satanás y su insidia contra el hombre. Al respecto, cf. Gaudete in exsultate, en especial
el Capítulo V (“Combate, Vigilancia y Discernimiento”), n. 159 y n. 160.
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otras palabras, “nos toca ahora ser peregrinos de la esperanza para llevar-
la a la entera humanidad, empezando en casa, por el amor familiar que
nos rodea… para la construcción de una sociedad más justa, más bella,
más solidaria y, en denitiva, más cristiana” (2024, pp. 48 y 145).
Muchas otras virtualidades diseminadas en diferentes publicacio-
nes20, entraña el pensamiento del Santo Padre, a las que no podemos
referirnos en este lugar, pero que al menos queremos señalar. Ellas son,
entre otras: su análisis de la sociedad contemporánea en relación a la
Esperanza y a Cristo, el rol de los laicos cristianos en la coyuntura his-
tórica que vivimos, algunos desafíos urgentes como la crisis de la nata-
lidad y el invierno demográco, o la cuarta revolución industrial desa-
tada por la irrupción de la tecnología digital, la robótica y la Inteligencia
Articial, y que reclama de manera imperiosa la construcción de una
alternativa cultural al mundo moderno y posmoderno que nos envuel-
ve. Alternativa que se aleje de los disvalores del egoísmo, la codicia y el
desinterés por los bienes del espíritu, hoy dominantes. Todo lo cual sólo
ha de poder realizarse fundándose en el Señor, porque como enseña el
Apóstol Pablo, Jesucristo es nuestra Esperanza (1 Tim 1:1).
Al concluir la Bula de Convocatoria a Peregrinar todo el año con
Esperanza, Francisco cierra su mensaje expresando su anhelo sobre
los frutos del Jubileo, que:
Será un Año Santo caracterizado por la esperanza que no declina, la
esperanza en Dios. Que nos ayude también a recuperar la conanza
necesaria –tanto en la Iglesia como en la sociedad– en los vínculos
interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción
de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que
el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genui-
na esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13),
donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados
hacia el cumplimiento de la promesa del Señor. Dejémonos atraer
desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros
20
Por ejemplo: (2014). Una Iglesia de todos. Mis reexiones para un tiempo nuevo, Espasa;
(2016). El nombre de Dios es misericordia. Una conversación con Andrea Tornelli, Planeta, y
(2016) ¿Quién soy yo, para juzgar?, Penguin.
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sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda de-
cirles: ‘Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor’
(Sal 27,14). Que la fuerza de esa esperanza pueda colmar nuestro
presente en la espera conada de la venida de Nuestro Señor Jesu-
cristo, a quien sea la alabanza y la gloria ahora y por los siglos futu-
ros. (Francisco, Spes non confundit, n. 25)
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