Filópolis en Cristo N° 3 (2024) 1-32
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Editorial
“Estamos rodeados de una verdadera
nube de Testigos” (Hb 12:1)
Personas de todas las clases sociales han su-
frido por su fe, pagando con la sangre su ad-
hesión a Cristo y a la Iglesia, o soportando
con valentía largos años de prisión y de priva-
ciones de todo tipo por no ceder a una ideo-
logía transformada en un régimen dictatorial
despiadado (San Juan Pablo II, Incarnatio-
nis Mysterium, n. 13)
Cardenal van Thuân, Arquitecto
del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
Hoy se recuerda a los Protomártires roma-
nos. También nosotros vivimos en tiempos de
martirio, aún más que en los primeros siglos.
En varias partes del mundo tantos hermanos
y hermanas nuestros sufren discriminaciones
y persecuciones a causa de su fe, fecundando
así la Iglesia. Otros se enfrentan a un martirio
“con guante blanco”. Apoyémosles y dejémonos
inspirar por su testimonio de amor por Cristo
(Francisco, Ángelus del 30 de junio de 2024)
En el marco de la celebración por la publicación del Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia, de la que se cumplen 20 años,
nos ha parecido propicio y de estricta justicia, en el inicio del Ciclo
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Académico 2024 del Instituto Enrique Shaw de la UNSTA, evocar
la singular gura del que consideramos su “arquitecto” sapiencial,
el Cardenal vietnamita Francisco Javier van Thuân1. Nos hacemos
eco, de ese modo, de la exhortación del Santo Padre San Juan Pa-
blo II:
Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser
Iglesia de mártires. Las persecuciones de creyentes –sacerdotes,
religiosos y laicos–, han supuesto una gran siembra de mártires en
varias partes del mundo (...) Es un testimonio que no hay que ol-
vidar (...) En nuestro siglo han vuelto los mártires, con frecuencia
desconocidos, casi ‘militi ignoti’, de la gran causa de Dios. En la
medida de lo posible no deben perderse en la Iglesia sus testimo-
nios. (San Juan Pablo II, Tertio Millennio Adveniente, n. 37. Cur-
sivas en el original. En igual sentido, cf. Novo Millennio Ineunte,
n. 7)2
Nuestra exposición va a desplegarse hilvanando textos tomados
de las obras vanthuanianas. Se estructura del siguiente modo: en pri-
mer lugar, ofrecemos una breve semblanza biográca del Cardenal,
titulada: “El ‘castillo interior’ de van Thuân: la espiritualidad de la es-
peranza en Cristo”. Luego, en segundo lugar, vamos a adentrarnos en
su pensamiento social: “El ‘castillo exterior’ de van Thuân: el Mensaje
del Evangelio y la DSI”; y, en tercer lugar, mostraremos “La fecundi-
dad apostólica de van Thuân: ecos de un Testigo contemporáneo”.
Cerramos estas reexiones, y al modo de síntesis, señalando cómo
una expresión inspirada en la predicación de Pablo, que van Thuân
asume con su vida y su obra: omnia instaurare in Christo (Ef 1:10),
nos conduce cual suerte de hilo conductor de su testimonio doctrinal
1
Texto de la Masterclass impartida el Lunes 15 de abril de 2024 en el Aula Magna
II de la UNSTA, como Apertura del Ciclo Académico 2024 del Instituto “Enrique
Shaw” para el estudio y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia.
2
Enseña el Concilio Vaticano II: “Gran número de mártires dieron y dan preclaro
testimonio de la fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida,
incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos a la justicia y el amor, sobre todo
del necesitado” (Gaudium et Spes, n. 21)
3
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y pastoral, hacia las aguas limpias de la enseñanza social católica y, en
ellas y con ellas, hacia su fundamento, Jesús. De ese modo, ponemos
en evidencia que, con su ejemplo, van Thuân nos enseña cuál es “el
proyecto de Dios sobre toda la creación: unicarlo todo en Cristo y en
la unidad trinitaria” (2001, p. 168).
I. El “castillo interior” de van Thuân:
la espiritualidad de la esperanza en Cristo
El simple hecho de haber sido bautizado e ins-
crito en un registro parroquial no me asegura
ser un católico de justas dimensiones. El ver-
dadero católico ha de vivir como Jesús, o lo
que es igual, según el Evangelio. (2022, p. 16)
Francisco Javier Nguyên van Thuân nació el 17 de abril de 1928 en
la ciudad de Hué, en Vietnam y falleció en Roma el 16 de setiembre
de 20023. Pertenecía a una familia católica regada por la sangre de
sus mártires a lo largo de la historia del país4. Es ordenado sacerdote
en 1953 y posteriormente alcanza en Roma el Doctorado en Derecho
Canónico (1959). Consagrado obispo de la diócesis de Nha Trang en
1967, despliega una intensa actividad pastoral hasta 1975, año en que
el Santo Padre San Pablo VI lo nombra Obispo coadjutor de Saigón,
en las vísperas de su invasión por el Viet Cong. Ocurrida la irrupción y
toma del poder por el comunismo, es inmediatamente detenido bajo
la falsa y absurda acusación de ser agente del imperialismo y de par-
3
Para introducirse a la vida de van uân, es muy recomendable: van Chau (2003).
Puede consultarse también: Velasco (2015) y Gutiérrez de Cabiedes (2016).
4
Cf. Montejano (1998). Se trata de la conferencia dictada por el autor en el Instituto
de Filosofía Práctica de Buenos Aires, en octubre de 2018, en el ciclo “Figuras Ejem-
plares. Destacamos que van uân era sobrino del Presidente de la República de
Vietnam, Juan Bautista Ngô Ding Diem, que es derrocado y asesinado en 1963 junto
a varios de sus hermanos. También era sobrino de uno de los obispos del país, Mons.
Pedro Martín Ngô Dinh uc, que a diferencia de sus hermanos, cuando se produce
el golpe de estado que pone n a la República, salva su vida por encontrarse en Roma,
asistiendo al Concilio Vaticano II.
4Filópolis en Cristo N° 3 (2024) 1-32
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ticipar de un imaginario complot vaticano-norteamericano en contra
del gobierno marxista. Encarcelado sin juicio previo ni condena algu-
na, su prisión dura 13 años, 9 de los cuales en régimen de aislamiento
absoluto.
Es liberado en 1988, siendo detenido en Hanoi hasta el 1991, en
que es obligado a abandonar el país, al que no podrá regresar nunca
más. Hecho que signicó una de las pruebas más duras para un cris-
tiano y patriota como van Thuân, que profesaba un genuino amor por
su nación y su gente:
Recibí de mis padres y de mis abuelos la sangre, y de mis ante-
pasados del Vietnam, unos valores espirituales milenarios. Ante
todo soy vietnamita, tengo una patria, Vietnam, con montañas y
ríos magnícos, con una historia gloriosa y un pueblo laborioso y
heroico. Amo Vietnam y estoy orgulloso de ser hijo suyo. (2022,
p. 15)
Obligado contra su voluntad al exilio de su patria, es acogido en
Roma por San Juan Pablo II, quien lo integra al Ponticio Consejo
“Justicia y Paz”, del que será Presidente desde 1994 hasta su muerte
en 2002. En 2001, el mismo Papa lo había creado como Cardenal de
la Iglesia Católica5. Además de otras importantes tareas pastorales,
su labor en el Dicasterio Romano es recordada especialmente por su
participación por encargo directo del Santo Padre, el Papa Wojtyla,
5
En el año 2000, van uân por expreso pedido de San Juan Pablo II, predica los
Ejercicios Espirituales al Santo Padre y la Curia Romana. Al nalizar el Retiro, el
Papa dijo: “Doy las gracias en nombre de cada uno de vosotros al queridísimo Mons.
François-Xavier Nguyen van uân, Presidente del Ponticio Consejo de la Justicia y
de la Paz, el cual, con sencillez e inspiración espiritual, nos ha guiado en la profundi-
zación de nuestra vocación de testigos de la esperanza evangélica al comienzo del ter-
cer milenio. Testigo él mismo de la cruz en los largos años de prisión en Vietnam, nos
ha contado frecuentemente hechos y episodios de su ardua cautividad, animándonos
así en la certeza consoladora de que, cuando todo se derrumba a nuestro alrededor y
quizá también dentro de nosotros, Cristo sigue siendo nuestro infalible apoyo. Agra-
decemos al arzobispo van uân –en la cárcel era solamente el Sr. van uân– su tes-
timonio, que resulta muy signicativo” (San Juan Pablo II, “Palabras del Santo Padre
como conclusión de los Ejercicios Espirituales, en van uân, 2001, pp. 241-242).
5
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en la elaboración del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
Durante la Homilía que predicara en sus funerales, el viernes 20 de
setiembre de 2002, San Juan Pablo II lo llamó un “heraldo heroico
del Evangelio de Cristo”, que ha dado “un ejemplo luminoso de co-
herencia cristiana hasta el martirio” (Cf. 2005, p. 107). Desde el 6 de
junio de 2012, sus restos mortales descansan en la Iglesia de Santa
María de la Scala, de la que había sido titular, a donde fueron tras-
ladados con una ceremonia solemne presidida por el Cardenal Peter
Kodwo Appiah Turkson.
El Cardenal Francisco Javier van Thuân es un Testigo, como lo
fue también su admirada Madre Santa Teresa de Calcuta, de una
auténtica y cristiana opción por los pobres, que no necesita recurrir
al marxismo u otras ideologías para ocuparse y preocuparse por el
hermano marginado, abandonado y sufriente, ni para ejercitar, en
la caridad, un apostolado cívico y social sostenido en Cristo. Su de-
signación en el emblemático Ponticio Consejo “Justicia y Paz”, no
fue una decisión tomada al azar. Por el contrario, muestra la lucidez
y el coraje de San Juan Pablo II para encarar y enfrentar la proble-
mática social de su tiempo. Entre tantos cristianos que se acercan a
las ideologías con la excusa de hacer “más ecaz” su compromiso, el
Santo Padre no elige a ninguno de ellos para ponerlo al frente de la
estratégica institución (el Ponticio Consejo “Justicia y Paz”), sino
a un Mártir de Cristo, precisamente prisionero de un régimen mar-
xista. El mensaje de Juan Pablo Magno es claro, la Iglesia no apoya
al marxismo ni a quienes intentan un maridaje espúreo con él, in-
compatible con el Evangelio, sino a quienes como van Thuân, han
dado testimonio cristiano en su contra desde el interior mismo de la
propia estructura injusta creada por el comunismo, y que perdonan-
do con misericordia a sus inicuos agresores, continúa anunciando a
Jesús con alegría y esperanza.
Muchas veces sufro interiormente porque los medios de comu-
nicación quieren que cuente cosas sensacionales, que acuse, de-
nuncie, excite la lucha, la venganza (…) No es esa mi intención.
Mi más grande deseo es transmitiros mi mensaje del Amor, en la
serenidad y en la verdad, en el perdón y la reconciliación. Quiero
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compartir mis experiencias: cómo he encontrado a Jesús en cada
momento de mi existencia diaria, en el discernimiento entre Dios y
las obras de Dios, en la oración, en la Eucaristía, en mis hermanos
y en mis hermanas, en la Virgen María, guía de mi camino. Quiero
gritar junto con vosotros: ¡Vivamos El Testamento de Jesús! ¡Cru-
cemos el umbral de la esperanza! (2012, pp. 11-12).
Ocasión
La luz que indica la dirección de nuestra vida
es la esperanza. La liturgia canta: O Crux, ave,
spes unica (‘Salve, oh Cruz, nuestra única es-
peranza’). La cruz trae esperanza porque en
ella fue clavado Jesús para salvar a la huma-
nidad, y resucitó al tercer día para abrirnos el
paraíso (2022, p. 37)
La Esperanza, entendida como virtud teologal, es la clave de la es-
piritualidad que sostuvo a van Thuân a lo largo de su vida6. Lo hizo
antes de la prisión, en su juventud y en sus tareas como joven sa-
cerdote y obispo, también durante su cautiverio de 13 años sin juicio
alguno; luego, al recuperar su libertad que es puesta al servicio de la
Iglesia en Roma, y, al n, en los últimos meses de su vida, signados
y coronados por el sufrimiento físico ocasionado por un cáncer de
estómago, que terminó de asemejarlo a Cristo crucicado. Incluso, es
el propio van Thuân quien se vale de dicha virtud, de la que predica
sin cansancio, para dar el nombre a la mayoría de sus libros. No es
que niegue a la Fe o la Caridad, puesto que todas ellas co-existen en
el organismo sobrenatural del cristiano y se dan fuerza y sentido mu-
tuamente. Pero en la búsqueda personal de van Thuân, la virtud de la
Esperanza ocupa un lugar privilegiado7.
6
Como aproximación, puede consultarse Vu ank Khan (2019).
7
El 16 de agosto de 1975, al día siguiente de la Fiesta de la Asunción de María en el
que había sido traslado a prisión, desde su residencia obligatoria en Cay-Vong, en
Nha Trang, Vietnam Central, donde estaba detenido ilegalmente sin proceso alguno,
7
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El Cardenal van Thuân no se propuso nunca elaborar una nueva
espiritualidad, al modo de la benedictina, la carmelita, la dominicana,
la franciscana, la jesuita, la montfortiana. No es tampoco un autor
como Dom Columbia Marmion, Reginald Garrigou-Lagrange o Royo
Marín, expertos en la vida espiritual, de la que tanto y tan bien han
hablado y escrito. Nada hacía prever en él a un profundo maestro
espiritual. Se diría que su ministerio parecía orientado más bien al
pastoreo de las almas y la administración diocesana. Sin embargo, la
Providencia lo llevó por misteriosos caminos que forjaron su espíritu
en el martirio, permitiendo que brotara de él, al fragor de su experien-
cia personal, un camino de seguimiento del Señor que el propio van
Thuân debió recorrer por sí mismo, despojado de cualquier auxilio
o consuelo humano, con la sola ayuda de la Gracia y aferrado a la
Esperanza.
Mientras tantos otros sucumbieron a las duras e inhumanas con-
diciones sufridas en prisión, desde su libertad interior forjada en el
Evangelio, van Thuân pudo sobreponerse a las adversidades y enten-
derlas como su cruz de cada día, que le permitían aumentar su Fe y
vivir la Caridad cotidianamente y en cada momento. El contexto de
los penosos días de su injusto cautiverio, fueron la ocasión para que el
Señor esculpiera en su vida una de las más logradas expresiones con-
temporáneas de santidad. Y en esas circunstancias, el eje inspirador
sobre el que girara su testimonio, fue una comprensión profunda de
la virtud teologal de la Esperanza. Al punto tal, que podríamos hablar
que van Thuân sustenta su existencia en una original espiritualidad
de la Esperanza en Cristo.
Tal virtud pasa a ser el punto de referencia fundamental para en-
tender su pensamiento personal y social8. No es conanza humana u
van uân escribe un poema titulado “Preso por Cristo. En uno de sus versos, dice:
“El camino de la esperanza está enlosado de pequeños pasos de esperanza. La vida
de esperanza está hecha de breves minutos de esperanza, en van uân, 2012, p. 22.
8
Como expresa Sacheri, mostrando la incidencia que esta virtud tiene en el ámbito
social: “La esperanza nos mantiene en tensión, en función de un bien que no po-
demos alcanzar hoy pero que podemos alcanzar dentro de cierto tiempo o a través
de una serie de actos. Y el hombre vive esperando. Toda la vida social está fundada
en la conanza, que implica una esperanza, porque si uno se atuviera a lo que ve en
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optimismo natural sino una virtud teologal, sobrenatural, cuyo objeto
es Dios en Cristo: “Quisiera condensar el contenido de una vida que
da testimonio de la esperanza en el siguiente acrónimo, formado por
las iniciales del latín SPES –esperanza–” (2022, p. 39). Iniciales que
se reeren para van Thuân, a: S: Servir; P: Progresar; E: Evangelizar
y S: Santicar.
Sus fuentes
Hemos de recurrir a los textos de los grandes
Padres de la Iglesia para que nos ayuden, por-
que ellos tienen más trato con Dios que noso-
tros. (2005, p. 77)
Recorriendo las obras de van Thuân, es posible registrar las prin-
cipales nutrientes de su espiritualidad. Ellas son, en primer lugar, las
Sagradas Escrituras, en especial el Evangelio, con Cristo en el centro.
Todas sus conferencias y escritos, en retiros, congresos o las más diver-
sas publicaciones, están sembradas de referencias a la Palabra de Dios.
Por otra parte, van Thuân exhibe una gran estima por los Santos
Padres, debido a la profunda vivencia cristiana que se observa en sus
obras. Especial consideración profesa respecto de Santo Tomás de
Aquino. La sabiduría tomista, entendida como una calicada elabora-
ción de la enseñanza católica, fruto de un no ejercicio del fructífero
diálogo entre Fides et ratio, resume en misma las fuentes de la lo-
sofía antigua y, con la ayuda de los Padres, las articula arquitectóni-
camente armonizándolas con el Evangelio. La doctrina tomista es la
que la Enseñanza Social de la Iglesia asume como propia e impregna
sus principios, juicios y exhortaciones. Hablando de él, van Thuân
expresa que Santo Tomás de Aquino
el contorno inmediato no esperaría nada, pero no podría vivir porque tendría un
horizonte excesivamente limitado. El hombre necesita conar en otros, porque sin
conanza no hay convivencia social, no hay paz social” (Sacheri, 2016, p. 187. Cur-
sivas en el original).
9
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Es el patrono de los colegios católicos y maestro del tomismo, base
fundamental de la losofía y de la teología de la Iglesia (...) Sus
obras constituyen una amplia síntesis de los conocimientos de su
tiempo y una visión intuitiva de solución a problemas que aún hoy
siguen planteándose. (2007, p. 250)
Igualmente es habitual el recurso de van Thuân a citas del Ma-
gisterio de la Iglesia. En este sentido, debe decirse que precisamente
una de sus obras escritas en cautiverio es un estudio sobre el Con-
cilio Vaticano II (cf. 2004), del que, en una delicada armación de
la continuidad doctrinal que caracteriza a la enseñanza católica,
señala como fuente principal del acontecimiento conciliar al pen-
samiento de Pío XII9. Es abundante también en su producción es-
crita la referencia al magisterio ponticio, en especial de San Juan
Pablo II, siendo característico de su testimonio la devoción a la Sede
Romana: “La herencia de Jesús continúa la obra de la salvación en
el mundo bajo la guía ininterrumpida de los sucesores de Pedro”
(2022, p. 125).
Asimismo, van Thuân teje su obra con ejemplos y anécdotas de
la vida y de las obras de santos, mártires y confesores, a los que
propone como modelos paradigmáticos de seguimiento incondi-
cional de Jesús, en los más diversos contextos históricos y epo-
cales. Al n, su propia experiencia religiosa es como la palestra
donde todo se recibe y alcanza forma y medida. El mundo cues-
tiona la Fe de van Thuân y éste va enfrentando los desafíos que se
le plantean, siempre sostenido desde el Evangelio y estas fuentes
espirituales y doctrinales.
9
Dice van uân en otro lugar: “El papa Pío XII era un papa santo, a la vez que un
espíritu sumamente culto. Toda su vida estuvo dedicada al estudio y a la acción (...)
Investigaba en los libros, se informaba de los especialistas, de los sabios, y aprendía
de la rica experiencia de la vida. En sus discursos y en todos sus escritos pastorales
se encuentra un reejo el de todas las preocupaciones y problemas de nuestro tiem-
po: religiosos, teológicos, escriturísticos, sociales, familiares, profesionales, políticos,
económicos, tecnológicos, cientícos, y las dos cuestiones cruciales de la guerra y
de la paz (...) Todos sus escritos fueron para los Padres del Concilio Vaticano II un
tesoro documental inapreciable” (2007, pp. 243-244).
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Finalmente, destacamos su insistencia en hablar de la importan-
cia del hoy como tiempo inmejorable para evangelizar: “El momen-
to más hermoso para ti es el momento presente (cf. Mt 6:34; Sgo
4:13-15). Vívelo plenamente en el amor de Dios. Tu vida será ma-
ravillosamente hermosa si es como un gran cristal con millones de
momentos vividos así. ¿Viste qué fácil?” (2004, p. 122). El “aquí y
ahora”, constituye uno de los lugares más propicios de la vida para
todo cristiano, pero especialmente para los laicos, que deben ins-
taurar en Cristo el orden temporal. Dice van Thuân, que el pasado
es menester dejarlo en manos de la misericordia de Dios, el futuro,
de su Providencia, pero el presente, ése es el tiempo de nuestro tes-
timonio (cf. 2005, pp. 77-83). Por ello, enseña: “que tu vida no se
vuelva un cementerio de proyectos no realizados. Hoy es cuando
tienes que realizar tus proyectos no dejes la acción para mañana”
(2004, p. 27).
¿Cómo se puede amar hoy con esa medida? Basta con vivir
cada día, cada hora, cada minuto como si fuese el último de
mi vida. Dejar de lado lo que sea contingente y concentrar el
ánimo en lo esencial. Cada palabra, cada pensamiento, cada
gesto, cada llamada telefónica, cada decisión debe ser ‘la más
hermosa’ de mi vida. Debo dedicarle a cada persona mi amor y
mi sonrisa. Debe darme miedo desperdiciar un instante y lue-
go tener que arrepentirme de no haberlo vivido bien. (2022,
p. 21)
Algunas claves interiores
Jesús es el polo magnético que ha atraído mi
vida. (2022, p. 112)
La espiritualidad de la Esperanza se asienta sobre varios pilares.
El principal y sostén de los demás, es Cristo, el Señor. La vida y la
obra de van Thuân se caracterizan por su cristocentrismo: Frente a
los estériles esfuerzos humanos sostenidos en la inmanencia de su
propio orgullo, van Thuân proclama que “nuestra esperanza es Jesús,
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el único Salvador que nos espera en la alegría eterna del banquete”
(2001, p. 239. Cf. 2005, pp. 11-20).
Es distintiva de su pensamiento, también, la marianidad. van
Thuân reconoce una cercanía muy íntima con la Virgen. Incluso
advierte que grandes hitos de su vida se producen en fechas en
que se festejan Fiestas Marianas. En agosto de 1957 visitó como
peregrino la Gruta de Lourdes, sintiendo una intensa presencia
de la Virgen. Arrodillado en la cueva, como lo hiciera Santa Ber-
nardita Soubirous, escuchó resonar en su corazón las palabras
que María había dirigido a aquella joven: “No te prometo alegría
y consuelo en la tierra, sino más bien adversidades y sufrimien-
to”. Desde ese momento, se sintió interpelado y supo que el men-
saje estaba también dirigido a él. Y cuando atravesaba los peores
momentos de soledad y desolación espiritual en prisión, decía:
“¡Hay días en que, al límite del cansancio, de la enfermedad, no
puedo ni recitar una oración!”. Entonces rezaba el Santo Rosario
insistentemente y con todo fervor. La Virgen fue para él su con-
tinua compañera durante aquella penosa cautividad (Cf. 2005,
pp. 41-46).
Otra columna de su vida interior es la eclesialidad: van Thuân
no es un libre pensador, ni alguien que persiga innovaciones alo-
cadas o pretendidas originalidades distantes de la bimilenaria ex-
periencia espiritual y doctrinal de la Iglesia. Por el contrario, se
apoya en ese tesoro sapiencial, abreva en él y se nutre de él, y se
transforma, el propio van Thuân, en una privilegiada y sugerente
expresión suya en la historia contemporánea. La espiritualidad de
la Esperanza no se entiende desgajada de la Iglesia, Madre y Maes-
tra, Pueblo de Dios, Cuerpo Místico de Cristo y Templo del Espí-
ritu Santo, en una palabra, Sacramento Universal de Salvación. Y
esta nota de eclesialidad es muy importante en nuestro tiempo, en
el que incluso muchos cristianos tienen una visión distorsionada
de la Iglesia a la que pertenecen y de la que forman parte, pues la
conciben como una institución humana y ajena a ellos. La Iglesia,
para muchos, serían los sacerdotes y los obispos, y sus nes serían,
erróneamente, en el mejor de los casos, lantrópicos (cf. 2005, pp.
47-62).
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Con un “castillo interior” edicado sólidamente, es posible salir de
uno mismo y apoyado en la propia vida espiritual, sostenida en la gra-
cia, intentar construir el “castillo exterior”, transformando el mundo
en Cristo:
Jesucristo es la Palabra encarnada. Vive en medio de nosotros, no
como una simple palabra, sino como hombre y como fuente de
vida. Ir a anunciar el Evangelio es el deber esencial del cristiano y
de la Iglesia, ante todo irradiando la luz del amor y el espíritu de
sacricio no sólo al servicio de los hermanos, sino también de los
enemigos, como hizo Jesús. (2022, p. 43)
II. “El castillo exterior de van Thuân”:
el mensaje del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia
El fuego interior es la causa del fuego exterior.
(2005, p. 85)
Toda la vida del Cardenal van Thuân está polarizada en Jesús.
No extraña, entonces, que su pensamiento social sea profunda-
mente cristocéntrico. Es a partir del misterio de Cristo que los di-
lemas del mundo moderno y posmoderno pueden ser descifrados
correctamente y resueltos verdaderamente: “El hombre se encuen-
tra a sí mismo y toda su felicidad en su relación con Dios” (2005,
p. 81).
Un vínculo de profunda intimidad con Jesús, permite edicar el
“castillo interior” de nuestra alma, que inhabitada trinitariamente, y
madurada en la Fe, no puede contentarse con amar a Dios sobre todas
cosas, sino que debe volcarse a su vida social, para amar al prójimo
como a uno mismo, mientras trabaja por edicar el “castillo exterior”:
un orden comunitario, económico-social, jurídico, político y cultural,
fundado en la caridad, la Civilización del Amor, en el que sea instau-
rado el reinado social de Cristo.
El fuego interior, dice van Thuân, lleva al cristiano a realizar
cinco acciones: 1) adorar, 2) amar, 3) atender, 4) abandonarse, 5)
aceptar. Fuego interior que se desborda y se expande y se trans-
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forma en fuego exterior, también expresado en cinco acciones, que
deben caracterizar al creyente: 1) actuar, 2) animar, 3) apasionarse,
4) aventurarse, 5) alegrarse (cf. 2005, pp. 85-88). Son sus palabras:
¿No ha llegado el momento (...) de descubrir, iluminar, edicar,
además del ‘castillo interior’ el ‘castillo exterior’? Es decir: la pre-
sencia de Dios no sólo en nosotros, sino también entre nosotros.
Es el castillo de dos o más unidos en el nombre del Señor, castil-
lo que no hay que destruir nunca, sino que hay que recomponer
continuamente y conservar en toda relación hasta el esplendor de
unidad perfecta (2001, p. 183).
En la tarea de anunciar a Cristo en el ámbito de las realidades
temporales, van Thuân nos indica algunos hitos a tener en cuenta.
a) El apostolado cívico-social fundado “en Cristo”
En verdad es difícil –y a menudo peligroso–
no moverse ni un milímetro, no ceder ni un
paso, sino resistir y jugarse la vida. El ene-
migo tiene que pasar por encima de nuestro
cuerpo. Todo cristiano es un soldado en el
frente. (2022, p. 33)
El Cardenal van Thuân no propone un activismo alocado como
horizonte apostólico. Porque sabe que “al mundo lo cambian no
sólo las acciones sino también las ideas porque son las ideas las
que guían las acciones” (2004, p. 75). Por ello, antes de propo-
ner tareas cívicas o pastorales concretas, constata la situación de
crisis del mundo en el que los cristianos deben anunciar el Evan-
gelio:
Al nal del siglo XX, volviendo la vista atrás para ver la historia de
la humanidad y de nuestro pueblo, hemos de admitir que, a pesar
de compartir la llamada a la fraternidad de la solidaridad, ha habi-
do innumerables destrucciones y dolores causados por doctrinas y
movimientos cuyos seguidores no han sabido reconocer la digni-
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dad del hombre porque eran incapaces de elevar sucientemente
su alma. (2022, p. 48)
Frente a la desesperanza, el pesimismo y la oscuridad que nos
rodea, pues “hoy vivimos en un mundo que rechaza los valores de
la civilización de la vida, del amor, de la verdad” (2001, p. 172), van
Thuân nos invita a desplegar con esperanza nuestra existencia, su-
giriéndonos “mirar con ojos aún más conados al Dios de la vida y
de la historia” (2005, p. 74). Lo deben hacer los hombres sencillos,
cada uno en sus quehaceres cotidianos, y también los estudiosos y
académicos:
Los sabios y los genios han hecho una gran contribución a la ci-
vilización mundial. Pero sólo han aportado algunas parcelas de
verdad. Para que nuestro mundo pueda disfrutar de tanto orden y
tanta belleza, se necesita una sabiduría trascendente: el Verbo de
Dios. ‘Todo se hizo por medio de Él’ –Jn 1, 3– (2007, p. 231).
En efecto,
Cuando los sabios y los intelectuales, los que creen conocerlo todo
y haberlo descubierto todo, se arrodillan para adorar a Dios, se
dan cuenta de que sus descubrimientos no son más que rayos de
luz venidos del cielo. Entonces miran el universo con ojos nuevos
y comprueban que todo está organizado, desde toda la eternidad,
según un proyecto y un orden perfectos (2007, p. 238).
En ese orden cósmico, Cristo es quien da sentido a las cosas y los
acontecimientos:
El hecho es que las palabras de Jesús poseen una densidad y una
profundidad que las demás palabras no tienen, sean de lósofos,
de políticos o de poetas. Las palabras de Jesús son, como a menu-
do se denen en el Nuevo Testamento, espíritu y vida. Contienen,
expresan, comunican, una vida, la plenitud de la vida. (2001, p. 73)
Es constante van Thuân en su predicación cristocéntrica:
15
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Los cristianos no tenemos otro camino que elegir, otra fuerza a
la que acudir, otro ejemplo que imitar ni otro n por alcanzar
fuera de Jesucristo, Aquel que se nos ofrece en el Evangelio.
(2022, p. 43)
b) La Caridad en el centro del mensaje social de Cristo
Si tus obras de Caridad no son hechas por
Dios, no eres diferente a un asistente social a
sueldo. (2004, p. 96)
Recuerda van Thuân un hecho doloroso sufrido durante su pri-
sión: “Una noche en que me encuentro enfermo en la prisión de Phú
Khánh, veo pasar a un policía y le grito: ‘Por caridad, estoy enfer-
mo; déme alguna medicina’. Él me responde: ‘Aquí no hay caridad, ni
amor; sólo hay responsabilidad’” (2012, p. 49). La cruel frialdad de las
palabras del carcelero comunista, desnuda la falta de humanidad del
régimen político que éste representa y permite apreciar como contra-
partida y cada vez con mayor fuerza, la luz del Evangelio y su secreto
a voces, el amor. Lo expresa van Thuân: “La esencia del cristiano es la
Caridad” (2022, p. 48).
Frente a la brutalidad e injusticia de un modelo institucional que
desconoce la caridad, van Thuân arma que
La paz que Jesús anuncia a sus discípulos se realiza en el amor,
mandamiento-síntesis en el que Jesús resumió el decálogo de la
Ley de Moisés: el amor a Dios y a nuestros hermanos. En el amor
el corazón se reconcilia, se reunica, recobra la paz para la cual
fuimos creados y a la que estamos destinados. (2001, p. 216)
No hay otro camino que la caridad de Cristo: “sólo el amor cris-
tiano puede cambiar los corazones, no las armas, las amenazas ni
los medios de comunicación” (2012, p. 54). De ese modo, “la caridad
transforma al mundo de ‘selvático’ en ‘humano’; transforma al mun-
do de los hijos del hombre en el mundo de los hijos de Dios” (2004,
p. 100). En efecto, “cuando hay amor se siente alegría y paz, porque
Jesús está en medio de nosotros” (2012, p. 52). Y ello ocurre porque
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Cristo nos ha entregado a los cristianos el secreto de la solidaridad
y de la unidad. Podríamos imaginarnos a Jesús como un sol en el
centro que irradia a su alrededor sus rayos: cuanto más se alejan
de Él, más divergentes son. Pero cuanto más cerca están de Él más
tienden a unirse entre sí, hasta juntarse en el Corazón de Jesús.
(2022, p. 48)
Nadie está exento de vivir una vida de caridad con el prójimo, sin
importar sus condiciones vitales:
Podrías decir: ‘No puedo hacer obras de caridad porque no
tengo dinero’. ¿Por qué tienes necesidad de dinero para hacer
obras de caridad? ¿Y la caridad de una sonrisa, de un apretón
de manos, de la compasión, la caridad de una visita o de la ora-
ción…? (...) ¿Por qué eres tan avaro en elogios a los demás, tan
lento para sonreír o estrechar la mano de alguien? Hay muchas
personas que no quieren dinero: buscan sólo tu caridad (2004,
pp. 82 y 96).
c) El laicado y su apostolado en el mundo
Cumplir con el deber del propio estado es la
forma más simple y segura de ascética que
puedes seguir. (2004, p. 123)
Reexionando sobre quiénes son los cristianos que deben hacer
efectivo el amor de Cristo en el orden de las cosas temporales, van
Thuân dirige su pensamiento hacia los seglares, que transcurren su
vida diaria insertos en las realidades temporales, y exclama:
El deber de la Iglesia es servir al mundo. De ahí deriva una nueva
espiritualidad. En general pensamos que un Santo es quien cu-
mple con sus prácticas religiosas y participa en la vida de las aso-
ciaciones, pero nos olvidamos de que ‘ser santos signica cumplir
con mis deberes’. San José también es santo porque fue un buen
carpintero. María también es santa porque fue una buena ama de
casa, haciéndolo todo por amor a Jesús. (2022, p. 45)
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Recogiendo las enseñanzas de magisterio ponticio y conciliar so-
bre el apostolado de los laicos, van Thuân expresa:
Si dices que todos los miembros del pueblo de Dios gozan de una gra-
cia especial del Espíritu Santo, algunos dirán que te estás burlando
de ellos. Si añades que todos ellos son sacerdotes, profetas y reyes,
¡habrá otros que te tratarán de protestante! ¿Cuántos laicos tienen
conciencia de ser llamados por Dios? ¿Cuántos saben que el Señor
los necesita? ¿Cuántos se sienten orgullosos y agradecidos por haber
sido hechos hijos de Dios en el bautismo, y militantes y testigos en la
conrmación? Estamos en la época del laicado. Mientras no hayan
sido movilizados todos los recursos del pueblo de Dios, consciente y
activamente, nuestra sociedad no se verá impregnada por el Evange-
lio en todos sus ámbitos. El secreto de la labor apostólica en nuestra
época es el apostolado de los laicos. (2007, p. 143)
Los cristianos que despliegan su vida en el ámbito de la vida social,
deben profundizar su vocación de cristianizar la ciudad de los hom-
bres. Dice van Thuân:
El laico tiene que ser uno que ama su misión en el mundo: la de
hacer presente la eternidad en el tiempo. El laico cree que Dios le
ha conado el mundo y sus hermanos para conducirlos a la salva-
ción eterna. El laico sabe con certeza que sólo Dios puede dar la
salvación, pero que en esta tarea pide la colaboración del hombre.
El laico es el que sabe esperar, garantiza la esperanza y la ofrece a
los demás (2004, p. 110)
Es todo el orden temporal, en cada una de sus instancias, familia-
res, socio-económicas, legales, políticas y culturales el que se consti-
tuye en el campo del apostolado del seglar. Es allí donde el el cris-
tiano laico debe trabajar y, de ese modo, se santica a mismo y
santica el mundo.
Santicar mi deber: ¿Soy periodista, diputado, estudiante o coci-
nero? Pues bien, santico mi trabajo si, en lugar de ejercerlo sólo
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con vistas a un provecho, lo hago bien por amor a Dios. Santicar
a los demás haciendo mi deber: si soy periodista, escribiré artícu-
los objetivos, defendiendo la verdad e informando correctamente
a mucha gente; si soy diputado, hablaré con valentía según mi
conciencia y así santicaré a los demás, etc. Al ver que el mun-
do no se vuelve mejor, no se renueva, nos preguntamos: ¿dónde
están todos esos periodistas, diputados, intelectuales, verdaderos
hombres de fe católicos? Vivimos como quien no tiene religión. Y
no santicamos a los demás cumpliendo con nuestro deber (2022,
pp. 45-46)
El “secreto” que anima al cristiano que vive en el mundo es con-
tagiarse del mensaje transformador de Jesús: “Un Evangelio falso
es diferente del Evangelio auténtico (...) Tienes que empaparte del
Evangelio tú mismo, a los demás y a la sociedad de hoy. Sólo así po-
dremos tener hombres nuevos y sociedades nuevas” (2022, p. 69).
Las enseñanzas de van Thuân tienen especialmente en cuenta a
quienes por vocación están llamados a gestionar la cosa pública. Se
trata de los laicos que se dedican a la política. En esa línea, en un
hermoso texto proclama lo que llama “las Bienaventuranzas del Po-
lítico”. En ellas, se articulan lo natural y lo sobrenatural, la razón y la
fe10. Por un lado hablan de la actividad del político en sí misma, re-
marcando verdades naturales que deben atesorar quienes se dedican
a la gestión de la cosa pública, como el conocimiento de los principios
políticos, la honestidad, el bien común, el seguimiento de la propia
conciencia, el impulso por edicar una arquitectura política al servi-
cio del hombre, etc. Pero al mismo tiempo, van Thuân las armoniza y
eleva con referencias directas a las realidades trascendentes, las ver-
dades sobrenaturales.
El “político bienaventurado” es aquel “que sabe escuchar a Dios en
la oración” (n. 7), porque es un hombre de plegaria, de conversación co-
10
En su obra Opción política del cristiano (1973), Jordán Bruno Genta expone lo que
denomina “El Maniesto Cristiano, inspirándose en el Evangelio y, especialmente,
en el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas. También vinculan estas ense-
ñanzas de Cristo con la política: Ousset, 1980, pp. 339-346 y Sacheri, 1984, p. 36.
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tidiana con Dios. Un hombre que contempla el Misterio del Creador y
de la Creación, y tiene una profunda y fecunda vida interior que no se
queda enclaustrada en la intimidad de su conciencia. Por ello, “no relega
la religión a lo privado” (n. 6) pues sabe que la religión tiene una dimen-
sión social y pública que le es inherente, que él mismo debe expresar en
su existencia caracterizada por ser vivida “con una coherencia constante
entre su fe y su vida de persona comprometida en política” (n. 4).
El político que abraza las bienaventuranzas es alguien que sabe
que es lamentablemente muy frecuente la división entre los católicos
que se enfrentan facciosamente, lo que lo hace recordar aquello que
“se dice en Francia: ‘los católicos franceses jamás se han puesto en pié
a la vez, más que en el momento del Evangelio’. ¡Me parece que este
refrán se puede aplicar también a los católicos de otros países!” (n. 5).
Por todo ello, el político bienaventurado sabe que no es eterno y
que su vida no se encierra ni concluye en la inmanencia de la tempo-
ralidad, puesto que tiene plena conciencia que “¡En el momento del
juicio él tendrá que responder a Dios, no a los medios!” (n. 8). Convic-
ción que lo impulsa de manera tal que en su tarea pública “establece
sus prioridades en unas elecciones basándose en su fe” (n. 6), porque
en todos sus proyectos “tiene una carta magna: el Evangelio” (n. 6).
Lo que le permite desplegar una acción política inspirada en Cristo,
pues “realiza la unidad y, haciendo a Jesús punto de apoyo de aquélla,
la deende” (n. 5).
d) La Doctrina Social de la Iglesia, instrumento para la Ci-
vilización del Amor
Sueño con una humanidad en la que la Doc-
trina Social de la Iglesia realice plenamen-
te su función de instrumento al servicio del
crecimiento de la vida y de la calidad de vida
de todos los hombres y de todas las mujeres,
para gloria de Dios. (2005, p. 76)
Habíamos dicho que una de las características del pensamiento
vanthuaniano viene dado por su recepción del magisterio social
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de la Iglesia, en especial del Concilio Vaticano II. Lo dice expresa-
mente:
Si queréis conocer más en detalle cuáles deben ser los pensamien-
tos y las acciones de un cristiano militante, los invito a ahondar en
la Constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II,
título que elegí como lema de mi programa cuando fui ordenado
obispo en 1967. (2022, p. 40)
La enseñanza de la Iglesia en materias temporales, se encuen-
tra reunida orgánica y sistemáticamente en un corpus monumental,
permanentemente enriquecido por el contacto de la realidad con el
Evangelio bajo la atenta mirada del magisterio. Dice van Thuân:
La doctrina social de la admirable serie de Papas que vienen des-
de León XIII puede convertirse, para el cristiano de nuestro tiem-
po, en una fuente de orientación y en un instrumento genuino de
evangelización (que) contribuya al bien común universal y a que se
realice la visión del salmista –Sal 85:9-12– para anticipar el Reino
de Dios. (2003, pp. 10-11 y 12. Paréntesis nuestro)11.
Una recta lectura y recepción de la enseñanza social católica, nos
permite tender hacia una idea de desarrollo que sea completa, dejan-
do de lado las miradas parciales o ideológicas que tanto daño hacen.
Enseña van Thuân:
Para la Iglesia, el desarrollo no tiene un signicado sólo econó-
mico, sino que es el desarrollo íntegro del hombre, desde todos
los puntos de vista: físico, intelectual y espiritual. Es importante
desmontar el concepto erróneo de que la Iglesia sólo se ocupa del
11
En relación a los lugares del magisterio en donde abrevar, van uân recuerda
que en el “año Jubilar han ido apareciendo no pocas publicaciones que recogen los
diferentes aspectos de la doctrina social católica. El Catecismo de la Iglesia Católica
contiene muchos elementos y constituye una fuente de máxima autoridad” (2003, p.
11. Cursivas en el original).
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alma y no del cuerpo. Ese modo de pensar está lejos de la verdad
histórica, pues hace mil años, en todo lugar, la Iglesia ha insti-
tuido escuelas de todo tipo y grado, desde la guardería infantil
hasta la universidad, además de orfanatos, asilos para ancianos,
hospitales y leproserías (...) En pocas palabras, la Esperanza es la
fuerza que nos empuja a dar testimonio del compromiso por el
desarrollo íntegro del hombre. (2022, pp. 41-42)
e) La manera de transmitir el mensaje
No te conformes con una fe teórica y formal.
Que tu fe sea viva, genuina, leal y plena de
amor. (2004, p. 36)
Destaca van Thuân la importancia de una correcta presentación y
transmisión del mensaje social del Evangelio:
Para tu apostolado usa el único medio ecaz: el contacto personal.
Con él entras en la vida de los otros, los comprendes y los amas.
Las relaciones personales son más ecaces que las prédicas y los
libros. El contacto entre personas y el diálogo, de tú a tú, son el
secreto de la duración de tu obra y de tu éxito. (2004, p. 121)
Para que ese vínculo sea ecaz y fructífero, van Thuân aconseja:
“Cuando estés por decir algo, examina tu modo de hablar; la caridad
y la gentileza harán más apetecible tu mensaje. La misma cosa dicha
en dos modos distintos por dos personas con distinto estado de ánimo,
producen dos resultados distintos” (2004, pp. 27-28). De ese modo, po-
dremos evitar sucumbir a un escollo habitual, consistente en pretender
contar con todas las respuestas a preguntas que nadie ha formulado.
Debemos atender con delicadeza a nuestros interlocutores, distin-
guiendo cuando nos dirigimos a personas o grupos con formación, frente
a las que podremos exhibir un lenguaje académico expresado en un dis-
curso técnico más riguroso, de aquellas ocasiones en que dialogamos con
gente que carece de ella. En estos últimos casos, de auditorios con escasa
o ninguna preparación, “hay que dar explicaciones de manera compren-
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sible, no con la terminología escolástica, sino con las palabras sencillas
del Evangelio” (2001, p. 26). En cualquier situación, en última instancia,
La gente sólo puede entender a uno que habla el lenguaje de su
tiempo. Aprender este lenguaje no signica traicionar el Evangelio,
signica interpretarlo para que su anuncio llegue efectivamente a
las mujeres y a los hombres a los que somos enviados, con toda la
delidad que exige el depósito de la fe, pero también con toda la
importancia necesaria que un lenguaje comprensible puede darle
a nuestro anuncio. (2005, p. 66)
Todo ser humano que se cruza por nuestra vida merece que tenga-
mos con él un diálogo encarado desde nuestra irrenunciable perspecti-
va cristiana. Incluso si debemos señalar en el intercambio con nuestro
interlocutor algunas formulaciones defectuosas o descubrir otras que
compartimos, siempre debemos hacerlo recordando la enseñanza de
Santo Tomás de Aquino que él toma de San Ambrosio: “Todo lo que es
verdadero no importa quién lo diga, viene del Espíritu Santo”12.
En denitiva, el Evangelio del que somos portadores no es una
construcción ideológica salida de nuestra mente, y que nosotros po-
dríamos manipular a nuestro antojo sino un Mensaje enraizado en
Jesús: “Las palabras han de transmitir la experiencia del don recibido
y la gracia de la conversión del corazón que se irradian a través de ges-
tos de Caridad y de justicia comprensibles para todos” (2005, p. 71).
f) El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
La Caridad no puede limitarse únicamente a
las relaciones de los hombres entre sí, sino que
debe aspirar a construir una sociedad nueva,
cosa a la que muchos cristianos no siempre le
dan toda su importancia. (2007, p. 369)
12
Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología, I-II, q. 109, artículo 1, ad 1; el mis-
mo pensamiento en De Veritate, q. 1, artículo 8. El texto original de San Ambrosio,
Comm. in Co 12, 3: PL 17, 258: “La verdad que dice alguien, la dice el Espíritu Santo.
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Hemos señalado que con su sabiduría y prudencia pastoral, van
Thuân se erige en el arquitecto, es decir quien diseña y traza los pla-
nos, la estructura y los contenidos del Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia. La génesis del texto puede ser rastreada en una
intuición de San Juan Pablo II, en la que expresa anticipadamente
su idea de publicar un documento de esa naturaleza. Decía el Santo
Padre en Ecclesia in America, n. 54:
Hay que fomentar la formación de eles laicos capaces de
trabajar, en nombre de la fe en Cristo, para la transformación
de las realidades terrenas. Además, será oportuno promover y
apoyar el estudio de esta doctrina en todos los ámbitos de las
Iglesias particulares de América y, sobre todo, en el universita-
rio, para que sea conocida con mayor profundidad y aplicada en
la sociedad americana. Para alcanzar este objetivo sería muy útil
un compendio o síntesis autorizada de la doctrina social católica,
incluso un ‘catecismo’, que muestre la relación existente entre
ella y la nueva evangelización. La parte que el Catecismo de la
Iglesia Católica dedica a esta materia, a propósito del séptimo
mandamiento del Decálogo, podría ser el punto de partida de
este ‘Catecismo de doctrina social católica’. Naturalmente, como
ha sucedido con el Catecismo de la Iglesia Católica, se limitaría
a formular los principios generales, dejando a aplicaciones poste-
riores el tratar sobre los problemas relacionados con las diversas
situaciones locales”.
Habíamos dicho al principio de estas reexiones, que en 2024 ce-
lebramos los 20 años de la publicación del Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia, que tuvo en el Cardenal Francisco Javier Ngu-
yên van Thuân, a su impulsor inicial y al que podemos considerar
su arquitecto sapiencial. En efecto, en su condición de Presidente del
Ponticio Consejo “Justicia y Paz”, van Thuân recibe el encargo del
Santo Padre Juan Pablo II, de elaborar una obra de síntesis que reúna
al modo de un catecismo social, los grandes lineamientos del mensaje
social del Evangelio atesorados por la Iglesia y enseñados por su ma-
gisterio.
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van Thuân, acompañado por un selecto grupo de especialistas,
pone manos a la obra, realiza los trabajos iniciales, diseña la estruc-
tura del Compendio y comienza a elaborarlo redactando el conte-
nido de sus diversas partes, pero no puede concluir su labor con la
publicación del texto denitivo, puesto que contrae una cruel en-
fermedad –cáncer de estómago–, y fallece en olor de santidad el 16
de setiembre del año 2002. Su obra, nalmente, es concluida por
sus colaboradores y el 2 de abril del año 2004 es publicada por su
sucesor, el Cardenal Martino junto al Secretario, Giussepe Crepaldi
–luego Arzobispo de Trieste–13, dejando el primero de ellos, en el
prólogo de la presentación del libro, su testimonio de admiración y
agradecimiento a van Thuân. Publicadas el 25 de octubre de 2004,
leamos sus palabras:
Mi predecesor, el llorado y venerado Cardenal François-Xavier
Nguyên Van Thuân, guió sabiamente, con constancia y clarivi-
dencia, la compleja fase preparatoria de este documento; la en-
fermedad le impidió concluirla con la publicación. Esta obra a mí
conada, y ahora ofrecida a los lectores, lleva por tanto el sello
de un gran testigo de la Cruz, fuerte en la fe durante los años
oscuros y terribles del Viêt Nam. Él sabrá acoger nuestra gratitud
por todo su precioso trabajo, realizado con amor y dedicación, y
bendecir a todos aquellos que se detendrán a reexionar sobre
estas páginas. (Cardenal Renato Raaele Martino, Presidente
del Ponticio Consejo Justicia y Paz, Prólogo de Presentación del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, fechado el 2 de
abril de 2004)
13
Crepaldi es consagrado Arzobispo por Benedicto XVI, y tiene el mérito de haber
fundado la Red Internacional Cardenal van uân para el estudio de la Doctrina So-
cial de la Iglesia con sede en Trieste, que tiene una importante página web de difusión
de la enseñanza social de la Iglesia con publicaciones en ebook, noticiarios, etcétera.
En nuestras tierras también se ha fundado la Red Latinoamericana Cardenal van
uân, a la cual pertenecemos, y a la que está incorporado el Instituto Enrique Shaw
de la UNSTA.
25
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III. La fecundidad del testimonio de van Thuân:
ecos de un Testigo contemporáneo
Toma valerosamente la cruz con las dos manos
y plántala en tu corazón (...) Él es el Camino: si-
gue sus huellas. Él es la Verdad: cree sólo en sus
enseñanzas. Él es la Vida: vive sólo de acuerdo
a su espíritu –cf. Jn 14:6– (2004, pp. 61 y 77)
Hemos visto cómo San Juan Pablo II acoge a van Thuân en Roma
cuando es expulsado de su Patria, Vietnam. Y lo incorpora a la Curia
Romana encomendándole la importante Comisión Ponticia “Justi-
cia y Paz”, y entre otras tantas misiones, la elaboración del Compen-
dio de la Doctrina Social de la Iglesia. Ya en vida de van Thuân, el
Papa Wojtyla lo consideraba un mártir de Cristo, y lo rearmó con su
muerte. Esta convicción de la Santa Sede, continuó con los Romanos
Pontíces posteriores.
En su Discurso del Lunes 17 de Septiembre de 2007, al celebrar-
se el quinto aniversario de la muerte de van Thuân, Benedicto XVI
recordó lo que denominó “el luminoso testimonio de fe que nos dejó
este heroico pastor” al que denió como un “singular profeta de espe-
ranza cristiana”. Y lo evocó a través de agradecidas y cálidas palabras:
¿Cómo olvidar los notables rasgos de su cordialidad sencilla y
espontánea? ¿Cómo no poner de relieve la capacidad que tenía de
dialogar y hacerse prójimo de todos? Lo recordamos con mucha
admiración, mientras vuelven a nuestra mente las grandes visiones,
llenas de esperanza, que lo animaban y que sabía proponer de modo
fácil y atractivo; su fervoroso compromiso en favor de la difusión
de la doctrina social de la Iglesia entre los pobres del mundo; el
anhelo de la evangelización en su continente, Asia; la capacidad
que tenía de coordinar las actividades de caridad y promoción
humana que impulsaba y sostenía en los lugares más recónditos
de la tierra. El cardenal van Thuân era un hombre de esperanza,
vivía de esperanza y la difundía entre todas las personas con quie-
nes se encontraba.
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También Francisco lo recordó repetidamente. El viernes 5 de julio
de 2013, al dirigir su palabra a los asistentes a la sesión de clausura
de la fase diocesana del proceso canónico para la beaticación de van
Thuân, el Santo Padre lo llamó “Testigo de la esperanza”. Y destacó
que “son muchas las personas que pueden atestiguar que fueron edi-
cadas por el encuentro con el Siervo de Dios François-Xavier Ngu-
yên Van Thuan en diversos momentos de su vida”. Y agregó:
Su fama de santidad se ha difundido precisamente a través del tes-
timonio de tantas personas que lo encontraron y conservan en su
corazón su sonrisa humilde y la grandeza de su ánimo. Muchos lo
conocieron a través de sus escritos, sencillos y profundos, que de-
muestran su ánimo sacerdotal, profundamente unido a Aquel que
lo había llamado a ser ministro de su misericordia y de su amor.
Tantas personas han escrito dando cuenta de gracias y signos
atribuidos a su intercesión. Demos gracias a Dios por este hijo de
Oriente que concluyó su camino terrenal al servicio del Sucesor de
San Pedro.
Posteriormente, en 2017, Francisco aprobó las virtudes heroicas
del Cardenal van Thuân, declarándolo Venerable, y el 25 de julio de
2023, dispuso la creación de la Fundación van Thuân, conada al Di-
casterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Asimismo,
en el año 2025 se celebrará el Jubileo convocado por el Santo Padre,
mediante la Bula Spes non confundit, bajo el lema: “Peregrinos de la
Esperanza”14. Enseña Francisco:
El testimonio más convincente de esta esperanza nos lo ofre-
cen los mártires, que, firmes en la fe en Cristo resucitado, su-
pieron renunciar a la vida terrena con tal de no traicionar a
14
Francisco ha publicado en noviembre de 2024, el libro La Esperanza no defrauda
nunca. Peregrinos hacia un mundo mejor (2024). Como puede verse, la sintonía con
la vida y la prédica de van uân, son explícitos no sólo en su contenido sino incluso
en las expresiones utilizadas: al respecto, recordemos los libros vanthuanianos escri-
tos en cautiverio, titulados, precisamente, Peregrinos por el camino de la Esperanza y
La Esperanza no defrauda. Las virtudes a la luz de la Escritura y del Concilio.
27
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su Señor. Ellos están presentes en todas las épocas y son nu-
merosos, quizás más que nunca en nuestros días, como confe-
sores de la vida que no tiene fin. Necesitamos conservar su
testimonio para hacer fecunda nuestra esperanza. (Spes non
confundit, n. 20)
Conclusión: Instaurar en Cristo todo el orden temporal
Es signicativo que antes de encomendar el
último mandato misionero, Jesús haga re-
ferencia al poder universal que recibió de su
Padre –cf. Mt 28:18– (2005, p. 67)
Observando el despliegue histórico de la humanidad, van
Thuân descubre hechos que caracterizan a nuestra época, a los
que el cristiano debe tener en cuenta al momento de analizar la
realidad y proponer acciones tendientes a evangelizarla. Son sus
palabras:
El mundo tiende a la unidad. Lo subrayan muchos signos. Los
organismos internacionales nacidos después de la II Guerra
Mundial como un intento de composición planetaria, la ciencia
y la técnica, los intercambios culturales y comerciales, la faci-
lidad de viajar, las manifestaciones deportivas, los medios de
comunicación social hasta la explosión actual de Internet… son
todos factores que acercan a los pueblos e incrementan el en-
cuentro entre los individuos y las culturas. El mundo de hoy,
en efecto, en sus estructuras políticas, económicas y sociales,
aparece vinculado por una interdependencia orgánica y profun-
da. Desgraciadamente muchas veces esta atención hacia la uni-
dad, que hoy sale a escena vestida de globalización, está guiada
únicamente por intereses gigantescos. Y mientras por un lado
se tejen grandiosos diseños de conjunto, por el otro millones y
millones de personas se ven excluidas. Es como si de la huma-
nidad y de las mismas Iglesias de hoy se elevara una petición,
un grito que invoca una globalización de otro tipo, guiada no
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por la lógica del benecio, sino por la ley del amor. (van Thuân,
2001, p. 176)
Junto al diagnóstico epocal que propone, hay una profunda intui-
ción que van Thuân nos transmite: sólo una mirada sobre las reali-
dades temporales efectuada desde la Fe, posibilita su comprensión
profunda. Y permite abrigar esperanzas de un porvenir mejor para los
hombres y las naciones: “Sueño también con un mundo sin corrup-
ción, sin deuda externa, sin drogas, sin carrera de armamentos, sin
racismo, sin guerras ni violencias, ¡como sólo Dios podrá edicar con
nuestro sí!” (2005, p. 75).
Ocurre que para van Thuân, “en realidad, el desarrollo será un
mundo en el que se habrá hecho realidad el mensaje de Jesús. En ese
mundo los hombres se amarán, se ayudarán unos a otros y lo compar-
tirán todo con espíritu de fraternidad universal” (van Thuân, 2007, p.
256). En otras palabras,
La verdadera revolución, la que será capaz de transformarlo todo,
desde el corazón insondable del hombre hasta las estructuras polí-
ticas, económicas y sociales, no podrá hacerse sin el hombre y sin
Dios. Se hará ‘por el hombre, en Cristo y con Él’. Lucha por esa
revolución mundial. (2007, p. 274)
Expresa van Thuân:
Todos sabemos cómo, en los dos siglos que acaban de pasar, mu-
chas personas que sentían la exigencia de una verdadera justicia
social, al no hallar en el ámbito cristiano un testimonio claro y
fuerte, han recurrido a falsas esperanzas. Y todos nosotros hemos
asistido a verdaderas tragedias, bien sólo escuchando hablar de
ellas, bien pagando personalmente. En nuestros días el proble-
ma social no ha disminuido en absoluto. Desgraciadamente, gran
parte de la población mundial sigue viviendo en la miseria más
inhumana. Se está caminando hacia la globalización en todos los
campos, pero esto puede agravar más que resolver los problemas.
Falta un auténtico principio unicador, que una, valorando y no
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Editorial
masicando a las personas. Falta el principio de la comunión y de
la fraternidad universal: Cristo, pan eucarístico que nos hace uno
en Él y nos enseña a vivir según un estilo eucarístico de comunión.
(2001, p. 150)
Con estas verdades cultivadas en la inteligencia y promovidas por
la voluntad, van Thuân nos invita a tomar en serio el apostolado so-
cial al que nos convoca Cristo:
Cultiva un solo deseo: ‘Venga a nosotros tu Reino, hágase tu vo-
luntad en la tierra como en el cielo’ (Mt 6:10). Que en la tierra
puedan los pueblos conocer a Dios como es conocido en el cielo;
que en esta tierra todos empiecen a amar a los demás como se ama
en el cielo; que también en la tierra haya la felicidad que hay en
el cielo. Esfuérzate por difundir este deseo. Comienza a llevar la
felicidad del cielo a cada uno en este mundo. (2012, p. 73. Cursivas
en el original)
Animados por esa inspiración cristocéntrica, que van Thuân trans-
mite en todas sus enseñanzas, y aleccionados por su Testimonio Mar-
tirial, debemos tener siempre presente, que,
Jesús sale al encuentro de la miseria humana. Al salvarnos ha
hecho de su Evangelio y de su gracia, el principio renovador del
mundo y sobre todo del hombre, en todos los ámbitos de su exis-
tencia: privado y público, cultural y social, político y económico:
omnia instaurare in Christo. (2001, p. 32. Cursivas en el original)
Colofón
“Uno de los Ancianos me preguntó: ‘¿Quiénes son y de dónde
vienen los que están revestidos de túnicas blancas?’ yo le respon-
dí: ‘Tú lo sabes, señor’. Y él me dijo: ‘Éstos son los que vienen de la
gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blan-
queado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de
Dios y le rinden culto día y noche en su Templo.
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El que está sentado en el trono habitará con ellos: nunca más
padecerán hambre, ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor.
Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor
y los conducirá hacia los manantiales de agua viva.
Y Dios secará toda lágrima de sus ojos” (Ap 7:13-17)
Ricardo von Büren
Director Filópolis en Cristo
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
ricardo.vonburen@unsta.edu.ar
ORCID: https://orcid.org/0009-0006-6548-997X
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