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Filópolis en Cristo. Nº 2 (2024), 71-84
Santo Tomás de Aquino, maestro de la Doctrina Social de la Iglesia
verdades, desarrolladas oportunamente con fruto muy abundante
por los maestros que vinieron después. Y como así mismo se sirvió
de este método en la refutación de los errores, alcanzó por aquí a
develar él solo todos los de los tiempos anteriores y proporcionar
armas incontrastables con qué expugnar y destruir los que sucesi-
vamente habían de nacer en adelante.
… La razón elevada en alas del Doctor Angélico hasta la cumbre del
humano saber, apenas puede elevarse ya a más sublime altura, ni
a la fe le es dado obtener más ecaces y numerosos auxilios que los
que obtuvo gracias a Santo Tomás… Casi todos los fundadores de las
órdenes religiosas, y cuantos las han dirigido con reglas y preceptos,
pusieron a los que entrasen en ellas el de estudiar la doctrina de Santo
Tomás y el de darle entera adhesión, previniendo que ninguno fuera
lícito dejar de seguir ni aún en lo más mínimo las huellas de tan insigne
varón. Sin hablar de la religiosa familia de los dominicos, que con har-
ta justicia se gozan, considerándole como propia gloria, en este sumo
maestro, los estatutos de los benedictinos, carmelitas, agustinos, de la
Compañía de Jesús y de otras sagradas congregaciones, son testimo-
nio indubitable de haberle sido puesta la misma ley.
… Pero aquel fue el mayor honor de Santo Tomás suyo propio y
no comunicado a ninguno de los doctores católicos, que los San-
tos Padres del Concilio Tridentino, juntamente con las divinas Es-
crituras y los decretos de los Sumos Pontíces, quisieron que el
medio de él, para su norma y dirección, se ofreciese ante los ojos
de la Suma de Tomás de Aquino, a n de acudir a ella en busca de
consejo, razones y oráculos.
… Manifestamos que una cosa venimos hace mucho tiempo de-
seando con el mayor empeño: que todos vosotros proveáis que
la juventud estudiosa sea rica y copiosamente apacentada en los
raudales purísimos de sabiduría que emanan perpetuamente de la
fuente sobreabundante del angélico Doctor.
… Os exhortamos con todas nuestras fuerzas, Venerables Her-
manos, a que para honor y defensa de la fe católica, para bien de
la sociedad, para el progreso de todas las ciencias, restablezcáis
y propagáis con toda la latitud posible, la áurea ciencia de Santo
Tomás”. Encíclica Aeterni Patris, del 4/8/1879.