Filópolis en Cristo. Nº 2 (2024), 71-84
Santo Tomás de Aquino, maestro de la
Doctrina Social de la Iglesia
Sumamos a las páginas de Filópolis en Cristo, un estudio del ló-
sofo cristiano Carlos Alberto Sacheri sobre el inujo del pensamiento
de Santo Tomás en el magisterio de la Iglesia, publicado en Verbo
nº 83, Buenos Aires, 1968, pp. 19-28. El texto registra las diversas e
ininterrumpidas intervenciones de los Romanos Pontíces en rela-
ción al valor de la doctrina del Dr. Angélico y su recepción por la San-
ta Sede. Concluye con el testimonio del Papa San Pablo VI, reinante al
momento del martirio del autor, ocurrido el 22 de diciembre de 1974,
y del que en este año se conmemoran los cincuenta años.
Autoridad doctrinal de Santo Tomás
Carlos Alberto Sacheri
Presentamos a continuación una nómina de los Pontíces que ex-
presaron en diferentes circunstancias el valor que la doctrina de San-
to Tomás de Aquino, tanto en losofía como en teología, tiene para la
Iglesia Católica. La cantidad y el énfasis de los testimonios ponticios
es tal que resultaría imposible transcribirlos en forma completa. Por
esta razón nos hemos limitado a dar la nómina completa de los Papas
que han aprobado y recomendado al Doctor Angélico, añadiendo al-
gunos textos capitales que muestran el sentido de la constante prefe-
rencia que la Iglesia ha tenido y tiene por el santo doctor, a la vez que
ponen de relieve la invariable actitud que a través de los siglos el Pas-
tor Supremo ha mantenido en esta materia. Aquel a quien la Iglesia
no ha cesado de calicar como Doctor Angélico, Doctor Eucarístico,
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Guía de los Estudios, Patrón de las Escuelas Católicas, etc., ha gozado
siempre de un lugar eminentísimo y sin parangón dentro del magiste-
rio de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ha vuelto a raticar la vigencia
permanente de su doctrina. Pero si un título resulta particularmente
signicativo es el de Doctor Común de la Iglesia; tanto por la uni-
versalidad de su doctrina, como por la elevación de sus principios.
Ningún otro Doctor de la Iglesia ha sido objeto de tales calicativos.
Santo Tomás no es un jefe de escuela, como otros doctores, pues en
tal caso habría que incluirlo dentro de la escuela aristotélica. Se trata
del único Doctor del cual la Iglesia haya dicho que ella hace propia su
doctrina (Benedicto XV).
Ante las tergiversaciones que de tales testimonios ha hecho el pro-
gresismo modernista, resulta particularmente importante rearmar
la posición que Santo Tomás ha tenido, tiene y tendrá siempre dentro
de la Iglesia Católica. Su autoridad doctrinal –como dijo Pío XII– no
es algo que quede librado a una decisión subjetiva, sino que obliga en
conciencia a todo católico. Contrariar el pensamiento unánime de los
Pontíces para preferir otros autores, en materia tan delicada para la
salvación, como son las cuestiones losócas y teológicas, no puede
explicarse sino por una rebeldía ciega, por una débil sindéresis o por
una formación muy deciente.
Testimonio de los Soberanos Pontíces 1
Alejandro IV (1254-1261) 9-23
Urbano IV (1261-1264) 24-30
Clemente IV (1265-1268) 31-36
Gregorio X (1271-1276) 37-41
Inocencio V (1276) 42-44
Nicolás III (1277-1280) 47-50
Martín IV (1281-1285) 51
Honorio IV (1285-1287) 52-53
Nicolás IV (1288-1292) 54
1
J.J. Berthier, “Sanctus Thomas Aquinas ‘Doctor comunnis’”, Ecclesiae (Vol. I: Testimo-
nia Ecclesiae), Roma, 1914. La columna de números se reere a los párrafos de esta obra.
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Celestino V (1294) 55
Bonifacio VIII (1294-1303) 56-57
Benedicto XI (1303-1304) 58-59
Clemente V (1305-1314) 60
Juan XXII (1316-1334) 61-69
“Santo Tomás iluminó más a la Iglesia que todos los otros Doc-
tores. En sus libros aprovecha más el hombre en un sólo año, que
en el estudio de los demás durante toda la vida” 2.
18 de Julio de 1323. Bula de Canonización Redemptionem misit
Dominus 62
Benedicto XII (1335-1342) 70
Clemente VI (1342-1352) 71-78
1346. Ordena a los Predicadores no apartarse de la doctrina de
Santo Tomás.
Inocencio VI (1352-1362) 79
“Si se exceptúa la doctrina canónica (Sagradas Escrituras), la de
éste (Tomás) excede a todas en la propiedad de las palabras, en el
estilo y modo de hablar, en la verdad de las sentencias, de forma
que a los que la siguiesen y tuviesen, jamás se les verá fuera de las
vías de la verdad y los que la impugnan serán siempre tenidos por
sospechosos acerca de ella” (Sermón sobre S. Tomás)
Urbano V (1362-1370) 80-86
“Es nuestra voluntad y, según el tenor de las presentes Letras, os
prevenimos que abraces como verídica y católica la doctrina del
bienaventurado Tomás y que hagáis estudio todo ahínco para ex-
ponerla ampliamente” (Carta del 3/8/1368, al Canciller de la Uni-
versidad de Toulouse)
2
Alloc. hab. in Consistorio, 1318.
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Gregorio XI (1370) 87-88
Urbano VI (1378-1389) 89
Bonifacio IX (1389-1404) 90
Inocencio VII (1404-1406) 91
6 de julio de 1406. Conrma la doctrina de los Predicadores, que es
la de Santo Tomás. Const. Decens reputamos
Gregorio XII (1406-1409) 92
Alejandro V (1409-1410) 93
Martín V (1417-1431) 95
Eugenio IV (1431-1447) 96-97
Nicolás V (1447-1455) 98-99
Calixto III (1455-1458) 100-101
Pío II (1458-1464) 102
Pablo II (1464-1471) 103
Sixto IV (1471-1484) 104
Inocencio VIII (1484-1492) 105
Alejandro VI (1492-1503) 106-107
Julio II (1503-1513) 108
León X (1513-1521) 109-112
Clemente VII (1523-1534) 113-115
Pablo III (1534-1549) 116-118
Julio III (1550-1555) 119-120
Pablo IV (1555-1559) 121
Pío IV (1559-1565) 122
Pío V (1566-1572) 123-125
“Como la Providencia de Dios Omnipotente ha querido que por
la fuerza y la verdad de la doctrina del Doctor Angélico, desde el
tiempo en que fue descrito en el catálogo de los ciudadanos del
cielo, todas las herejías y los errores que se siguieran, confun-
didos y convictos se disiparan, lo que muchas veces se vio antes,
y ahora recientemente se ve más claro en los sagrados decretos
del Concilio de Trento, hemos determinado con mayor afecto de
gratitud y devoción la memoria de aquel por cuyos méritos, el orbe
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de la tierra diariamente se limpia de pestíferos errores” (Bula Mi-
rabilis Deus, 2/4/1567)
1570. Ordena la edición de las obras completas de Santo Tomás 125
Gregorio XIII (1572-1585) 126-127
Sixto V (1585-1590) 128-130
Clemente VIII (1592-1605) 134-140
1594- Recomienda a los PP. de la Compañía de Jesús adherir a
Santo Tomás
León XI (1605) 141
Pablo VI (1695-1621) 142-144
Urbano VIII (1624-1644) 146-147
Alejandro VII (1655-1667) 149-151
Clemente X (1670-1676) 153
Inocencio XI (1676-1689) 154-155
Alejandro VIII (1689-1691) 156
Inocencio XII (1691-1700) 157-158
Clemente XI (1700-1721) 159-165
23 de abril 1718. Aprueba solemnemente los estatutos de la Acade-
mia Santo Tomás en Roma. Const. Inscrutabili 159
Inocencio XIII (1721-1724) 166
Benedicto XIII (1724-1730) 167-174
Clemente XII (1730-1740) 175-177
Benedicto XIV (1740-1748) 178-181
“De cuya doctrina (la Suma Teológica) muchos pontíces roma-
nos, Predecesores Nuestros, pronunciaron encomios honrosísi-
mos, y nosotros mismos, en los libros que hemos publicado sobre
diversas materias, después de haber escrutado y comprendido con
toda diligencia la mente del Angélico Doctor, no hemos hecho otra
cosa sino admirarla y seguirla, confesando sinceramente que si
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algo bueno se encuentra en esos libros nuestros, no a nosotros,
sino a tan grande maestro debe atribuirse todo”
Clemente XIIII (1758-1769) 182-183
Clemente XIV (1769-1774) 185
Pío VI (1775-1799) 185-186
Pío VII (1800-1823) 187
León XII (1823-1829) 188
Pío IX (1846-1878) 191-195
León XIII (1878-1903) 196-305
“Entre todos los doctores escolásticos descuella sobremanera
como príncipe y maestro que fue de todo ellos, el angélico Tomás
de Aquino, de quien nota muy bien Cayetano, por la suma venera-
ción con que honró a los doctores sagrados, recibió en cierto modo
el entendimiento de todos ellos. Las doctrinas de éstos, dispersas
a modo de miembros separados de un mismo cuerpo, Tomás la
vio y ligó en un haz, dispúsolas con orden admirable y con tales
argumentos las enriqueció, que con justa razón es tenido el santo
Doctor como auxilio y honor de la Iglesia.
De ingenio agudo, de memoria fácil y tenaz, de vida inmaculada,
amador solamente de la verdad, instruído copiosísimamente en las
ciencias divinas y humanas, con razón fue comparado al sol, pues
vivicó al orbe de la tierra con el calor de sus virtudes y extendió por
todo él la luz de la doctrina. No hay parte alguna de la losofía que
no tratara con solidez y agudeza juntamente: trató de las leyes del
raciocinio, de Dios y de las sustancias separadas, del hombre y de las
otras cosas sensibles, de los actos humanos y de sus principios, de
manera tal que nada se echa de menos, ni la abundancia de la mate-
ria de las cuestiones, ni la conveniente disposición de las partes, ni
más cumplido acierto en el método, ni mayor rmeza en los princi-
pios y vigor en la argumentación, ni la propiedad en los términos, ni
la facilidad en la explicación de los puntos más abstrusos.
Para lo cual se allega que el angélico Doctor abarcó las conclu-
siones losócas en las razones y principios que por su conside-
rable latitud contienen dentro de sí la semilla de innumerables
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verdades, desarrolladas oportunamente con fruto muy abundante
por los maestros que vinieron después. Y como así mismo se sirvió
de este método en la refutación de los errores, alcanzó por aquí a
develar él solo todos los de los tiempos anteriores y proporcionar
armas incontrastables con qué expugnar y destruir los que sucesi-
vamente habían de nacer en adelante.
La razón elevada en alas del Doctor Angélico hasta la cumbre del
humano saber, apenas puede elevarse ya a más sublime altura, ni
a la fe le es dado obtener más ecaces y numerosos auxilios que los
que obtuvo gracias a Santo Tomás… Casi todos los fundadores de las
órdenes religiosas, y cuantos las han dirigido con reglas y preceptos,
pusieron a los que entrasen en ellas el de estudiar la doctrina de Santo
Tomás y el de darle entera adhesión, previniendo que ninguno fuera
lícito dejar de seguir ni aún en lo más mínimo las huellas de tan insigne
varón. Sin hablar de la religiosa familia de los dominicos, que con har-
ta justicia se gozan, considerándole como propia gloria, en este sumo
maestro, los estatutos de los benedictinos, carmelitas, agustinos, de la
Compañía de Jesús y de otras sagradas congregaciones, son testimo-
nio indubitable de haberle sido puesta la misma ley.
Pero aquel fue el mayor honor de Santo Tomás suyo propio y
no comunicado a ninguno de los doctores católicos, que los San-
tos Padres del Concilio Tridentino, juntamente con las divinas Es-
crituras y los decretos de los Sumos Pontíces, quisieron que el
medio de él, para su norma y dirección, se ofreciese ante los ojos
de la Suma de Tomás de Aquino, a n de acudir a ella en busca de
consejo, razones y oráculos.
Manifestamos que una cosa venimos hace mucho tiempo de-
seando con el mayor empeño: que todos vosotros proveáis que
la juventud estudiosa sea rica y copiosamente apacentada en los
raudales purísimos de sabiduría que emanan perpetuamente de la
fuente sobreabundante del angélico Doctor.
Os exhortamos con todas nuestras fuerzas, Venerables Her-
manos, a que para honor y defensa de la fe católica, para bien de
la sociedad, para el progreso de todas las ciencias, restablezcáis
y propagáis con toda la latitud posible, la áurea ciencia de Santo
Tomás”. Encíclica Aeterni Patris, del 4/8/1879.
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15 octubre 1879. Maniesta la intención de restaurar la Academia
Romana de Santo Tomás, publicar sus obras completas. Carta
Iampridem. 219-225
18 enero 1880. Ordena nueva edición de las obras completas de
Santo Tomás. Motu Propio Placere Nobis 226-227
7 marzo 1880. Proclama la necesidad del estudio de la losofía de
Santo Tomás. Aloc. Pergratus Nobis 228-233
4 agosto 1880. Proclama a Santo Tomás Patrono universal de las
Escuelas Católicas. Breve Cum hoc sit. 238-242
30 diciembre 1892. Invita a los miembros de la Compañía de Jesús a
seguir a la doctrina de Santo Tomás. Breve Gravíssime Nos 318 325
9 mayo 1895. Aprueba las nuevas const. de la Acad. Rom. de Santo
Tomás. Carta Constitutiones 341
25 noviembre 1898. Igual invitación dirigida a los Frailes Me-
nores 352
8 de septiembre 1899. Carta enc. Al clero francés Depuis le jour 355
Pío X (1903-1914) 366-388
“Por lo que hace al estudio, queremos y con todo encarecimiento
mandamos, que se establezca la losofía escolástica como funda-
mento de los estudios sagrados. Y en este punto principal entién-
dase que al ordenar el estudio de la losofía escolástica nosotros
referimos singularmente a la que dejó en herencia Santo Tomás
de Aquino; acerca de la cual queremos que siga en todo su vigor
cuanto fue impuesto por nuestro Antecesor y, si es necesario, lo
renovamos y conrmamos y mandamos que por todos sea estric-
tamente observado. A los obispos toca el urgir que se guarden es-
tos mandatos en lo sucesivo, si viesen que en algunos Seminarios
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se hubieran desentendido hasta ahora. Lo mismo preceptuamos a
los Superiores de las Órdenes Religiosas. Motu Propio Sacrorum
Antistitum, 1/9/10.
“Así como hay que rechazar cierta opinión de los antiguos que
sostenían que nada importaba a la verdad de la fe lo que cada uno
sienta por las cosas creadas, mientras se piense rectamente de
Dios; así se han de guardar Santa e inviolablemente los principios
losócos puestos por Santo Tomás.
… Lo que en Santo Tomás es capital no debe incluirse en el género
de opiniones de las que por ambas partes se puede disputar, sino
que debe ser tenido como el fundamento sobre el que descansa
toda la ciencia de las cosas naturales y divinas; quitado el cual fun-
damento, o de cualquier modo debilitado, se sigue, como conse-
cuencia necesaria, que los alumnos de las sagradas disciplinas o
enseñanzas ni siquiera podrán entender la misma signicación de
las palabras por medio de las cuales propone la iglesia los dogmas
revelados por Dios.
“Así pues, todos cuantos se dedican al estudio de la losofía o de
la sagrada Teología saben ya lo que dijimos en otra ocasión: que se
exponen a grave detrimento si se aparta lo más mínimo de Santo
Tomás, sobre todo en cuanto a la Metafísica.
“Y ahora, además, declaramos que si se atreven a interpretar per-
versamente o a despreciar por completo los principios y proposi-
ciones mayores de la losofía tomista, no sólo no siguen a Santo
Tomás, sino que andan extraviados y muy lejos de él. Y téngase
presente que si alguna vez ha sido aprobada y alabada la doctrina
de cualquier autor o Santo por Nos o por Nuestros Predecesores,
y si además de alabada esa doctrina, se ha aconsejado difundirla y
sostenerla, fácilmente se entenderá que se la ha recomendado en
cuanto estaba del todo conforme o en nada se oponía a los princi-
pios del Aquinatense”. Motu Propio Doctor Angelici, 29/614.
8 septiembre 1907. Enc. Pascendi 680 682
27 Julio 1914. Publicación de las XXIV tesis tomistas 682
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Benedicto XV (1914 1922)
31 diciembre 1914. Motu Propio Non multo, sobre la Academia Ro-
mana de Santo Tomás.
7 marzo 1916. Respuesta de la Congregación de Seminarios y Uni-
versidades sobre las XXIV tesis.
“La iglesia ha proclamado que la doctrina de Santo Tomás es su
propia doctrina”: Cum Thomae doctrinam Ecclesia suam pro-
piam edixit esse. Encíclica Fausto Appetente die, 29-6-21.
Código de Derecho Canónico: “Los profesores deberán tratar los
estudios de losofía racional y de Teología, y la formación de los
alumnos en las ciencias, según el método, doctrina y principios del
Doctor Angélico y santamente los tendrán” (Canon 1366).
Pío XI (1922 1939)
1° agosto 1922. Carta apostólica sobre la educación del clero.
“A todos cuantos ahora sienten hambre de la verdad les decimos:
id a Tomás de Aquino”. Studiorum Ducem.
29 junio 1923 con motivo del 6° centenario de la canonización de
Santo Tomás.
Pío XII (1939 1958)
“Si se han captado bien esos puntos de vista (los errores teológicos
y losócos denunciados antes), se comprenderá sin pena por qué
la Iglesia exige que sus futuros sacerdotes estén formados en las
disciplinas losócas ‘según el método, la doctrina y los principios
del Doctor Angélico’. Ello es debido a que la experiencia de mu-
chos siglos le ha enseñado claramente que el método del Aquinate,
ya se trate de formar los espíritus jóvenes, o de profundizar las
verdades más abstrusas, se impone entre todos por sus singulares
81
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Santo Tomás de Aquino, maestro de la Doctrina Social de la Iglesia
méritos. Su doctrina se armoniza con la divina revelación como por
un justo acorde; ella es particularmente ecaz para establecer con
certeza los fundamentos de la fe, como así para recoger, de manera
segura y útil, los frutos del verdadero progreso. Por tal motivo, es
necesario deplorar con vehemencia que esa losofía acogida y re-
conocida por la Iglesia, sea hoy despreciada por algunos que osan
imprudentemente declararla anticuada en su forma o racionalista
en su método de pensamiento.
“La razón no llegará a ejercerse así con rmeza y precisión a menos
de haberse formado convenientemente, es decir, si ha sido penetra-
da por esta losofía sana que hemos recibido de los siglos cristianos
que nos han precedido, como un patrimonio largo ha constituido,
que ha alcanzado un grado superior de autoridad, puesto que el mis-
mo Magisterio de la lglesia ha sometido a las normas de la divina
revelación sus principales aserciones, las cuales grandes espíritus
habían descubierto y denido poco a poco. Esta losofía recibida y
comúnmente admitida en la Iglesia, deende el auténtico y exacto
valor del conocimiento humano, los principios inviolables de la me-
tafísica –principios de razón suciente, de causalidad y de nali-
dad– y la capacidad de alcanzar una verdad cierta e inmutable.
“Esta losofía presenta numerosos puntos que no tocan ni indirec-
tamente las cuestiones de fe y de moral, y la Iglesia, por tal motivo,
los deja a la libre discusión de los espíritus competentes. En otros
planos, por el contrario, en aquellos que conciernen a los princi-
pios y enunciados esenciales que Nos hemos recordado, no existe
la misma libertad. Aún en esas cuestiones esenciales está permi-
tido dar a la losofía una presentación más justa y más rica… pero
no está jamás permitido el destruirla, el contaminarla por falsos
principios, o el estimar que se trata de un monumento imponente,
sin duda, pero de otra época”. Encíclica Humani generis, 1950.
Juan XXIII (1958 1963)
“Considerando todas estas cosas, puesto que en primer lugar al
Ateneo Angélico, abierto a todos los pueblos, se hallan las condi-
ciones legítimas exigidas por la Constitución Apostólica, para que
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Santo Tomás de Aquino, maestro de la Doctrina Social de la Iglesia
orezcan los estudios de las Universidades y de los Institutos;
puesto que, además, como dijimos, ‘pedimos especialmente que el
tesoro de los presentes del divino Tomás se ha exhibido con mayor
prodigalidad con gran ventaja de la cristiandad y que en realidad
sus escritos que no se diferencian en ningún momento de la ín-
dole y las características de nuestro tiempo sean publicado am-
pliamente’; puesto que, por último, estamos convencidos de que,
si se estimulan los estudios de la doctrina del Aquinate con mayor
celo de inteligencia, será para que las deliberaciones de los Padres
del Concilio Ecuménico Vaticano II resulten más perfectas, por es-
tos motivos, con Motu Propio y con Nuestra autoridad apostólica,
decretamos y proclamamos que el Ponticio Ateneo Angélico, que
se extiende a todas las naciones, legítimamente fundado y admi-
nistrado por la Orden de los Frailes Predicadores, desde hoy en
adelante se llame ‘Ponticia Universidad Santo Tomás de Aquino
de Roma’; e igualmente ordenamos que esta nueva denominación
se coloque en los estatutos y reglamentos del Ateneo que todavía
siguen en vigencia”. Motu Propio Dominicanus Orbe, 7-3-63.
Pablo VI (1963 1978)
“Escuchen los profesores con reverencia la voz de los Doctores de
la Iglesia, entre los cuales sobresale en primer término; porque es
tal la penetración de su ingenio, su amor a la verdad, su destreza
y sabiduría en la investigación, explicación y ordenamiento de las
verdades más sublimes, que es un instrumento ecacísimo, no so-
lamente para salvaguardar los fundamentos de la fe, sino también
para ahondar más profundamente en sus dogmas y sacar más co-
piosamente los frutos de salvación que contienen”. Alocución del
12-3-64 en la Universidad Gregoriana.
“La obra de Santo Tomás no ha pasado ni ha envejecido, sino que
conserva aún hoy todo su valor y toda su pujanza. Su losofía
posee una actitud permanente para guiar al espíritu humano en la
búsqueda de la verdad, de la verdad del ser real que es su propio
y primer objeto, y de los primeros principios, hasta llegar al des-
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cubrimiento de su causa trascendente que es Dios. Ella contiene,
sublimada, la metafísica natural de la inteligencia humana, porque
reeja las esencias de las cosas reales en su verdad cierta e inmu-
table. Por eso, no está connada en el tiempo y en el espacio no es
italiana o europea ni del siglo XIII o del Medioevo, sino de todos
los tiempos y de todas las latitudes, y tan actual hoy como cuando
vivía el Santo Doctor, llamado con razón homo omnium horarum.
Alocución del 10-9-65 al Congreso Tomista Internacional.
“El contacto ha sido con la obra del Angélico, lejos de llevar al ex-
clusivismo, a la cerrazón, al formalismo vacuo o a la abstracción
estéril, procura más bien una formación sólida y apropiada al arte
de pensar bien, junto con un espíritu comprensivo y acogedor, que
sabe apreciar en lo que vale todas las otras manifestaciones del es-
píritu humano”. Alocución del 8-10-65, a los miembros de la Fun-
dación canadiense ‘Santo Tomás de Aquino’.
Concilio Vaticano II (1963-1965)
“Enséñense las disciplinas losócas de forma que los alumnos
lleguen por encima de todo, a un conocimiento sólido y coherente
del hombre, del mundo y de Dios, apoyados en el patrimonio -
losóco de perenne validez, teniendo en cuenta también las inves-
tigaciones losócas de la edad moderna, particularmente aquel-
las que ejercen mayor inujo en la propia nación, y los últimos
progresos de las ciencias”
“... Para ilustrar de la forma más completa posible los misterios
de la salvación, aprendan los alumnos a profundizar en ellos y a
descubrir su conexión, por medio de la especulación, bajo el ma-
gisterio de Santo Tomás”. Decreto Optatan Totius, n. 15-16.
“La Iglesia atiende igualmente con desvelo las escuelas de grado
superior, sobre todas las Universidades y Facultades. Más aún, en
las que dependen de ella, procura organizarlas de modo que cada
disciplina se cultive según sus propios principios, sus propios mé-
todos y la propia libertad de investigación cientíca, a n de que
cada día sea más profunda la comprensión que de ella se alcance y,
teniendo en cuenta con esmero las investigaciones más recientes
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del Progreso contemporáneo, se perciba con profundidad mayor,
cómo la fe y la razón tienen a la misma verdad, siguiendo las huel-
las de los doctores de la Iglesia, sobre todo Santo Tomás de Aqui-
no”. Declaración Gravissimum Educationis, n. 10.