34 Cuaderno de Ciencias Humanas 3 (diciembre 2023) 27-36
Rafael Cúnsulo
hombre humaniza sus tendencias feroces, ofreciéndose domesticado a la guía
de Dios”.
El pastor comparte el mismo destino de sus ovejas: sufre con ellas la misma
inseguridad, cansancio, hambre, sed. Con un toque de su bastón en la piedra,
o un sonido de su boca, las ovejas perdidas se sienten seguras y acompañadas.
Símbolos arquetípicos o subsímbolos de la primera parte (Pastor): agua,
caminar (Homo viator: el ser humano siempre está en camino), oscuridad
(miedo, sobresaltos nocturnos y presencia amiga). Resumen: el verde de la
pradera (relación con la tierra), agua de la fuente, camino correcto en lo os-
curo. Símbolos arquetípicos o subsímbolos de la segunda parte (hospedero):
hospitalidad, banquete (comida y bebida), hogar (compañía y casa), unción
(el perfume despertando aires de esta). Dios mismo se vuelve “camarero” y
nos sirve bebida abundante, en una inversión de papeles.
Podemos imaginar un peregrino atravesando el desierto. Sudado y cansa-
do, ve un oasis. Llega allá, se sienta en la hierba verde para descansar. Después
toma abundante agua y sigue su camino. Él tiene que atravesar un desladero
(valle). Hace noche, viene el miedo y el sobresalto. Peligro de ladrones, eras
salvajes, abismo y precipicio. Pero él siente la conanza de una presencia ami-
ga: “¡Tú estás conmigo!” (cf. v. 4).
Atravesando el valle oscuro, llega a la tienda donde es acogido por el jefe,
que le ofrece hospedaje, comida y bebida. Finalmente, lo escolta para seguir
seguro. Así, se juntan las dos imágenes, la del pastor y la del hospedero, en esa
experiencia común al mundo antiguo, rural y agro pastoril. Dejando el Salmo
23 hablar en su literalidad, podemos entender mejor las ricas imágenes con
las cuales expresa su conanza en Dios.
La excedencia de esta metáfora nos permite la transposición cristiana. La fe
cristiana ve en el Salmo 23 a Cristo caminando al frente del rebaño, que lo sigue
por medio de los rastros que dejó. Él lo protege en el tiempo y en la eternidad,
como pastor y hospedero. En el tiempo, con la escolta “del bastón y del cayado
(bastón largo)”; en la eternidad, con su amor y bondad (hesed y emet). Jesús es
el Buen Pastor y el Buen hospedero. Y la Iglesia es “el rebaño en camino, acom-
pañada de la bondad y lealtad de Dios, hasta llegar denitivamente a la casa del
Padre. En este camino los sacramentos la confortan: El agua que hace revivir, el
pan y el cáliz de la Eucaristía, la unción de la esta del espíritu. Esta religión, en
cuanto comunión, del múltiple sentido no existe sino construida por el hom-
bre, por cuanto su lenguaje tiene un excedente de sentido.