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Cuaderno de Ciencias Humanas 2 (agosto 2023) 1-24
Bienes materiales, bienes espirituales. Propiedades eclesiásticas en San Miguel de Tucumán
pampa llamada Anchilche y Chalopianapa, legadas en 1705 por don Juan de
Villagra (AHT, Protocolos 1, Serie A, fs. 53-54, año 1705).
Ubicada casi en su totalidad dentro de la jurisdicción del cabildo secular
de San Miguel, pero perteneciente al colegio jesuita de Santiago del Estero,
se encontraba otra importante hacienda: San Ignacio. Esta valiosa propiedad
comenzó a conformarse en 1613 cuando el obispo Trejo y Sanabria compró
las tierras de Quimilpa (Catamarca) a las que se sumaron, por compras y
mercedes, estancias, estanzuelas y otras tierras que se extendían desde el río
Marapa, al norte, al sur hasta la Sierra del Alto en Catamarca; al este hasta
la Sierra de Humaya, en Santiago del Estero; al oeste hasta las cumbres del
Aconquija (Martínez Torres, 2014, p. 45)9
En cuanto al patrimonio adquirido por compra, el documento más an-
tiguo data de 1609, cuando el colegio de San Miguel adquirió dos solares
a Francisco de Urueña y algunas tierras situadas al norte de la ciudad (Ro-
bledo, 1996, p. 465). Otra importante compra se concretó en 1668, con la
adquisición de unas tierras sobre el Río Grande de Choromoros, que habían
pertenecido a don Roque de Salazar (AHT, Serie A, Protocolo 3, fs. 90-91,
año 1668 y AHT, 1945, pp.147-149). Además, adquirieron una legua de las
tierras de Eldete Viejo que en 1692 doña Catalina de Medina y Castro vendió
sobre ambas bandas del río Marapa al padre Silvestre González, procurador
de la Compañía de Jesús, a cargo de la ya mencionada estancia San Ignacio
(AHT, Serie A, Protocolo 3, fs. 116-118, año 1693 y AHT, 1945, pp. 166-170).
Pero a lo largo de su derrotero tucumano, los padres de la Compañía ape-
laron a otras estrategias menos ortodoxas, que fueron empleadas para apro-
piarse de importantes heredades con inmejorables localizaciones. En la ciu-
dad vieja de Ibatín “formaron derechos” a través de la ocupación sostenida
y en pacíca posesión sobre tierras no reclamadas que sumaron a los que les
fueron adjudicadas originalmente en los ejidos de la ciudad. Además, en la
década de 1670 lograron despojar a la familia Leguisamo Guevara de unas
ricas propiedades con las que complementaron la compra de la mencionada
estancia de Los Lules. Para ello impulsaron un pleito que se denió a su favor
9 Conformaban esta gran hacienda las estancias Gualcona, Cochuna, San Ignacio,
Quimilpa, las tierras de San Francisco o Guacra, La Viña, Duraznillo, Pozo del Cha-
ñar, Alipilan, Llapachin, Puesto de La Invernada, y las estanzuelas Silipica, Pozo de
Doña Luisa, El Rosario, San Antonio, Potrerillo y Maco. (AHT, Colección Padilla,
carpeta 24, f.113).