24 Cuadernos de Ciencias Humanas 1 (agosto 2022)
Estela Josena Condrac
Al mismo tiempo, la búsqueda del bien común por medio del derecho se
puede manifestar también como camino hacia la felicidad de los hombres,
“ad felicitatem communem”, todo en función de la persona humana, valorada
por encima de cualquier otro bien.
En esta perspectiva, el derecho apunta también a reforzar la amistad en la
comunidad humana (”amicitia hominum”), con lo que S. Tomás retoma un
concepto muy presente en la losofía griega y en particular en Aristóteles,
cuando el lósofo del siglo IV a. C. armaba en su Ética Nicomáquea que el
derecho debe tender no sólo a la justicia, sino a difundir también la virtud de
la amistad. En esta línea, para el Aquinate la amistad se vuelve un verdadero
pilar social, junto al trabajo y la justicia. Aún más, para que la justicia pueda
progresar es indispensable, según S. Tomás, la virtud moral de la caridad,
conforme a lo que S. Pablo armaba en la Carta a los Romanos cuando decía
que “el amor es la plenitud de la justicia”. Un derecho que quede totalmente
desvinculado de las virtudes de amistad y amor no puede contribuir verdade-
ramente a alcanzar esa “civilización del humanismo pleno” que fue un tema
característico del magisterio de Pablo VI.6
De todos modos, en este camino hacia la virtud que caracteriza la función
del derecho, el n de la ley humana es conducir a los hombres con graduali-
dad: non subito, sed gradatim, dice S. Tomás, conrmando aún más una pos-
tura intelectual que une sabiduría, sensibilidad humana y sentido práctico.
De esa manera queda evidente que las normas humanas tienen que desem-
peñar una función pedagógica hacia los hombres, garantizando siempre un
mínimum ético y, al mismo tiempo, estimulando un crecimiento gradual de
la conciencia moral de las personas y de las comunidades humanas.
Dicho de otra forma, en su pragmatismo y prudencia, S. Tomás considera
necesario evitar el riesgo de querer imponer desde el inicio a la totalidad de los
hombres normas que únicamente las personas más virtuosas podrían soportar.
Eso implicaría concretamente el riesgo de generar en la convivencia social un
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A este propósito es interesante leer la reexión sobre la Encíclica Populorum Progressio de Pablo
VI contenida en el documento “Educar al humanismo solidario”, publicado por la Congregación
para la Educación Católica el 16 de abril del 2017: “La Populorum progressio, en este sentido,
puede ser considerada como el documento programático de la misión de la Iglesia en la era de la
globalización. La sabiduría que emana de sus enseñanzas continúa a guiar aún hoy el pensamien-
to y la acción de quienes quieren construir la civilización del «humanismo pleno» ofreciendo
—en el cauce del principio de subsidiariedad— “modelos practicables de integración social” sur-
gidos del ventajoso encuentro entre “la dimensión individual y la comunitaria”.