Cuadernos de Ciencias Humanas 1 (agosto 2022)
Instalación y primeros años de labor de la Orden
Dominicana en San José del Monte de Lules,
Tucumán (1781-1790)*
Dominican Order settling and rst years of work in San José
del Monte de Lules, Tucumán (1781-1790)
Sara Graciela Amenta
Instituto de Investigaciones Históricas
“Prof. Manuel García Soriano” UNSTA
samenta@unsta.edu.ar
* Este trabajo -con algunas modicaciones-, fue publicado en Las Primeras Jornadas de Historia
de la Orden Dominicana en la Argentina. Actas. Agosto de 2003. Instituto de Investigaciones His-
tóricas “Prof. Manuel García Soriano”- UNSTA. Ed. UNSTA, Tucumán, 2003, pp. 85-97.
Resumen:
El sitio que hoy se conoce como “las ruinas
de Lules” perteneció a los jesuitas hasta su ex-
pulsión en 1767, año en que los padres fueron
detenidos y llevados a Buenos Aires. Posterior
a este hecho pasaron un poco más de 14 años
para que se instalara allí la Orden Dominicana
-entonces se denominaba “Colegio de San José
del Monte de Lules”. Luego de interminables
trámites la Orden pudo tomar posesión del
lugar y comenzar con su obra en 1781. En un
documento existente en el Archivo Histórico
de la Provincia de Tucumán, fechado en no-
viembre de 1768, se encuentra un escrito que
habla sobre los “métodos e instrucciones a los
capataces o mayordomos” encargados de la ha-
cienda de Lules. Este documento nos permite
visualizar la importancia que tuvo la misma en
el desarrollo de la región y además el uido co-
mercio que mantenía con el Alto Perú.
Palabras clave: Ruinas de Lules; dominicos; je-
suitas; historia; siglo XVIII
Abstract:
e site that today is known as “the ruins of
Lules” belonged to the Jesuits until their ex-
pulsion in 1767, the fathers were arrested and
taken to Buenos Aires in that year. Aer this
fact, it took a little more than 14 years for the
Dominican Order to settle there, back then it
was called “Colegio de San José del Monte de
Lules. Aer endless procedures, the Domini-
can Order was able to take possession of the
place and begin its good work in 1781. ere
exists a document dated November 1768, that
describes the “methods and instructions to the
foremen or major-domos” in charge of the Lu-
les hacienda, this document is kept in the His-
torical Archive of the Province of Tucumán.
is document allows us to understand the
importance that the Lules Hacienda had in the
development of the region and also the uid
trade that it maintained with Alto Peru.
Key words: e ruins of Lules; dominicans;
Jesuits; history; XVIII Century
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1. Introducción
El sitio que hoy se conoce como “las ruinas de Lules” perteneció a los
jesuitas hasta su expulsión en 1767, en que los padres fueron detenidos y
llevados a Buenos Aires el 7 de agosto de ese año. Posterior a este hecho pa-
saron un poco más de 14 años para que se instalara allí la Orden Dominicana
-entonces se denominaba “Colegio de San José del Monte de Lules”-. Luego
de interminables trámites la Orden pudo tomar posesión del lugar y comen-
zar con su obra en 1781.
2. Estancia y Colegio de Lules
La estancia fundada por los jesuitas desarrolló una importante actividad,
contaba con una destacada edicación, una iglesia, donde se desarrollaba la
cría de hacienda, se sembraban maíz, hortalizas, caña de azúcar y había un
trapiche para fabricar miel. Tenían talabartería, molino de trigo, disponían
de percheles para almacenar la cosecha, curtiduría, fábrica de carretas, jabón,
sombreros, carpintería, etcétera. Luego de la expulsión, toda esta estructura
comenzó a deteriorarse lentamente. Esto se ve claramente analizando el in-
ventario realizado luego de la expulsión y haciendo una comparación con lo
que recibe la Orden dominicana.
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En el inventario de Lules se destaca:
la casería que se compone de cuatro aposentos con sus candeles, y las
paredes de cal y ladrillo, el suelo enladrillado, el techo con caña y teja
con la respectiva madera, con mas una pieza que servía de refecto-
rio las paredes y suelo lo mismo que las antecedentes y el techo de
tablazón; mas dos piezas la una sirve de cocina, y la otra de lugares
comunes todo techado con caña y tejas, asimismo tienen su puerta,
el patio que lo forma tres lienzos de corredor con su arquería de cal
y ladrillo, y los referidos aposentos tienen sus puertas y ventanas con
sus cerradura corrientes y rejas de erro, regulando pieza por pieza;
tasamos en cinco mil y cien pesos, incluso un galpón de paja que sirve
de carpintería (Robledo de Selassie, 1976: 57).
Además se tasaron un gran número de herramientas y se hace mención a
la extensión de la propiedad: “El terreno de esta hacienda que a lo largo corre
de poniente a oriente desde la cumbre Alta hasta las Puntas del Río y Manan-
tial, y tendrá tres leguas, y a lo ancho de sur a norte desde dicho río hasta el
baño de los Sauces
El 15 de setiembre de 1768, fue tasada la Iglesia por el Maestre de Campo
don Luis Aguilar, el Sargento Mayor don Felipe Romano, el Juez eclesiástico
Dr. D. Gerónimo Aguilar, haciendo la siguiente descripción:
Primeramente la capilla que hace costado a las casas de esta hacienda
de los Lules que tiene de largo veinte y tres y media varas, y de an-
cho ocho varas, las paredes de ladrillos, como también sus pisos de
techado en forma de bóveda con tablazón de cedro y cubierta con teja,
y la sacristía en la misma conformidad la que tiene de largo siete y
tres cuartas varas, y de ancho seis y cuarta, con sus puertas así en la
sacristía como en la iglesia; tienen sus cerraduras corrientes y en el
frontispicio forma un capitel el que sirve de campanario…
Entre los objetos que se encontraban dentro de la iglesia había:
[En el] altar un sagrario de madera, Una imagen de Nuestra Señora de
la Concepción de bulto de vara y cuarta, Una corona imperial de plata,
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Un relicario de plata dorado, Seis candeleros de madera, dos niñitos
de bulto, un atril de madera, una campanilla servible y dos inservibles,
cuatro escaños, Una mesa en la sacristía de revestirse y un escritorio,
un nicho, unas crismeras, un ritual romano, un misal romano, una
casulla de lana blanca con franja, otra colorada y otra negra. Un frontal
de Damasco negro. Otro de raso a ores de dos azes, Un sobrepelliz
tres albas de Bretaña […] y las cuatro campanas que están colgadas en
el ya referido frontispicios (Robledo de Selassie, 1976: 70)
En un documento existente en el Archivo Histórico de la provincia de Tu-
cumán, fechado en noviembre de 1768, se encuentra un escrito que habla sobre
los “métodos e instrucciones a los capataces o mayordomos” encargados de la
hacienda de Lules. Este deja ver la importancia que tenía esta estancia, además
que al año siguiente de la expulsión aún se continuaba con parte de las activi-
dades, existiendo la intención de mantenerlas, por lo que se dan instrucciones
precisas sobre la organización del ganado, la siembra del maíz y el trigo. Dice:
Que los Cueros de esta Hacienda de los Lules, se vayan poniendo en
los noques conforme se fuesen matando las reses, quiero decir frescos,
pues de ese modo salen mejor suelas…
Que luego de la primera helada se empiece a Cosechar la caña, y
conforme […] cortando se […] a moler en el trapiche, pues de ese
modo rinde y da mucho Caldo.
Que la almona [jabonería] se mantenga corriente todo el año por ser
un renglón considerable el del jabón que anualmente se puede des-
pachar a Potosí.
Que en el mes de junio se empiece la yerra y se concluirá en julio; en
la misma ocasión tusarán todas las yerras que no dieran benecio
Que luego después de dos o tres heladas se coseche él maíz y en todo
junio, y en parte de julio se concluya en cuya faena deben asimismo
ayudar todos los agregados
Que la yerra en esta Hacienda de Tafí se empiece por marso y se
concluya por mayo; y al mismo tiempo que se yerra se capan los tori-
tos, y los potros y machos de dos años: Luego que se concluya con esta
faena apartará doscientos o trescientos novillos de mas edad y traería
con su gente a la Hacienda de los Lules para el gasto preciso del año
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y para hacer bueyes. (Archivo Histórico de la Provincia de Tucumán,
Sección Administrativa, 5)
Solo señalar algunas de las actividades que se desarrollaban, según este
documento, en esta estancia, nos permite visualizar la importancia que tuvo
la misma en el desarrollo de la región y además el uido comercio que man-
tenía con el Alto Perú.
2.1. Despoblamiento de Lules
Luego de la expulsión y a medida que se van vendiendo, rematando o
repartiendo las pertenencias de los jesuitas, la estancia se fue despoblando.
Ese desmantelamiento la llevó a un deterioro progresivo hasta que llegó un
momento en que casi estaba totalmente abandonada.
3. La Orden Dominicana en San José del Monte de Lules
Al momento del establecimiento de la Orden dominicana en Lules, como
pudimos ver, la estancia estaba abandonada. Como mencionamos anteriormen-
te, pasaron 14 años desde la expulsión de los jesuitas hasta la instalación de los
dominicos, lo que llevó un largo camino burocrático para poder concretarse.
Encontramos en el Archivo de la Orden dominicana en Tucumán un gran
número de cartas y notas relacionadas a este tema, ya que fueron varios los trá-
mites e intentos de establecimiento de la Orden en el territorio de la Provincia.
Los primeros contactos los realizó en 1768 el Gobernador Juan Manuel
Campero, quien se encontró con el sacerdote de la Orden Juan del Rosario,
que estaba de paso por Tucumán. En una reunión en la casa del gobernador,
con la asistencia de otros vecinos, se trató “lo conveniente que era fundar
un convento de dicha orden en el paraje de los Lules, estancia que fue de los
jesuitas” (ADT, Colegio de los Lules. Documentación Histórica, f. 33).
Al año siguiente, en una reunión del Cabildo del 19 de julio de 1769 se
vió la necesidad de solicitar al Rey que don Francisco Bucareli, quien había
tenido a su cargo la expulsión de los jesuitas, encargara a los Padres de Santo
Domingo la Iglesia y colegio de los expulsos.
Esta solicitud se debe a la “falta de sacerdotes y la insuciencia de los esfuerzos
del señor Cura rector y Vicario Doctor don Miguel Gerónimo de La Madrid para
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atender a los eles que asisten a la Iglesia Matriz y a los enfermos” (Archivo His-
tórico de la Provincia de Tucumán, Actas Capitulares, VII, 1768-1778, f. 53-54v.)
El Cabildo, teniendo en cuenta el deterioro que ocasiona el tiempo y
abandono del Colegio e Iglesia de los Jesuitas propone se entreguen estos
edicios a los Dominicos, quienes se dedicarían a la educación, fomentarían
la devoción del Santísimo Rosario, lo que era deseado por el vecindario, y
restablecerían la Cofradía, que había desaparecido junto con los padres de la
Compañía de Jesús.” Desde entonces y hasta el 27 de julio de 1772, en que el
Cabildo ratica la invitación, no se siguió ninguna actuación (ADT, Colegio
de los Lules, Carta del P. Pacheco, f. 128v.)
Según Fray Rubén González OP, los motivos que debieron tener los Do-
minicos para no llegar antes a Tucumán fueron que la Orden de Santo Do-
mingo tuvo que enviar, en 1768, más de veinte frailes para atender las diez
misiones guaraníes que le fueran adjudicadas, luego de la expulsión de los
jesuitas (La Gaceta, 13 de diciembre de 1981).1
Bernardo Sancho de Larrea, amigo común de Fray José Joaquín Pacheco,
Prior del convento de Santo Domingo de Buenos Aires, y del Presidente de la
Junta Municipal de Temporalidades del Tucumán, Fermín Ruiz Poyo, inter-
cede ante éste último pidiéndole que se destinen a los dominicos los edicios
que habían sido de los jesuitas en San Miguel de Tucumán. Fermín Ruiz Poyo
le responde el 3 de marzo de 1775 lamentándose de que el pedido hubiera tar-
dado tanto en hacerse,
ya que por común acuerdo del diocesano, clero, vicario, cabildo y Pro-
curador de la ciudad, se había determinado que la Iglesia fuera ayu-
da de Parroquia. Salvo unos pocos, los ornamentos y vasos sagrados
habían pasado a la Matriz, el primer atrio se destinó para casa de reco-
gidas, el segundo para escuela, y proyectaban en el futuro enseñar allí
losofía, para que los jóvenes tucumanos no tuvieran que trasladarse a
Córdoba… (ADT, Colegio de los Lules…, f. 1-5)
Al mismo tiempo informa que de las ex posesiones jesuíticas sólo quedaban
sin vender ni ocupar la estancia de los Lules. Ubicado a tres leguas de la ciudad,
1
Además se puede ver del mismo autor Los dominicos en los Treinta Pueblos guaraníes después
de la expulsión de los jesuitas. (1768-1821).UNSTA. Tucumán, 1999.
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donde había “unas casas fabricadas de cal y ladrillo, con altos y otras ocinas,
dos paradas de molinos y una pieza donde se hallan varios noques de curtir
suelas…, el lugar se encontraba hasta entonces arrendado. Fermín Ruiz Poyo
además les recomienda, entonces, que inicien los trámites ante la Superior Junta
Provincial lo antes posible, pues de otro modo se les concederá a los Padres de
San Francisco, y señala que “establecidos en este paraje, sin mucha diligencia, no
les será difícil en introducirse en la ciudad” (ADT, Colegio de los Lules…, f. 1-5).
Por este motivo el Padre Pacheco comenzó a cartearse con Ruiz Poyo,
adelantando de esta manera las tratativas necesarias para el establecimiento
de la Orden de Predicadores en nuestra provincia. En marzo de 1775 el Padre
Pacheco recibe una carta, donde le hablan sobre las bondades de Lules,
es un paraje de los muchos que tiene deleitoso esta jurisdicción, el me-
jor de ellos, así por la inmediación de ésta, como por los benecios que
ofrece el terreno y, particularmente, el de la abundancia de aguas, que
pueden llevarlas para adonde les convenga. [Luego dice que] los expa-
triados tenían en esta estancia un cañaveral de caña dulce, del que en
estos últimos años hacían porción de miel, mucho más rica que la del
Paraguay y, si no hubiese llegado tan breve su extrañamiento, pasaban
a hacer azúcar, ya que después se ha hecho, bien que no del citado
cañaveral porque éste se perdió (ADT, Colegio de los Lules…, f. 1-5).
Ante estas descripciones, y viendo la generosidad del lugar, los frailes de-
cidieron solicitar la estancia de Lules. El primer paso se dio cuando don Fer-
mín, el 3 de marzo de 1775, se comunica con la Junta Provincial de Aplicacio-
nes, la cual ordena a la Junta del Tucumán suspender la venta de la estancia,
ya que la consideraban necesaria para el establecimiento de los misioneros.
El Padre Pacheco realiza una presentación ante la Junta Superior de Tem-
poralidades, en la que propone que su Orden se haga cargo de las pensiones y
obligaciones que pesaban sobre los Lules. En ésta el padre Pacheco considera
más útil el que se funde el convento en el campo, donde por lo general hay
más indigencia y teniendo en cuenta que “mis designios no deben ser para
buscar mayor comodidad y utilidad a los Religiosos sino a la Almas y a la
monarquía” (ADT, Colegio de los Lules…, f. 6).
Ofrece además realizar predicaciones a lo largo del año para satisfacer las
necesidades espirituales de los habitantes de la campaña. Se comprometían
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con los habitantes de la ciudad a realizar retiros espirituales, predicaciones y
cuando el colegio de allí se destine, como se pretende, para escuela, podrán
nombrar a un religioso para enseñar la Filosofía.
La Junta Superior de Aplicaciones trató el asunto y decidió consultar el
criterio del Prelado diocesano, del Cabildo de San Miguel, la Junta y del Cura
rroco de la región de los Lules, Pbro. Gerónimo Aguilar, para resolver o no
la donación. A lo que el padre Aguilar le respondió diciendo “no solo no se me
ofrece inconveniente alguno para el destino que se quiere dar a los Lules, sino
al contrario, después de ser muy aceptado a los ojos de Dios, será muy útil a
toda la grey que se halla a mi cargo” (ADT, Colegio de los Lules…, f. 128v-129).
Ofreciendo así a los dominicos toda su cooperación en la empresa.
El cabildo se reunió y consideró “conveniente, útil y provechoso el que se
les conceda la estancia de los Lules a los regulares de Santo Domingo, siempre
y cuando cumplan sus promesas de servir a las almas y enseñar a los jóvenes.
Así el gobernador Diego de Salas remitió a Buenos Aires copia del Informe
del cabildo (ADT, Colegio de los Lules…, f. 131).
La Junta Provincial de Aplicaciones decidió acceder a la solicitud del Pa-
dre Pacheco, por lo que en el Capítulo de la Orden, reunido en Santa Fe, en
noviembre de 1775, acuerda darle al P. Pacheco comisión perpetua para el
establecimiento del Convento de Misioneros y Observancia en la región de
los Lules, “por la necesidad de sacerdotes que aqueja a esta jurisdicción, y
atendiendo a solicitudes formuladas en tal sentido por los vecinos, y por estar
mandada la fundación de convento de observancia en cada provincia de la
Orden de Predicadores” (ADT, Colegio de los Lules…, f. 132).
El 17 de setiembre de 1777, el obispo del Tucumán [Juan Manuel de Mos-
coso y Peralta] realiza una presentación al Rey, en la que maniesta los mu-
chos benecios que suponen el establecimiento de un convento dominicano
(ADT, Colegio de los Lules…, f. 121 a 122v).
El 20 de junio de 1779, el gobernador Andrés Mestre, desde Córdoba,
eleva un informe al Rey indicando que una vez expulsados los jesuitas “quedó
la región de los Lules en desamparo espiritual, fugándose los indios al mon-
te, quedando los bienes de los padres expuestos a destruirse, y advirtiendo
que las costumbres de los pobladores en vez de mejorar, cada día se rebajaba
más..” El Cabildo propuso se les entregara a los dominicos, lo mismo opi-
naron los vecinos teniendo en cuenta la falta de ministros doctrineros que
lleven adelante las disposiciones de los primeros fundadores de esta obra pia-
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dosa, y juzgan oportuno que se establezca en los Lules un Colegio de misio-
neros de la Orden de Santo Domingo, que se haga cargo de las tareas que allí
desarrollaban los jesuitas, administrando los Sacramentos y evangelizando:
…recomiendo, nalmente, que dicha fundación se encargue al cuidado y
conducta del padre Provincial, Fray José Joaquín Pacheco, en quien he reco-
nocido los fondos de una santa intención” (ADT, Colegio de los Lules…, f. 10).
Luego de esta ardua tarea llevada a cabo por el Padre Pacheco, recién obtu-
vo la aprobación real el 22 de agosto de 1780, cuando en San Ildefonso, Carlos
III rma la Real Cédula en favor de los dominicos. Esto sucede pocos meses
después de que el Virrey Vértiz autorizara a Pacheco que los miembros de su
Orden habitaran la casa y capilla de Lules (ADT, Colegio de los Lules…, f. 17).
El 26 de octubre de 1781 la Junta Municipal encargó al presidente y al es-
cribano poner a los padres dominicos en Posesiones de los Lules, nombran-
do como representante de ellos al Rev. P. Ex Provincial Presentado Fray José
Joaquín Pacheco. Finalmente la toma de posesión se realizó el 7 de diciembre,
estando presentes las autoridades y algunos testigos. El P. Pacheco recorrió el
lugar y luego pasó a la Iglesia donde recibió los muebles y alhajas siguientes:
Primeramente cuatro escaños, un nicho en el altar con la imagen de
nuestra señora, y un Sagrario sin llave. En la sacristía un misal, tres ca-
sullas, una alba, una sobrepelliz, un cáliz parte de plata y parte de bronce,
una mesa y una caja. En la torre tres campanas pequeñas y otra mucho
más chica para llamar a la comunidad. Un escritorio pequeño, unas cris-
meras de plata, un ritual, una cruz de palo, atril de ídem, dos niños de
madera muy pequeños, y todo lo expresado demasiadamente mal tra-
tado y usado. En las casas solo se encontró en el Refectorio, una mesa y
nada más, y todas las viviendas vacías sin ningún mueble, ni paramento
alguno con todas las ventanas mal tratadas, y las más sin puertas con que
cerrarlas. Y pasando a la ocina de curtiduría de las suelas se encontró
solo el sitio, y en el seis noques donde las curtían, todo está maltratado
por hallarse sin ningún techo; y los molinos que están contiguos casi
destruidos por haberse deshecho los canales de la acequia, los rodeznos
y las piedras quebradas (ADT, Colegio de los Lules…, f. 99).
En este documento claramente se observa el estado ruinoso en que se
encontraban las instalaciones y, también, cómo habían sido desmanteladas,
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teniendo en cuenta el inventario que se realizó luego de la expulsión de los
jesuitas. Ante estas circunstancias, apenas toman posesión los dominicos de-
bieron pedir ayuda al gobierno para comenzar la reparación del edicio.
El padre Pacheco le escribe al obispo solicitándole la subrogación “en lugar de
los Jesuitas para el cumplimiento de las cargas de misión en el campo, y misas que
demande el Fundador Don Francisco de Salcedo en la escritura de donación y
Patronato del Colegio de la ciudad al cual pertenecía la estancia de los Lules. Esto
se hace necesario porque la donación sólo comprendió la casa, capilla y un terre-
no muy reducido, ya que el resto de las tierras y el ganado ya se habían vendido,
por lo tanto la Orden de Santo Domingo necesitaba los medios económicos para
cumplir con las exigencias de fundación (ADT, Colegio de los Lules…, f. 117-119).
Esta solicitud del P. Pacheco es atendida otorgándole algunos benecios
que les correspondía, se les otorgan a los padres dos o tres piezas del Con-
vento [que había sido de los padres Franciscanos], para que les sirvan de hos-
pedaje cuando vengan a hacer predicaciones en la ciudad –San Miguel de
Tucumán-, o digan ejercicios espirituales.
4. Labor realizada por los Dominicos en Lules
El padre Pacheco, como mencionáramos anteriormente, fue nombrado
Prior vitalicio de San Miguel y Rector del Colegio de Misioneros de los Lules.
Una vez instalados los padres dominicos en Lules, y habiendo terminado
con los trabajos de fundación y abierto los libros del convento y colegio, el
padre Pacheco se rodeó de religiosos “hábiles para las misiones rurales, única
forma de benecencia moral en aquellos tiempos, después de la escuela. Las
cargas a que el padre Pacheco, en nombre de la Orden, se obligó eran muy
grandes: debía celebrar ciento ochenta misas rezadas y una cantada al año, sos-
tener una escuela de primeras letras y dar frecuentes misiones en la campaña.
Esto debía costearse con los réditos y los productos de la estancia de los Lules,
único fondo principal superviviente del cuantioso legado de Salcedo. Y esto se
cumplió mientras él gobernó estas casas (ADT, Colegio de los Lules…, f. 143).
Entre los primeros sacerdotes dominicos que trabajaron en Lules estuvie-
ron: M.R.P. Presentado ex Provincial Presentado fray José Joaquín Pacheco,
fray Antonio Noguera, fray Pedro de Santa María (Carrasco, 1924: 455). En
1787 son asignados como misioneros los padres fray Domingo Leyba y fray
Pedro Antonio Acosta (Carrasco, 1924: 437). Más tarde también estuvieron:
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fray José de la Gloria, fray José Olmedo, fray Antonio de Santa María Nogue-
ra, fray José Gijena y fray Pedro de Santa María (Carrasco, 1924: 468).
En cumplimiento a una de las promesas del padre Pacheco, la que se ree-
re a la tarea misional, cabe destacar la importante obra que realizó la Orden
Dominicana y que según consta en las notas que elevan los sacerdotes de las
distintas parroquias de la campaña
El S. Dr. Dn. Miguel Araoz cura y Vicario de los Monteros en la Juris-
dicción de San Miguel del Tucumán
Certico en cuanto puedo, y en Era se requiere como año de 1785 se predi-
co la Santa Mission en Famailla por diez días continuos con dos Sermones
por cada uno de ellos por el M. R. P. Mñor Fund Fr. Jose Joachini Pacheco,
y el R.P. Fr Domingo Leiba, resplandeciendo en ellos el Zelo y Caridad
cristiana, que portan a los ministerio, y recogiendo un copioso fruto de las
Almas como premia de sus apostólicas fatigas y para que conste judicial y
extrajudicialmente di esta en Famailla a 20 de Mayo de 1785.
Don Diego Mig.l Araoz. (Carrasco, 1924: 472)
Como este, existe un importante número de certicados entre los que se
cuentan los de los padres fray Joaquín Pacheco y Domingo Leiba que predi-
caron la Santa Misión en Famaillá por 10 días en 1785 (ADT, Libro de predi-
caciones de los Lules y San Miguel, I, p. 1); fray Domingo Leiba quien misionó
por nueve días en Río Chico en 1789; fray José Ascencio Xixena (sic) misionó
por diez días en la Parroquia de San Joaquín de las Trancas, 1786 (ADT, Libro
de predicaciones…, p. 2); en abril de 1787 misionaron por la campaña los
padres Fr. J. Pacheco y P. Lector Fr. José Xigena (sic); entre 1788-1790 misio-
nó predicando y doctrinando por la jurisdicción de Río Chico, el padre fray
Domingo Leyba (ADT, Libro de predicaciones…, p. 3).
Otro de los compromisos contraídos por la Orden fue la escuela que de-
bía funcionar en el convento, y así lo hizo muchos años anexa siempre al
edicio de los Lules. El padre Carrasco nos informa que los preceptores de
gramática fueron los padres fray Andrés Rodríguez hasta 1789, fray Félix José
Pizarro hasta 1796, fray Blas Cabello hasta principios de 1799 y luego Juan
N. Chorroarín. Maniesta además que la escuela de los Lules siguió abierta
hasta 1799 (ADT, Libro de predicaciones…, pp. 5-7). Más tarde, esta escuela
pasa a depender del gobierno de la Provincia de Tucumán.
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El Cabildo solicita a la Orden que abra una cátedra de Filosofía en San
Miguel, por lo que se cierra por un tiempo la escuela y el padre Chorroarrín
se hace cargo de la cátedra hasta 1805.
La necesidad de religiosos en la ciudad era tan imperiosa que los miembros
del Cabildo no tardaron en solicitar que los padres de Santo Domingo tengan
permiso para habitar permanentemente en el convento que acababa de conce-
dérseles en la ciudad (Album General de la Provincia de Tucumán, 1916).
El 13 de enero de 1790, el Provincial de la Orden de Predicadores, Fray
Silverio Nicolás Rodríguez, solicita al cabildo que se lleve a efecto y se comu-
nique al Cura Vicario la decisión del gobernador Mestre del 11 de diciembre
último declarando pública la Iglesia de los Dominicos en la ciudad. Pide tam-
bién que la residencia de los padres sea en Tucumán y no en Lules. Se hace
lugar a lo solicitado y se encarga al Alcalde de 1º voto que se dirija al Padre
Provincial “suplicándole y en caso necesario, exhortándole, y requiriéndole
para que provea un mayor número de religiosos para su convento2.
El convento de Lules se fue nuevamente despoblando, pero mantuvo por
mucho tiempo dos o más sacerdotes para cumplir con las promesas del padre
Pacheco: misionar por la campaña y las misas en honor al padre Salcedo los
días 17 de diciembre.
5. Fuentes
Archivo Dominicano de Tucumán (ADT) Colegio de los Lules, Documentación
Histórica. Tomo único. 1775 a 1900.
ADT. Libro de predicaciones de los Lules y San Miguel. Tomo I. (1784 a 1908).
Archivo Histórico de la Provincia de Tucumán (AHPT). Sección Administra-
tiva. Vol. 5. Años 1767-1770.
AHPT. Actas Capitulares. Vol. VII, 1768-1778.
6. Bibliografía
Álbum General de la Provincia de Tucumán (1916) Publicación aprobada por
la Comisión Ocial del Centenario. Tucumán.
2
El convento que menciona es el de los franciscanos, ya que estos se habían trasladado al que
tenían los jesuitas, actual emplazamiento del templo de San Francisco.
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Carrasco, Jacinto OP. (1924). Ensayo Histórico sobre la Orden dominica argen-
tina. Contribución a la Historia General del País. Actas Capitulares (1724-
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